domingo, 26 de febrero de 2023

¿QUÉ ANUNCIO PROVOCA EL DESEO DE SER INICIADO CRISTIANAMENTE?

         


        Para contestar a esta pregunta me vuelvo a inspirar en Benedicto XVI que en su carta encíclica Dios es amor decía: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

            Al comienzo del proceso de conversión que conduce a la fe, que es lo que llamamos comúnmente como Iniciación cristiana, se encuentra la increencia de la persona, al final de este itinerario se encuentro Jesucristo, el Hijo de Dios. El proceso que lleva de la increencia del hijo a la creencia en el Hijo. La finalidad, propiamente es la comunión con Cristo, y se sirve de la mediación del catecumenado o la catequesis de inspiración catecumenal.

            La mayor parte de las veces la increencia no es voluntaria, sino es la premisa al momento de la edad de la razón, cuando la persona va teniendo capacidad para eso, razonar. En otras ocasiones, por las razones que sean, sí es una increencia voluntaria, cuyo proceso de conversión suele ser más dinámico, en lo que respecta al acompañamiento espiritual.

            Lo cierto es, que tanto en una increencia, digamos, “provisional” como en otra “voluntaria”, hay que dar los pasos que el Espíritu vaya inspirando a cada persona, también a la persona del acompañante. Se precisa, por tanto, una apertura del corazón para que sea la voluntad de Dios y no nuestras necesidades las que pongan en comunión a la creatura con su Creador.

            En este sentido, y contestando a la pregunta que encabeza esta columna hay que responder que el anuncio que ha de provocar el deseo de iniciarse cristianamente deberá comenzar por una simpatía por Cristo y una atracción por su Evangelio.

            Muchas cosas en la vida nos entran por los ojos. Sino hablemos con las personas que forman hoy distintas parejas, cómo se conocieron, o a los estudiantes, cómo eligieron tales estudios, o por qué se realizan tales aficiones, o por qué se elige tal iglesia o tal otra, y qué decir de tal bar o tal tienda, etc. Siempre hay una atracción primera, algo que te gusta y que te gustaría seguir disfrutando porque te aporta en la vida. Pues igualmente, los catequistas debemos ser personas que transmitamos vida interior, especialmente alegría interior, paz interior, y que, incluso, nuestra relación con los demás catequistas, con el resto de la comunidad, el cómo vivimos nuestra fe, nuestra actitud con el resto de la sociedad, etc. aporte claridad en el discernimiento de ser o no ser cristianos.

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