lunes, 21 de septiembre de 2020

CATEQUESIS LITÚRGICA Y ESPIRITUAL

 

El itinerario de la Iniciación cristiana, inspirado en el catecumenado bautismal, paradigma de la catequesis actual, ofrece 

diferentes etapas, una de ellas es la de la misma catequesis en la que se exponen y celebran, también, los misterios cristianos. Hablar de celebrar es sinónimo de liturgia.

Los tiempos, los lugares, las personas, han ido acondicionando y adaptando estas expresiones de la fe celebrada. Hoy, también, el momento que nos corresponde vivir precisa una adaptación del lenguaje, de las formas, de los ritos, de los métodos; es lo que sugiere la idea de la nueva evangelización, que anima incluso a nuevo ardor misionero.

El tiempo epidemiológico que vivimos invita a desarrollar nuestra catequesis, más si cabe, integrada a la liturgia. El hecho, muchas veces de reducir aforos en nuestros salones parroquiales, estimula a la participación del acto catequético dentro de nuestros templos en el marco de la celebración litúrgica con claros visos catequéticos. La riqueza de ambas, liturgia y catequesis, incita, por ejemplo, a la explicación de lugares, símbolos, signos, colores, imágenes, objetos, etc.

Pero esta hora, sugiere la reflexión y la revisión, siempre decimos que algo bueno tendremos que extraer de todo lo que sucede, pues quizá podríamos reparar en lo que toca a las celebraciones de los sacramentos de la Iniciación cristiana, especialmente las ceremonias de Primera Comunión. En este sentido, las actuales recomendaciones sanitarias nos pueden ayudar a corregir algunos “defectos” que se pudieran dar. La austeridad que invita a vivir la pandemia acentúa el valor esencial de la recepción del Sacramento, y cómo recibir a Jesús el Señor y estar con la familia es verdaderamente lo más importante.

Incluso por qué no pensar en los pasos que damos hasta llegar a la recepción de estos sacramentos, que a veces pareciera -cuando no debería ser así- como que fueran la meta del proceso de conversión que ofrece la catequesis iniciática. Por ejemplo, antiguamente las confirmaciones se celebraban en el momento que el Obispo diocesano hacia la visita pastoral a la parroquia. En ese momento se sumaban todos los niños y niñas que estaban sin confirmar, todos ellos de diferentes edades. En aquella época la Iniciación cristiana, podríamos decir era “sociológica”, pues tanto en casa, como en la familia como en la escuela se ofrecía la exposición del Credo de la fe. No entro a valorar bajo qué criterios. Hoy no es así, la Iniciación se confina al ámbito casi exclusivamente parroquial. Por tanto, no deberíamos rebajar los criterios pastorales en afecto por cubrir un cupo, cuanto más numeroso mejor, o un tiempo cumplido en el que toca dicha celebración.

El criterio básico que ha de estar presente en el camino que comienza incluso antes del bautismo hasta llegar a la incorporación de la Mesa del Señor, habrá de ser el del discernimiento en el acompañamiento personal.