El itinerario de la Iniciación cristiana, inspirado en el catecumenado bautismal, paradigma de la catequesis actual, ofrece
diferentes etapas, una de ellas es la de la misma catequesis en la que se exponen y celebran, también, los misterios cristianos. Hablar de celebrar es sinónimo de liturgia.
Los
tiempos, los lugares, las personas, han ido acondicionando y adaptando estas
expresiones de la fe celebrada. Hoy, también, el momento que nos corresponde
vivir precisa una adaptación del lenguaje, de las formas, de los ritos, de los
métodos; es lo que sugiere la idea de la nueva evangelización, que anima incluso
a nuevo ardor misionero.
El
tiempo epidemiológico que vivimos invita a desarrollar nuestra catequesis, más
si cabe, integrada a la liturgia. El hecho, muchas veces de reducir aforos en
nuestros salones parroquiales, estimula a la participación del acto catequético
dentro de nuestros templos en el marco de la celebración litúrgica con claros
visos catequéticos. La riqueza de ambas, liturgia y catequesis, incita, por
ejemplo, a la explicación de lugares, símbolos, signos, colores, imágenes,
objetos, etc.
Pero
esta hora, sugiere la reflexión y la revisión, siempre decimos que algo bueno
tendremos que extraer de todo lo que sucede, pues quizá podríamos reparar en lo
que toca a las celebraciones de los sacramentos de la Iniciación cristiana,
especialmente las ceremonias de Primera Comunión. En este sentido, las actuales
recomendaciones sanitarias nos pueden ayudar a corregir algunos “defectos” que
se pudieran dar. La austeridad que invita a vivir la pandemia acentúa el valor
esencial de la recepción del Sacramento, y cómo recibir a Jesús el Señor y
estar con la familia es verdaderamente lo más importante.
Incluso
por qué no pensar en los pasos que damos hasta llegar a la recepción de estos
sacramentos, que a veces pareciera -cuando no debería ser así- como que fueran
la meta del proceso de conversión que ofrece la catequesis iniciática. Por
ejemplo, antiguamente las confirmaciones se celebraban en el momento que el
Obispo diocesano hacia la visita pastoral a la parroquia. En ese momento se
sumaban todos los niños y niñas que estaban sin confirmar, todos ellos de diferentes
edades. En aquella época la Iniciación cristiana, podríamos decir era “sociológica”,
pues tanto en casa, como en la familia como en la escuela se ofrecía la
exposición del Credo de la fe. No entro a valorar bajo qué criterios. Hoy no es
así, la Iniciación se confina al ámbito casi exclusivamente parroquial. Por
tanto, no deberíamos rebajar los criterios pastorales en afecto por cubrir un
cupo, cuanto más numeroso mejor, o un tiempo cumplido en el que toca dicha
celebración.
El
criterio básico que ha de estar presente en el camino que comienza incluso
antes del bautismo hasta llegar a la incorporación de la Mesa del Señor, habrá
de ser el del discernimiento en el acompañamiento personal.
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