domingo, 8 de diciembre de 2019

FIGURA CATEQUISTA DEL MES: SAN JOSÉ DE CALASANZ


San José De Calasanz 1556 - 1648
"Un amante de los pobres"

Fundador de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios y de las Escuelas Pías (Escolapios)  en 1617


  La voz interior que un día oyó en Roma: "Mira, José, a ti se ha confiado el pobre, tú serás el amparo de los huérfanos", inspirará los pasos de toda su vida espiritual, apostólica y social. Desde el momento en que comprendió que ayudar a los necesitados era más importante que los beneficios eclesiásticos, abandonó sus primeros deseos humanos y comenzó su vida de sacrificio y santidad.

   Su mente estuvo orientada a Dios desde sus infancia. Su corazón nunca llegó a apegarse a los lugares, oficios y ganancias que le tentaron en sus años juveniles. Su espíritu compasivo se situó pronto del lado de los necesitados. Y sus ojos se iluminaron con fuego de profeta, cuando comprendió el valor de la catequesis que se podía ofrecer en las escuelas para los niños abandonados. Y eran muchos los que pululaban en aquella Roma ampulosa y renacentis­ta, a donde él había acudido para crecer a los ojos del mundo y en donde pronto se sintió llamado a crecer sólo ante los ojos de Dios.

   A partir de su descubrimiento pedagógico, se lanzó con denuedo al servicio de los pobres por el establecimiento de las escuelas de piedad. El amor a Dios que llevaba en sus entrañas se contagiaba sin esfuerzo. Sin pretenderlo, irradiaba entusiasmo; y, sin advertirlo, hacía milagros en las almas que le rodeaban. El eco que suscitaron sus primeras "escuelas de piedad" fue enorme y los beneficios de su obra fueron patentes. Por eso encontró excelentes apoyos, pero también el sello de las obras divinas, que es la persecución.

   Pero ni le halagaron los apoyos ni le desanimaron las incomprensiones. Comprendió que era Dios mismo el que le destinaba a remediar el vacío cultural de la gente humilde y se entregó con denuedo a socorrer a todos aquellos niños que se corrompían en la ignorancia en el mismo centro de la cristiandad

   Sus intuiciones pedagógicas le merecieron un hermoso puesto en la Historia de la Pedagogía cristiana:

              - Educaba para el trabajo y para la virtud, por medio del ejemplo y por la promoción de los hábitos del bien obrar cotidiano y de la piedad sincera desde los años tiernos de la infancia.

              - Valoraba la cultura humana, como camino y como medio de entrar en la órbita de la cultura cristiana, que es la que enseña a conocer y amar a Dios sobre todas las cosas.

              - Hacía de la instrucción religiosa el punto de partida de su trabajo escolar y por eso ponía en la piedad y en la bondad el objetivo primero de sus esfuerzos e intereses.

              - Recomendaba orden y constancia como instrumentos preferentes a fin de introducir a los escolares en la disciplina y en el esfuerzo.

              - Ponía su máximo interés en educar a los mismos educadores. Por eso trabajó con denuedo por hacer cultos a los maestros y desarrollar en ellos virtudes que apoyaran los buenos ejemplos y fomentaran un clima de amor a Dios y a los hombres en el entorno escolar.

   Pero, como sucede en todas las obras grandes y acontece a todos los héroes, la persecución y la incomprensión se cruzaron en su vida. Sin miedo a perder prestigio, defendió el derecho de los pobres a educarse y el valor singular de la cultura para la redención social. Y quien supo trabajar toda su existencia por la infancia abandonada y por el bien de las almas, no podía morir sin el sabor amargo de la cruz. Toda la obra de su vida, sus escuelas y sus comunidades, quedaron destruidas poco antes de su muerte por la incomprensión de espíritus intrigantes y miopes.

   Las divisiones internas de aquella familia de seguidores, en los cuales había puesto toda su ilusión cuando la hora de su partida se adivinaba próxima, fue la causa inmediata. Pero tenía tanta confianza en que sus intuiciones, incluso en lo pedagógico, venían de Dios, que anunció proféticamente su reconstrucción posterior. Fue la última prueba de su fe de hombre a lo divino.

   El que sea hoy el Patrono universal de todas las Escuelas Cristianas Populares, no es sino el reconocimiento eclesial de lo que su intuición de genio de educador repre­sentó en su tiempo y sigue significando en los educado­res cristianos.

Datos de su vida

  1556. 11 de Septiembre. Nace en Peralta de la Sal, Huesca. Su padre, Pedro de Calasanz, y su madre, María Gastón, son artesanos piado­sos. Tiene cinco hermanas y dos herma­nos.

  1566. Inicia sus primeras letras en la villa próxima de Estadilla, en una escuela latina de los Trinitarios. Sigue también allí Gramática, Retórica y Poéti­ca. En 1570 estudia Filosofía y Artes en la ciudad de Lérida. Se hace Bachiller. De 1572 a 1575 estudia ambos Dere­chos.

   1581. 8 de Diciembre. Es ordenado de Subdiácono. El 9 de Abril de 1583 recibe el Diaconado. El 17 de Diciembre recibe la ordenación sacerdotal.

    1589. Actúa como Párroco de Ortoneda y de Claverol. También se le designa familiar del Obispo de Urgel, Andrés Capella. Es designado luego Vicario general de Tremp.

     1592. Febrero. Llega a Roma. Conserva el beneficio como canónigo de Barbastro. Obtiene una pensión pontificia. Prote­gido por el Carde­nal Marco Antonio Colo­nna, en cuyo palacio presta diversos servicios, se afilia a la Con­gregación de la Doctrina Roma­na. Se dedica los domingos a la en­se­ñanza cate­quística en las parroquias. En 1596 inicia en la sacristía de Sta. Dorotea, en el Trastevere sus actividades ca­tequísti­cas. Allí concibe la idea de crear unas es­cue­las más estables.

    1602. Clemente VIII le anima a conti­nuar las escuelas, que se van extendien­do por la ciudad de Roma; promueve una socie­dad sin votos, la cual se forma y consolida entre varios cola­bora­do­res. En ocho años llega a juntar unos 80 maes­tros, de los que sólo cinco quedarán fieles más tarde En  1614 el Papa Paulo V entrega sus escuelas romanas a estos "Clérigos de la Madre de Dios" y les en­carga de la educación romana.

   1617. 25 de Marzo. Por indicación de Paulo V, organiza una Congregación pro­pia, bajo el nombre de "Clérigos Regu­lares de la Madre de Dios de las Escue­las Pías". Viste con sus compañeros el Hábito que adoptan como distintivo. En 1621  Gregorio XV, con la Bula In supremus apostolatus solio, reconoce su obra como Orden religiosa de votos solemnes. El mismo Papa, con el Breve Sacri Apostolatus ministerio, aprueba las Constituciones.

  1640. Las escuelas y los miembros se han multiplicado. Son 40 obras, 500 los religio­sos, hay más de 70 Novicios. Se incre­mentan las disensiones por las dife­ren­cias entre los Padres y los Hermanos tonsurados, pero no ordenados, para que su dedicación escolar resulte más plena. Diversos Padres discrepan e inician un proceso canónico. En 1642, el. 8 de Agosto es acusado ante el Santo Oficio por el Padre Mario Sozzi. Es dete­nido y procesado. Termina siendo depuesto como Supe­rior el 15 de Enero de 1543, por el Decreto "In causa Patris". Le reemplaza un Visitador Apostólico, el jesuita Silves­tre Pietrasanta, mientras espera que se serenen los ánimos.

  1646. 24 de Febrero. Inocencio X, con el Decreto "Ea quae pro felici", disuelve la Orden y la deja como Asociación religio­sa. Eran ya 6 provincias, 57 casas, varias en naciones como Moravia y Polonia, y cerca de 600 miembros, además de 120 Novicios. Se multipli­can las disputas internas, pero también llueven las mues­tras de apre­cio desde el exterior.

  1648. 25 de Agosto. Muere en Roma, a­nunciando la restauración de su obra, la cual llegaría años después, con Clemente IX y su Bula "Ex iniuncto nobis", del 23 de Octubre de 1669, que reforzaría otra, la "Du­dum felicis recordationem", de Ale­jandro VII el 24 de Enero de 1656.

  Fue Beatificado por Benedicto XIV el 7 de Agos­to de 1748 y Canonizado por Cle­mente XIII el 16 de Julio de 1777 fue declarado Patrono de las Escuelas Cris­tianas Populares por Pío XII, con el Breve "Providentissimus Deus" del 13 de Agosto de 1948.

  Escritos
    - Cartas. (Se conservan casi 3.000)
  - Constituciones de la Congregación   Paulina de los Pobres y de las  Escuelas Pías.
  - Declaraciones acerca de nuestras  Constituciones.
  - Memoriales, súplicas, relaciones y  documentos diversos

Algunos de sus pensamientos

  . "Resulta muy ventajoso para cual­quier república que los pobres y artesa­nos sean menos ignorantes de los prime­ros principios de la fe, los cua­les no les son enseñados suficientemente en una  hora de doctrina cristiana en los días de fiesta, a la cual por otra parte, ellos no acuden siempre.
   Los mismos ricos hacen que todos sus hijos se dediquen a los estudios. Y los pobres y artesanos, aunque manden a sus hijos a las escuelas, cuan­do han aprendido a leer y a escribir los dedican al trabajo, sin dejarles que pasen más adelante en los estudios.
   Y hay muchos nobles venidos a me­nos que, por medio de estas escuelas pías, se han rehe­cho y han pasado a su anti­gua posi­ción, sin quedarse siempre en los traba­jos mecánicos." (A los nobles de Ro­ma. 1646)

   "Hay que atender con suma diligencia a las escuelas, aunque para ello haya que dejar otras ocupaciones. Este minis­terio de las escuelas es el propio de nuestro Instituto y cuando esto no va bien nos salimos del camino de la salvación". (Carta 1287).

    "Se recibirá con toda caridad a los po­bres, aunque estén descalzos y con los vestidos rotos o sin botones, ya que princi­palmente para ellos se ha fundado este Instituto.
   No se muestre nadie irrita­do, coléri­co o impru­dente con los padres de los esco­lares, sino piadoso siempre y cortés en el hablar, de modo que todos le vean muy celoso de la gloria de Dios y del bien del próji­mo.
   Se procu­rará que los escolares no falten a la escuela, anotando en un libro a los que estén ausentes".  (Declarac. Sobre las Constitu­ciones)

     "Este ministerio de enseñar es el más útil, por los buenos efectos de tantas trans­forma­ciones de vida como se ven a menudo en los jóvenes, los cuales que­dan totalmente des­conoci­dos de como e­ran antes de frecuentar las escuelas.  Es el más natural, pues todos los hom­bres ordinariamente quieren la mejor educa­ción para sus hijos.
   Es además de agradecer, sobre todo, el interés de los sabios preocupados por el bien de la reforma universal de las depravadas costum­bres. Saben ellos y comprenden que no se ha de lograr el bien, sino por el cultivo dili­gen­te de las plantas tiernas y fáciles de endere­zar.
Y estas son las almas de los jóvenes antes de que se endurezcan y resulte difí­cil, por no decir imposible, de dirigir con eficacia.  Así ocurre a los hombres ya maduros, de los cuales, a pesar de tantos sermo­nes, oraciones y sacra­mentos, muy pocos son los que cam­bian de vida y se con­vierten de veras de su mala vida". (Memo­rial al Cardenal Tont).

   "La reforma de la república cristiana está en el diligente ministerio de la ense­ñanza. Pues, si los niños son acertada­mente imbui­dos de la piedad y de las buenas letras desde sus primeros años, hay que esperar, sin duda alguna, que serán felices todo el curso de su vida.
   Es, pues, propio de nuestro Instituto enseñar a los niños desde los primeros e­lementos a leer bien, a escribir, a con­tar, la lengua latina y, sobre todo, la Doctri­na cristia­na, y eso con la mayor facilidad po­sible". (Consti­tuciones. Intro­ducción)

      "Que el Señor os dé a todos la gracia de conocer cada vez mejor el gran bien que se hace con las escuelas.
   No solo se impide a los niños hacer el mal, sino que se les ense­ña el santo te­mor de Dios, que es acción meritoria y repara nues­tros errores. Procuren todos en santa armo­nía prestar este gran servi­cio a Dios, pues es tan útil al prójimo y a Vds. mismos." (Carta 791)

    . "Ponga toda la diligencia en enseñar la doctrina cristiana y en ayudar a las almas.
  Es lo más grande que se puede hacer en esta vida. Y esta obra, hecha con alegría, satisfa­ce mucho a Dios, el cual da su Santo Espíri­tu con la plenitud de sus dones". (Carta 1148)

. "En nuestras escuelas no se permitirá a los alumnos juramentos ni injurias, de pala­bra o de obra, ni nada que sea me­nos con­veniente o licencioso.  Procuren los maestros en todas las ocasio­nes inducirlos a la virtud. Para conseguirlo, y en estas escuelas antes de comenzar la lección, diga cada uno la ora­ción acostum­brada, como está en la regla de las escue­las". (Consti­tuciones Cap. 9)

      "Ayudarán mucho las confesiones, que son el remedio más útil y necesario para el mejor servi­cio de Dios en los niños...  En cuanto al castigo de los alum­nos, siempre que el confesor pida que se per­done a alguno para poder confesarlo, sea perdonado, pues produce mayor efec­to la confesión que los azotes".  (Car­ta 1441)

   . "Procuren que los niños se confiesen muchas veces y que comulguen también los mayores, porque los santos sacra­mentos suelen iluminar mucho el entendi­miento. Y,  cuando se frecuentan con de­voción, inflaman la voluntad para abo­rrecer el pecado y para amar las obras de virtud cristia­na.   Insis­tan en eso, pues es lo propio de nuestro Instituto y tendrán gran remunera­ción de Dios". (Carta 471)

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