Ahora que estamos en el tiempo cuaresmal y que en
nuestras parroquias tenemos muchos acontecimientos en torno a la meditación,
contemplación, reflexión, de los misterios de la pasión del Señor, podríamos
aprovechar para que los fieles recibiéramos una catequesis a partir de esto que
llamamos Religiosidad Popular.
Precisamente la diócesis de Valladolid es uno de esos
lugares donde la gente participa mucho a partir de esta Religiosidad Popular,
no solo me refiero a la gran multitud de cofrades, sino también a los que se
acercan hasta los distintos rincones de nuestra provincia para contemplar la
espectacular Semana Santa vallisoletana. La imaginería religiosa, las tallas,
los cuadros, los pasos, las personas, los signos y los símbolos, etc. participan
creando una iconografía de lo más sagrada.
En
nuestra diócesis trabajaron los mejores artesanos para transmitirnos la gran
belleza que se nos muestra cuando uno se fija -con los cinco sentidos- en la
imagen de Cristo y de la Virgen, etc. Cuando se sintoniza con la humanidad de
Dios y la de su Madre. En esa relación no verbal, y sí de mucha comunión, que
hay entre ellos: entrelazando sus miradas de dolor, pero llenas de esperanza y
misericordia, ¡qué experiencia la del abrazo acogedor de La Piedad!, la de la
Virgen de las Angustias que abre sus manos imitando el gesto del Crucificado,
etc. Son tantas las escenas que nos cautivan, son espectaculares, pero que a la
vez nos evangelizan.
Los
cristianos, la gente, debemos conocer el verdadero sentido de esta Religiosidad
Popular. Todo ello fue creado para suscitar la devoción del pueblo de Dios.
Si la Cuaresma nos invita a la conversión, a pasar por una especie de ITV donde
podamos chequear el motor de nuestro corazón, las escenas que surgen de nuestras
parroquias, conventos, museos, etc. son Palabra de Dios en movimiento, un verdadero
Catecismo andante. Es por ello que no se da pie para banalizar como quien ve un
espectáculo sin más, sino para dejarse interpelar por el mirar y dejarse mirar
por este Dios que por la pasión que siente por su Padre y lo de su Padre (el
Reino), camina hacia la Pasión, camino del calvario (la Pascua).
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