viernes, 9 de octubre de 2020

PRIMEROS PASOS

 Nuestras parroquias ya van calentando motores: intentando compaginar la actividad evangelizadora y misionera con la realidad que nos acompaña “covid-19”. Seguro que ponemos
todo de nuestra parte para ofrecer a nuestros hermanos seguridad y confianza, siguiendo todas las recomendaciones que nos ofrecen nuestras autoridades sanitarias. Probablemente, incluso más, porque con la salud ni se improvisa ni se arriesga. 

Este curso cambian muchas cosas, pero lo mejor, dentro de todo lo malo que es vivir en esta situación, es que ya no nos pilla de improviso como en el mes de marzo. Ahora hemos ido adquiriendo experiencia y habremos aprendido lo que ayuda más y menos. Por eso apostamos por la catequesis presencial, siempre que se pueda. En el Protocolo de la vuelta a la catequesis parroquial para este curso 2020/2021, que ya tienen todas nuestras comunidades se presentan los escenarios posibles, así como se ofrece una metodología ideal. No obstante, siempre vivimos al paso de los acontecimientos que van surgiendo, debemos estar preparados para ofrecer la catequesis que parece resulta más viable. 

    El encuentro de los niños en pequeños grupos de catequesis, intentando continuar con los “grupos burbuja” que se establecen en el colegio (niños que se encuentran en la misma clase, que salen juntos al recreo, etc. ), ayuda en el proceso de la Iniciación cristiana. Así como la presencia y acompañamiento del o de la catequista es fundamental. Es verdad, mateniendo unas distancias que no ayudan, porque la cercanía, especialmente en la edad de la niñez es fundamental, especialmente para enseñar signos tan básicos para un cristiano como llevar la mano para ayudar a aprender a hacer la “señal de la cruz”. Así como no poder compartir materiales, algo que solemos hacer tanto, porque desde el principio los cristianos aprendemos el don del compartir y hacer actividades juntos: recortar, pegar, rotular, cantar, hacer escenificaciones, etc. 

    Sin embargo, los catequistas tienen un gran don: ser maestros de la fe. Por ello serán capaces de ponerse a la altura de las circunstancias. Pero en este tiempo es muy importante la implicación de los papás: son ellos los que van a poder realizar toda esa cercanía que hoy no se puede llevar a cabo. Los papás se tienen que dejar orientar por los consejos de los catequistas. Juntos podremos seguir presentando el amor de Dios por nosotros. Y todavía más, sintiéndolo, capaz de renovarnos, y ser como Él.


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