Recuerdo el Vía Crucis del año 2020 en la Plaza de San Pedro. El Viacrucis como un Vialucis, así lo pudimos visualizar en las imágenes que nos llegaron del Vaticano, donde la cruz era portada por una vía iluminada a sus lados con velas.
Las palabras de la sexta estación de aquel Viacrucis fueron dirigidas por una catequista. Aquella mujer nos transmitió que la catequesis está llamada a convertirse en un Vialucis. Y como a través de este camino de luz, los catecúmenos se preparan a la vida nueva que viene de los sacramentos de la Iniciación cristiana.
Claramente toda catequesis ha de inspirarse en el catecumando bautismal de adultos, que prepara a la celebración del bautismo, sacramento por excelencia de la fe, y del resto de sacramentos de la Iniciación cristiana.
Una catequesis es «Via Lucis» cuando:
- Muestra el rostro luminoso del Resucitado que revela el rostro amoroso de Dios Padre.
- Prepara al «baño de regeneración y de iluminación» que es el bautismo, o le da continuidad a través del desarrollo de la gracia y de la fe recibidas.
- Ayuda a los catecúmenos a convertirse ellos mismos en «luz» para este mundo.
- El catequista, aún cuando no realiza el acto catequético, por su testimonio es un haz de luz allí donde se encuentra, incluso en las situaciones más extremas como las que ahora vivimos.
Así mismo, en el contexto de esta sexta estación, el catequista puede ser entendido como una Verónica que limpia el rostro del Señor y enjuga lágrimas. Es decir, el catequista está llamado a: reconocer en el catecúmeno el rostro de Cristo, al que sirve a través de la catequesis; pero, a la vez, ayudarle a que él mismo descubra en Cristo su propia identidad y la vocación a la que está llamado.
Enjugar las lágrimas de los «dramas y fracasos» de los padres y catequistas, y hasta de los mismos catequizandos que se «pierden». Existe el drama de muchos padres y catequistas que tras años de catequesis y vida cristiana, ven como sus hijos y catequizandos abandonan la vida de fe. Todo esto puede ser visto como un fracaso. Esta estación nos invita a verlo con la luz de la Pascua, a verlo como una estación o etapa de esa «vía de la luz» que nos lleva a la Pascua Eterna.
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