Me gustaría hablaros de tres aspectos que forman parte del equipaje del peregrino que camina la Pascua, y que sería bueno que si no están a flor de piel en nuestra vida, pues que los pidiéramos. Son efectos de quien vive en clave de Pascua y asume lo que Jesús dice y hace en cada aparición. Básicamente son tres y entre ellos se complementan y necesitan: uno es la paz, otro la alegría y finalmente el testimonio. Asumibles individualmente, para disfrutarlos cada uno de nosotros personalmente, pero básicos para una comunidad que goza con la Resurrección del Señor.
En muchas ocasiones cuando Jesús se aparece dice: “Paz a vosotros”, este es un síntoma de quién vive en Dios. Es verdad que el trigo y la cizaña conviven, y cierto es que se pueden separar. Así también quien disfruta de esta paz, goza de la Presencia del Señor.
Cuántas veces nos menciona el Papa Francisco la virtud de la alegría, básica en un cristiano, especialmente en el cristiano que evangeliza: ya sea sacerdote, catequista, pero también los papás, y especialmente toda la comunidad. Pues evangelizar es propio de todos, y por ello mejor contagiar la alegría de la fe, que su contrario.
El testimonio en este sentido ha de ser alegre y que transmita paz. Que cuando nos vean, como pasaba con los primeros cristianos, la gente se pregunte: ¿qué les darán?
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