Hoy Domingo de
Resurrección: ¡felices pascuas para todos! Por fin hemos llegado a la meta de
nuestro camino. Lo pudimos vivir hace unos días con los niños de la catequesis
cuando disfrutábamos de un espléndido día de convivencia y nos motivaba el
camino juntos hacia la meta.
Sabemos, por experiencia, que la Pascua es la cumbre de
la cuaresma. Durante la cuarentena que ha precedido a este día, y este tiempo, nos
hemos debido preparar para este momento fundamental de nuestra vida cristiana.
Nos hemos dispuesto para llegar al Día de la Resurrección alegres, habiendo
aparcado todo aquello que no es propio de los que deseamos estar cerca de Jesús
el Señor y ser testigos de Él en nuestro mundo, junto a las personas que Dios
ha puesto a nuestro lado.
El Resucitado, que es el Crucificado Vivo, y vivo para
siempre, ahora nos llena de paz y nos envía. Y de su corazón traspasado por la
lanza mana agua y sangre, que como sabemos muy bien son algunos de los signos
visibles de los sacramentos de la Iniciación cristiana, especialmente el
Bautismo y la Eucaristía.
Anoche en la Vigilia Pascual tuve la experiencia de
celebrar en Íscar, junto a mi comunidad, cinco bautismos: dos de niñas en la
etapa catequética y tres de infantes. Y en esa celebración, tan llena de luz,
vida, memoria de la historia de la salvación, pudimos manifestar la gran
alegría que nos aporta la fe. Y sobre todo rezamos, pidiendo la intercesión de
los santos, para que este Cristo Resucitado nos siga llenando de vida, luz y
color para anunciar esta experiencia de encuentro con Él, que como María y los
discípulos, como tantos han tenido, tienen, tenemos, nos llene tanto que
podamos ser generosos en el testimonio que demos de Él.
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