sábado, 7 de septiembre de 2019

Grandes modelos del catequista - SAN ENRIQUE DE OSSÓ y CERVELLÓ (1840 - 1896)


     Con el santo patrono de los Catequistas hay que estar dispuestos a imitarle en casi todo: ideario, metodología, objetivos, relaciones y recursos. La catequesis fue su vida y su apostolado.  El catequista debe invocarle como patrono luminoso y debe imitarle en cuanto faro orientador en toda la actividad evangelizadora. Era hombre sencillo y sacerdote piadoso, cuya inquietud principal era que los catequistas sean conscientes de lo importante que es su misión. Para ellos escribió su hermosa Guia del Catequista
 
 Agil de mente, profundo de espíritu, defen­sor incansable de la enseñanza catequísti­ca, agudo crítico de la situación social de su tiempo y testigo sereno de su ambiente, del que tan pleno conocedor era, hábil en el trato con los hom­bres, generoso en sus opiniones y firme, como las rocas, en el ejercicio de sus deberes...

   Así fue este gran sacerdote y apóstol de la catequesis y de la educación cristiana. Durante toda su vida fue sembrando delicadeza y sencillez, con ideas luminosas que se contagiaban irresistible­mente a los que le rodeaban.   Su vocación profunda de catequista le llevó a mirar la instrucción de los niños y jóvenes como el mejor medio de servir a la Iglesia. A través de ella quiso hacer el bien a los hombres, pues se dio cuenta pronto de que la ignorancia con­duce al mal y la cultura cristiana abre las puertas a la verdad.

   Escribió cosas bellísimas y pocas veces superadas en la Historia de la Pedago­gía y de la Catequesis. La intuición y la sencillez de estilo son su más admirable característica. En sus libros deposita con suavidad un torrente de amor en cada línea y en cada página. Sus ideas quedan con claridad en bellas y claras expresio­nes, en donde se mezcla la profundidad con la elegancia de forma admirable.


  Datos de su actividad y creatividad catequística

   1840. 16 de Octubre. Nace en Vinebre, (Ta­rragona), Diócesis de Tortosa. Su pa­dre, Jaime de Ossó, y su madre, Mi­cae­la Cerve­lló, son modestos comer­cian­tes. Re­cibe en el Bautismo el nombre de Enrique Antonio.

    1854. Octubre. Ingresa en el Seminario de Tortosa. De 1857 a 1860 realiza el trienio de Filo­sofía. En1860. Octubre. Va al Seminario de Bar­celo­na. Estudia Física y Ciencias Natura­les. Actúa de suplente en las cla­ses. En los veranos se retira al Desier­to Carmeli­tano de Las Palmas. En 1861. Octubre. Regresa al Seminario de Tortosa para estudiar Teología. Obtiene excelentes resultados académicos.
    1869. En Tortosa se dedica a las funciones pastorales. Organiza las cate­que­sis de la ciudad. En Mayo viaja a Ro­ma, con las peregrinaciones motivadas por el Concilio Vaticano I. Es recibido, con otros peregrinos, por Pío IX el 20. En1870 dirige en Tortosa doce catequesis con múltiples secciones... Escribe la "Guía Prácti­ca del Catequista". Funda el sema­nario "El amigo del pueblo". En 1872, inicia la "Revista de Santa Tere­sa".
  1875. Agosto. Peregrina a Avila y Alba de Tormes. Funda la "Hermandad Josefi­na" y el "Rebañito del Niño Jesús", para la infancia. El 2 de Abril de 1876 concibe la "Compañía de Sta. Teresa", para la edu­cación por la escuela. Escribe un plan muy completo sobre ella. El 23 de Octu­bre hacen compromiso de vivir en comu­nidad las primeras Hermanas. En Sep­tiembre de 1878 se encar­gan las nue­vas maestras Colegio de la Com­pa­ñía, en Villalonga (Tarragona). El 31 de Diciem­bre entrega el Hábito a ocho Herma­nas.

  1891. Empieza la Editorial "Escuela de Santa Teresa", para editar libros de texto.

  1896. 2 de Enero. Se retira al Conven­to franciscano de Sancti Spiritus, en Gilet (Va­lencia). En la noche del 27 de Enero, muere víctima de un derrame cerebral.  Fue Beatificado por Juan Pablo II el 14 de Octu­bre de 1979 y Canonizado por Juan Pablo II el 16 de Junio de 1993.

   Escritos:

  - Guía práctica del Catequista. 1872.
  - Pensamiento de Sta. Teresa de Jesús. Colección de pensamientos, máximas, sen­ten­cias y afectos, de sus obras. (3 volúme­nes. 1872-1883)
  - El cuarto de hora de oración  según la Seráfi­ca Doctora. 1874.
  - Organización y gobierno de   la Com­pañía de Sta. Teresa. 1882.
  - Plan provisional de Estudios en la    Compa­ñía de Sta. Teresa. 1882.
  - Catecismo sobre la masonería. 1884.
  - Constituciones para la Compañía   de Sta. Teresa. 1888.
  - Tesoro de la juventud: Devocionario  completo y razonado. 1890.
  - Catecismo de los obreros y de  los ricos. 1891.
  - Rudimentos de religión y moral. 1891.
  - Rudimentos de Historia Sagrada. 1891.
  - Tesoro de la niña. 1892.
  - Artículos en la Revista de Sta. Teresa.
  - Manuscrito para un libro de peda­gogía.
  - Apuntes de las misericordias del Señor:  notas autobiográficas.
  - Cartas.
  Sus 10 mejores ideas catequísticas
   Educar al hombre es una tarea de espíritus selectos. Es lo más gran­de que se pue­de hacer en este mun­do, pues es preparar al hom­bre para valo­rar las riquezas del espíri­tu. La educación del creyente tie­ne que ser todavía más esme­ra­da, pues cuenta, sin mere­cerlo y de manera defini­tiva, con el don miste­rioso de la gracia divina.

1.    "A la manera que la natura­le­za produ­ce frutos maravillo­sos bajo la influencia del sol, así el alma de los niños, como las plantas, no puede recibir su completo des­arrollo, su educa­ción completa, mien­tras no esté viva, crezca y esté cultiva­da bajo la benéfica influencia de Dios, que es el sol eterno de las almas y de los corazo­nes.  Quita el sol físico del mundo y ¿qué queda sino tinieblas, inacción y muer­te? Quita a Dios del mundo y de las inteli­gen­cias y ¿qué queda, sino tinieblas, desor­den, destrucción y muerte eterna?"   (Art. Rev. Ter. 105, (188 ) pg. 247)

2.    "Una señal de predestinación es el amor a la infancia, pues nos asemeja a Aquel que bendecía y abrazaba a los pe­queñuelos y se hizo pequeñuelo por amor y se enojaba contra aquellos que querían apartarlos de su lado, diciendo: "Dejad que los niños vengan a mí y no se lo estorbéis, porque de ellos es el Reino de los cielos."   (Art. Rev. Ter. 98 (1880) pg. 35)

     El secreto de la educación está en el educador y en su estilo pedagógico. Si él es bueno, está for­mado y se com­porta como auténti­co for­ma­dor de hom­bres, la edu­ca­ción está asegu­rada. Pero, el edu­ca­dor no se improvisa. Re­quie­re forma­ción. Y sobre todo reclama ideales altos y crite­rios sóli­dos. La pedago­gía de Ossó es la confianza en el maestro com­prometi­do.

   3. "Como es el catequista, tales son los niños. Si es flojo, todo está adormecido. Si es desidioso, todo está descuidado. Pe­ro, si es activo, todo está animado. Si es celoso, todo prospera.  Por eso, todas las reglas y obser­van­cias, todos los me­dios que se pro­ponen, se dirigen a favor de formar buenos cate­quis­tas, porque, hecho esto, todo lo de­más se dará por añadidura". (Guía práctica del cateq. 6. 2)

   4. "El catequista que no es piadoso habla de Dios y de los misterios de un modo seco y frío, como de cosas indife­rentes.  En vano grita y se agita. Los niños reco­nocen que no está conmovido y es impo­sible que mueva los corazones". (Guía práctica del cateq. 6. 2. 2)

  5. "Se ha dicho con toda verdad que el mun­do es de quien más ama o le da muestras de mayor amor. Es lo cierto que ninguno que tenga un corazón humano resiste al encanto de un amigo que toma parte en sus alegrías o en sus pesares y, estrechándole la mano, le dice con inte­rés: ¿Qué tienes?". (Guía práctica del cate­quista. 6. 2.)

  6 "Es rigurosa obligación del catequista  hacer, no sólo que se destruya el reino del pecado, sino que viva Jesús en las almas con la práctica de las virtudes cristianas". (Guía práctica del cateq. 7. 1)

  7. "El medio de hacer las cosas bien es ganarse el corazón de los niños.   Si uno se contenta con hacerse temer, no irán al cate­cismo sino con repugnancia y como a un ejercicio odioso, se ausenta­rán de él lo antes que puedan, escucha­rán sin inte­rés solo para no ser castiga­dos, usa­rán de disimulo y el corazón no se dejará mover.
   Es pues esencial hacerse amar. No se obtie­ne el ser amado sino amando con amor lleno de dulzura. La dulzura de la caridad es la llave de los corazones, es quien los abre, es su imán y los une."     (Guía práctica del cateq. 6. 2. 3)

     El ideal del catequista es proporcionar a sus niños y niñas una doctrina clara, ordenada, sen­cilla y adaptada a la comprensión de sus inte­ligencias. El objetivo final de toda la educación religiosa habrá de ser formar hombres y mujeres íntegros e ilumi­nados por la luz de la doctrina cristiana y por la fe."

   8. "Si la ciencia puede formar hombres instrui­dos, a la piedad corresponde hacer­los virtuo­sos. Ella sólo conoce el secreto y sabe emplearlo. ¿Qué se requiere para arrancar al hombre de sus malos hábitos y hacerle abrazar la virtud por la cual tiene tan poco gusto?
   Se requiere algo más que la palabra humana. Los medios naturales no bastan para una obra sobre­natural, cual es la santifi­cación. Se re­quiere la gracia de Dios". (Guía práct. del cateq. 6. 2.
    9. "Casi nunca sucede que, después de haber estado bien instruido en la doctrina cristiana desde la primera infancia, se muera impeni­tente. Pero es muy difícil y casi impo­si­ble que quien no ha sido for­mado por buenos catecismos vaya de nuevo al buen camino, aun en la muerte". (Guía práctica del cateq. 6. 4)

   10. "El niño tiene desarrollado en el más alto grado el instinto de imitación. Si el catequista sólo enseña, ilustra el entendi­miento y no mueve el corazón.
   No lo san­tifica con ejem­plos de piedad y de virtu­des. Sólo cumple la mitad de su obliga­ción. La santificación de los niños debe ser el fin al que el catequista dirija sus es­fuer­zos" (Guía práct. cateq. 8. 1)

   "Juzgo lo más esencial del cate­cismo que todos los catequistas tomen con deci­dido empeño enseñar y penetrar bien a sus pe­queñuelos de lo que dice esta pre­gunta: ¿Quién es Cristo Jesús?
   Feliz el catequista que sepa inspirar en el alma de los niños un vivo conocimien­to, un amor tierno hacia la persona viva del Niño Jesús. Con ello habrá consegui­do todo lo que hubiera podido desear para su bien temporal y eterno". (Guía práctica del cateq. 7. 1)



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