lunes, 18 de noviembre de 2019

ESPAÑA VACIADA

Se habla mucho de “España vaciada” aludiendo a la despoblación de pueblos, comarcas, y a la centralización de la gente en la ciudad, en las grandes urbes. Incluso hay ciudades pequeñas que viven al amparo de otras más grandes. Y, ciertamente es una pena que no seamos conscientes de la calidad de vida de los que vivimos en los pueblos, junto al campo, respirando el aire puro, oyendo campanas, el canto de los gallos y los ladridos de los perros. 
Sí, han surgido muchas urbanizaciones en pueblos en alfoz de nuestra ciudad, que pueden participar de este gozo ecológico, pero seguimos utilizando muchos medios de transporte contaminantes. Y es que la contaminación de grandes ciudades como China, La India, también de España, es bastante preocupante, como para no tomárnoslo en serio. Precisamente el Papa Francisco nos quiso sensibilizar, también, con todo esto por medio de su Encíclica Laudato Si´.
Nuestra catequesis debería tener un eje transversal en el que se fomentara la sensibilidad por todo aquello que tiene que ver con el cuidado de la naturaleza, el aprecio por los animales, las plantas, el ecosistema, el cambio climático, etc. es decir, la sensibilización, a modo franciscano, de todo aquello que el Señor nos ha dado para que le alabemos en medio de la creación. Dios creador puso la creación en manos del ser humano y le dijo: “dominar la tierra” (Gn 1, 28), en el sentido de cuidad la tierra, como casa de todos, hogar común.
Y, por supuesto, para que cuidemos unos de otros, especialmente de los más vulnerables de nuestra comunidad, de nuestra sociedad. Cáritas ofrece en muchas ocasiones materiales, especialmente en los tiempos fuertes, en torno a diversas campañas que nos pueden venir muy bien para la catequesis.
Y la “España vaciada”, de la que tanto se habla, nos permita a la Iglesia buscar cauces y soluciones creativos para dar respuesta a las demandas que también las pequeñas poblaciones tienen. Ojalá no se llegue a la “Iglesia vaciada” y podamos unirnos unos y otros, pueblos cercanos, para complementar los vacíos que puedan existir y se permita poder vivir la fe eclesialmente. La Iglesia es una, aunque nos administremos en parroquias. La Iglesia no sabe de fronteras, somos como el aire, va y viene: nadie es forastero en la Iglesia.

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