lunes, 29 de noviembre de 2021

CATEQUESIS - ADVIENTO


El Domingo es el Día del Señor, momento en el que la comunidad cristiana está llamada a acudir a la iglesia para celebrar la Eucaristía. Somos una comunidad que ora, vive, celebra y cree en comunión. Los cristianos desde pequeños somos iniciados en esta experiencia fundamental.

            Cuando una familia opta por este camino, ya en casa, desde que el niño tiene consciencia, le van enseñando con palabras y modos oportunos, a la altura de su edad, las primeras oraciones, los primeros signos. Por ejemplo estaría muy bien que los niños aprendieran en familia a santiguarse, a recitar la oración del “Jesusito de mi vida”, el “Padre Nuestro”. A muchos les encanta bendecir la mesa. Muchas familias tienen costumbre de rezar con los niños antes de acostarse. Tener al Señor como última referencia del día, seguro que nos anima a tener a Jesús como la primera cuando despertemos. En detalles así puede consistir sencillamente vivir en la presencia de Dios.

            Precisamente el adviento nos anima a estar atentos, Jesús está cerca de nosotros, tan cerca, más cerca de lo que a veces pensamos; está dentro de nosotros. La verdad es que unas veces somos más conscientes que otras. El adviento nos sugiere abrir los ojos para percibirlo. 

            No nos resultará fácil si en nuestra vida hay mucho ruido, mucho “run rún” de circunstancias que nos rodean. Pero aún así podemos esforzarnos en crear un ambiente tanto exterior como interior para percatarnos que hay muchos detalles. No esperemos encontrarle en lo grandilocuente, porque esa no es la manera que Dios ha elegido de ser, sino en la brisa, en lo que casi ni se aprecia. Es más, ayer lo pude encontrar en ese padre con su hijo, que trayéndolo a jugar a fútbol al pueblo de Íscar, se hizo presente en la Eucaristía del Domingo, porque para ellos también era el Día del Señor. Esa imagen tan edificante me hizo pensar que “cuando se quiere, se puede”.

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