Comulgar en la Eucaristía es uno de los gestos más auténticos de la fe cristiana. La Sagrada Comunión contiene el Misterio o Sacramento de nuestra fe. Para ello nos habremos de preparar con una serie de adiciones que pueden ayudar a recibir al Señor, que es quien se nos entrega a través del pan que recibimos.
1.
Antes de ir a la Eucaristía que bueno sería que nos preparásemos mental y espiritualmente.
Por ejemplo, leyendo el Evangelio, para que en la celebración sea como
refrescar y gustar algo ya recibido previamente; pero que en la Sagrada Liturgia
lo recibimos proclamado, presencia del Señor como Buena Noticia.
2.
También nos vendrá muy bien el hecho de que vayamos con tiempo a la iglesia,
creando un ambiente a nuestro alrededor. Pues con el Señor no seamos rácanos,
Él nos lo da todo y, ¿nosotros? Ayudan mucho los gestos y los signos al entrar.
Actitudes de humildad, de caer en la cuenta de ante quien estamos y quienes
somos.
3.
Ponerse en la presencia del Señor sin aborrecer a los que tengo a mi lado, los
que me acompañan en la iglesia, que también saludo con discreción; ellos
también son el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, por ellos oro y junto a ellos oro
y celebro.
4.
Es muy importante participar de forma activa en la Eucaristía: de muchas y muy
diversas maneras. Hay momentos en los que cantamos, oramos en voz alta,
escuchamos, también podemos colaborar, quizá también “guardar los sentidos” centrándonos
en lo importante, etc. Nuestro estar, ayuda, es evangelizador, puede trascender
positivamente en el resto de la comunidad.
5.
Hay veces que podemos sentir que no hemos obrado bien en nuestra vida, que no
hemos dicho una buena palabra, que no hemos pensado rectamente, etc. y nos
arrepentimos. En la iglesia también podemos encontrar la oportunidad de volver
al redil, de sentir el bálsamo del perdón que enjuga lágrimas y reconforta.
6.
En el momento de comulgar, con alegría me acerco al sacerdote para recibir el
Cuerpo de Cristo, al que acojo con devoción y amor.
7.
En mi sitio, con Jesús sacramentalmente en mi corazón doy gracias a Dios por
tanto don recibido.
8.
Siento la bendición como un envío, para que recibiendo a Dios pueda ser como Él
en el mundo.
9.
Sin prisas, me quedo en mi sitio, una vez terminada la celebración y prolongo
la acción de gracias, pues si Dios está conmigo, dentro de mí está la Paz, el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
10.
La vuelta a casa con un inmenso deseo de servir, pues entré en la iglesia para adorar
y ahora salgo con el deseo de servir.
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