lunes, 22 de noviembre de 2021

ADVIENTO


Con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo hemos concluido el Año Litúrgico: período cíclico anual durante el cual celebramos la historia de la salvación hecha por Cristo y al que se distribuye en festividades (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario) y ciclos (A, B y C).

            Comenzamos un nuevo ciclo (C) de un nuevo Año Litúrgico, que comienza con el tiempo del Adviento que nos prepara e introduce en la Navidad. 

            El Adviento, precisamente comienza las vísperas del Domingo antes de la Navidad y concluye la víspera de la Natividad de Nuestro Señor. Por tanto, viene a durar unas cuatro semanas, no siempre completas, que representamos en una corona de hojas en la que vamos encendiendo cada domingo una vela. Al ir prendiendo cada vela esa corona se llena de luz, la Luz que nos llega con el Nacimiento de Jesús. Hay diversos modos de realizar la corona, dependerá de la creatividad de cada cual. También, en lo que respecta al colorido de las mismas velas: a quién las pone todas de color rojo, otros que destacan cada vela con un color (un significado), también tres moradas y una rosa, coincidiendo con los colores litúrgicos de cada Domingo.

            Durante este tiempo celebramos una gran Solemnidad: la Inmaculada Concepción. La presencia de la Virgen María durante el Adviento es fundamental, pues ella es quien mejor representa este momento. María, embarazada de Dios que se encarna por medio de ella y acampa entre nosotros. María vive la espera de Dios con esperanza; así ella es puerta y modelo de este tiempo. En torno a esta fiesta, los hogares instalan su Belén. Hay veces que dejamos la figurita del Niño para el momento de la Noche Buena, significando el momento puntual del Nacimiento del Hijo de Dios.

            Otros personajes importantes de este tiempo, serán los profetas. En este ciclo no escucharemos a Isaías, solo un domingo como Salmo Responsorial, el resto escucharemos como primera lectura a Jeremías, Baruc y Sofonías. Todos ellos, junto a Juan el Bautista, invitando al pueblo de Dios a la conversión. 

            El tiempo del Adviento nos invita a la atención de los pequeños detalles: el calendario de adviento anima a una actitud diaria, que no solo saca de nosotros lo mejor sino que además nos anima a estar atentos a llegada del Señor en cada ocasión.

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