En este tiempo en el que nos acercamos al Triduo Santo –pasión, muerte y resurrección del Señor- la Iglesia nos sugiere sintonizar con los sentimientos de Cristo, tal y como recoge la tradición cristiana, por ejemplo, en el ejercicio del Viacrucis.
Los catequistas de Iglesia en Castilla hemos podido tener la oportunidad de contemplar en la oración cada uno de estos misterios de la vida de Jesús el Señor, misterios de nuestra fe, en los Ejercicios Espirituales que hemos vivido en el Centro Diocesano de Espiritualidad del Corazón de Jesús en Valladolid.
A través de la aplicación de todos nuestros sentidos podemos contemplar cada una de esas escenas como si se tratase de una película cuyo director somos nosotros mismos. Por ejemplo:
Ver lo que ocurre, haciendo uso de la vista imaginativa. Eso lo podemos encontrar en el texto del Evangelio, que siempre podemos recrear con otros pasajes, también de la Palabra. Para ello nos pueden ayudar los textos de cada día. ¿Cómo es el escenario en el que se representa cada secuencia? ¿En quién me veo representado?
Escuchar qué se dice. ¿Quién lo dice? ¿Cómo lo dice? ¿Cuántas veces lo dice? ¿Con qué actitud? ¿Qué digo yo?
¿A qué huele?Ciertamente, ¡la creatividad al poder! Depende qué pasaje, si es exterior o interior, en un lugar o en otro, producirá un olor distinto.
Saborearsi hay posibilidad de hacer, ¿a qué sabe esto o lo otro?
Así como hacer uso del tacto: el rostro de Jesús, los vestidos, el suelo, el abrazo, el beso, las lágrimas, etc.
Todo ello, como si presente me hallase en el lugar de los hechos, con la intención de afectarme por la persona de Jesús el Señor; compadeciendo con Él, en “comunión con Cristo” (DGC 80; CT 5), fin de la catequesis, siendo uno más con Él y, así, servirle en medio de este mundo. Todos, también los catecúmenos, estamos llamados a esta experiencia fontal de la vida cristiana: “para que siguiéndole en la pena, le podamos seguir en la gloria”.
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