martes, 5 de septiembre de 2023

DESPEDIDA Y AGRADECIMIENTO


            

¡Por fin!, tenemos un nuevo delegado diocesano de catequesis, Juan Antonio Molina, así como un nuevo equipo de la delegación: Belén, Javier, Guillermo y Jorge. Era algo que había pedido, especialmente, el año pasado, pues cuando me destinaron a Íscar, ya hace seis años, vi que iba a ser muy difícil poder intercalar la misión en la parroquia, el instituto, y especialmente tanta distancia física, con un buen funcionamiento y entrega en la labor catequética de la diócesis. En los últimos años, gracias al H. Pedro Chico siempre presente en la delegación, así como al resto del equipo de la delegación: Toñi y Emiliano, el P. Javier Olmedillo, y en este último año el P. Javier Montero, hemos podido ir resolviendo cuanto se nos ha pedido desde la diócesis, así como lo que veníamos acostumbrando hacer de forma local, en comunión con el resto de las diócesis de la Región del Duero.

            La catequesis es una dimensión muy importante en la vida de la Iglesia y abarca muchas dimensiones del creyente, así como su implicación al resto de dimensiones de la misma Iglesia. En la nuestra es muy fuerte e insistente la incidencia en la Iniciación cristiana, así como en el acompañamiento de los principales educadores de la fe: los padres, por supuesto, los catequistas y la comunidad cristiana. Por eso parece muy importante el invertir en un buen grupo de la delegación que pueda llevar a cabo estas y otras muchas necesidades en las que desde la Catequesis se pueda ayudar y dar cauce. Me estoy acordando especialmente el Ministerio Laical del Catequista, así como el Año Jubilar en honor del Sagrado Corazón de Jesús en el que estamos insertos. Todo ello para ayudarnos a fortalecer nuestra identidad y vocación como catequistas.

            Los quince años que he estado colaborando en esta faceta de la Iglesia, para mi la mejor: la Catequesis, pues es agradecida, entusiasta, creativa, fresca, animosa, etc. han sido muy enriquecedores. Y al lado de los mejores: los catequistas que son de lo mejor que tiene la Iglesia. Catequistas que responden a la llamada del Señor en sus comunidades, también a nivel diocesano y universal, pero que se implican en todas las dimensiones de la Iglesia, porque sois hombres y mujeres disponibles.

            Todos estos años han sido preciosos: presentando los nuevos catecismos de la Iniciación cristiana, así como el nuevo Directorio diocesano de la Iniciación cristiana de los sacramentos, por todos los arciprestazgos, animando escuelas de catequistas, impulsando encuentros tanto diocesanos como regionales, el acompañamiento espiritual, especialmente mediante los Ejercicios Espirituales de los catequistas, saliendo a otras diócesis, introduciendo nuevos métodos digitales, el tiempo de la pandemia, etc. pero también he tenido que experimentar la renuncia, a través del estudio de la catequética compaginándolo con la labor parroquial, muchas veces la falta de apoyos o líneas a seguir, etc. Pesa mucho más lo bueno, el sacrificio cuando se hace desde el Amor, y sino miremos la Cruz, no hay color.

            Agradezco de forma muy especial a Pepe Heras que fue el que más me inició en esta tarea evangelizadora y a Don Braulio que me propuso para ir tomando las riendas de esta responsabilidad. A todos los sacerdotes, diáconos, catequistas, tanto del mundo rural como de la ciudad que habéis sido como galeotes que remáis fuerte para llevarnos a buen puerto, con el aire del Espíritu, a buen puerto la nave de la Iglesia.

            Deseo todo lo mejor a Juan, así como a su equipo, en mi persona podrá seguir encontrando un humilde colaborador.