ENVÍO DEL CATEQUISTA

Al inicio del curso pastoral muchas parroquias celebran el Envío del Catequista. También en la Programación General Diocesana hay un día señalado en el calendario donde el Obispo envía a todos aquellos que tienen una responsabilidad directa en la misión evangelizadora de la Iglesia. 

El envío del catequista consiste en un rito que se integra en la celebración de la Eucaristía, aunque también se podría realizar fuera de ella. Inherente a la celebración de la Misa está el envío, en el que al final de su celebración el diácono pronuncia las palabras que nos envían para reproducir en nuestra vida el Misterio de nuestra fe, muy bien realizado y expresado en la Eucaristía. Realmente se trata de un sencillo acto en el que se destaca y se pone de manifiesto la condición del catequista como enviado por la Iglesia para ejercer por su encargo y, en definitiva, por encargo del Señor, la preciosa misión de iniciar a los niños y a los no bautizados en los fundamentos de nuestra fe y de la vida cristiana y de acompañar a los ya iniciados en su formación en la fe, en la oración, en la celebración de los sacramentos, en la participación con la comunidad cristiana, en su desarrollo y crecimiento en el conocimiento del Señor, en la vida cristiana y en la Iglesia, en el servicio a Dios y a los hermanos. Es decir el catequista, ministro de la Iglesia, no actúa en nombre propio, sino que es enviado por la Iglesia del Señor para actuar en su nombre. 

Desde la Delegación diocesana de Catequesis queremos felicitar y agradecer a los catequistas su abnegada labor, su generosidad, su paciencia, su amor y su buen hacer en este precioso servicio en nuestras comunidades y parroquias. Animamos también a otras personas a que, en este Curso pastoral, especialmente dedicado a los fieles cristianos laicos, se ofrezcan a ejercer este importante ministerio y a prepararse para él. Jesús el Señor, a través de su Iglesia, espera mucho de nosotros, roguemos al dueño de la mies (cf. Lc 10, 2) que cada día más personas puedan escuchar la voz del Señor que les llama a ser sus testigos y, así, guiar en la educación de la fe a tantos que desean iniciarse en la fe. Animamos especialmente a los padres y las madres que son por vocación y misión los primeros catequistas de sus hijos.