lunes, 5 de septiembre de 2022

RESPUESTA AL SR. ARZOBISPO


           
 El pasado 31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, Don Luis, nuestro nuevo arzobispo envió algunas cartas al pueblo fiel, laicos, consagrados y presbíteros, de esta porción de Iglesia que peregrinamos en Valladolid. 

            Estas cartas tienen una directa intención animadora, renovadora y claramente consultiva; honrada con el momento presente -a nivel social y eclesial- con el fin de alentarnos a todos en la Misión evangelizadora de la Iglesia. A mi juicio, este es uno de los aspectos que el Obispo, como Pastor, ha de tener: animar, alentar, dirigir, consultar,… también orientar, corregir; siempre en sintonía con el Espíritu Santo que es el que es capaz de renovar todas las cosas. Lo que está claro es que la “carga” no puede recaer solo en una persona, por ello se agradece el que podamos ayudar, el que nos podamos dejar ayudar. Y esto, vale para todos: los catequistas también en nuestras parroquias debemos evaluar nuestro apostolado y nuestra vocación y misión, es imprescindible entusiasmarnos para poder entusiasmar. 

Como catequistas debemos darnos un tiempo, si no lo hemos hecho ya, para pasar por la oración las palabras del arzobispo, digerirlas, y meditarlas. Desde esa Luz que aporta la Palabra de Dios, desde el mismo encuentro con el Resucitado, que se hace el encontradizo en nuestro camino, y nos explica las Escrituras, ¿cuál es mi respuesta? Craso error sería contestar sin pararse, sin encomendarse, como quien contesta un cuestionario sin más. Nuestra respuesta ha de ser empática, es decir, poniéndose en lugar de los demás. Quizá como un día pensó el Cardenal Martini se trata de exponer aquello de “sueño así la Iglesia”. 

Hace tiempo que el Papa Francisco nos convocó a un Sínodo en el que vamos caminando y tomándonos el pulso como Iglesia. Los Papas vienen hablando de una Nueva Evangelización. En la Iglesia se han celebrado distintos Años conmemorativos de aspectos fundamentales de nuestra identidad cristiana: Año de la Fe, Año Sacerdotal, Año de la Misericordia, etc. Necesitamos hablar con Dios antes de hablar de Dios. Parece que la oración es el fundamento de nuestra Misión, pues nos capacita para escuchar la Palabra y esta nos convierte en disponibles para la Misión. La integración de Marta y María, de la fe y la vida, la contemplación y la acción, el “ora et labora”, engendrará el seguimiento de Cristo, ayer, hoy y siempre.

El momento del Papa Francisco y todo el deseo que está poniendo para que la Iglesia sea cada día más misionera, testimonial, tiene que llegar también a nuestra diócesis. Nuestra Iglesia necesita frescura, manifestar la alegría del Evangelio, y eso pasa por “trabajar” mucho en equipo y que los que formamos los equipos nos renovemos y vivamos la sinergia de participar en una única misión evangelizadora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario