En cuanto comienza el mes de mayo se empieza a ver multitud de niños por la calle vestidos con los trajes típicos de la Primera Comunión.
Las iglesias se engalanan de flores, signos, símbolos y ofrendas, para acercar el Misterio a los más pequeños con uso de razón de la comunidad. Que no se quede ni un solo niño sin su participación. Así se convierten las Eucaristías Dominicales de la Pascua en “macrocelebraciones” en la que se pretende hacer todo lo que se recomienda hacer a lo largo del tiempo de la catequesis como preparación a la Iniciación del Sacramento de la Eucaristía, me refiero a las celebraciones, como por ejemplo de las promesas bautismales, de la luz o del agua, etc.; o a las entregas, como, por ejemplo, de la cruz, del credo, etc.
Los catequistas también lucen sus mejores galas y los sacerdotes nos revestimos con los mejores ornamentos: la ocasión lo merece.
Son paseíllos de gente que reluce y posa para multitud de fotos que después se mostrarán en múltiples de redes sociales; hoy, se dice, se lleva el “postureo”. En estas celebraciones gusta participar y conseguir un buen puesto, que contrasta con las celebraciones dominicales donde cuesta la participación más plural, especialmente de los papás, y de participar y sentarse junto a los niños en los primeros bancos de la iglesia.
Y después de la celebración los restaurantes repletos de banquetes con invitados que se empiezan a descorbatar a medida que el día va declinando.
Realmente es un día muy emocionante, lo ha de ser especialmente para los padres que han acompañado a sus hijos durante este tiempo desde el despertar religioso hasta la incorporación a la Mesa del Señor, también lo es para aquellos que les han acompañado en la catequesis: catequistas y sacerdotes. Pero, realmente, tal y como acontece todo, ¿no deberíamos replantearnos todo esto? ¿no estaremos exagerando? ¿no deberíamos ir a las fuentes, que se encuentran en el Evangelio, y poder secundar lo que el Señor propone en las Bienaventuranzas, en las parábolas, en la oración del Padre Nuestro, en definitiva, en el talante o modo de proceder que se percibe durante su vida pública?
Ir hacia delante, impulsados por el Espíritu, es buen criterio de discernimiento, pero también habrá que mirar por los retrovisores que nos permitan no olvidar el Camino, la Verdad y la Vida.
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