jueves, 24 de marzo de 2022

CUARESMA EN CLAVE SINODAL


La imagen del Camino es la que ha elegido el Papa Francisco para el próximo Sínodo 2023. Somos un pueblo siempre en marcha; nuestra meta es el Amor, y nuestro perjuicio el des-Amor. 

La Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, así como el Pueblo de Israel, tiene mucha experiencia andando. Moisés, Josué, conducen al Pueblo a la tierra de promisión: Canaán. Durante el recorrido dicho pueblo va gestando una experiencia religiosa y humana, no siempre leal a Dios. Entonces, como ahora, ese Pueblo sufre la impaciencia y el deseo de que las promesas se cumplan ya; en la inmediatez del ahora. 

Aquel camino es prefiguración de la experiencia religiosa que debemos hacer los creyentes en el tiempo de la Cuaresma, así como el catecúmeno en el proceso de conversión que se ha de ir gestando en él, en el itinerario que ofrece la catequesis de inspiración catecumenal o bautismal. Para poder llegar al final de la Cuaresma, concretamente en la Vigilia Pascual, y contestar afirmativamente (Renuncias y Promesas bautismales) al Proyecto de Amor de Dios, así como desechar aquello que malogra nuestro deseo de estar cerca de Él (pecado).

Jesús, que se nos presenta a sí mismo como Camino, es Él quien ha de orientar la hoja de ruta que siempre ha de inspirar al creyente tanto entonces por el desierto, como en todos los tiempos, especialmente durante la cuaresma; y como también ahora en el camino sinodal. 

En este sentido parece muy importante desenmascarar desde la Luz de la Palabra de Dios aquellas circunstancias que pueden malograr no solo al caminante, sino a todo el grupo que camina, pues lo que le ocurre a uno, repercute en todo el cuerpo. Desde mi punto de vista, por ejemplo, habría dos aspectos que nublarían el deseo de Dios, que ha de ser el deseo de la Iglesia, en el camino hacia la sinodalidad: el personalismo y la comodidad. 

Me parece leer en las palabras del Papa Francisco que cuando se refiere a “clericalismo” se está refiriendo a este aspecto: a aquellas personas que en la Iglesia pueden dirigir pasos en nombre de Dios, ya seamos sacerdotes o laicos, y que los estemos dirigiendo en nuestro nombre, sin contar con Dios. 

Y, por otro lado, el gran peligro de la Iglesia como Comunidad es la comodidad; que consiste en el ejercicio de que me lo den todo hecho y que me “molesten” lo menos posible. Es decir, una fe que se vive sin implicaciones; sin compromiso alguno.

El discernimiento, tanto personal como comunitario, el contrastar con acompañantes fidedignos es la clave de la cuaresma sinodal.

            

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