Los primeros cristianos
tomaron conciencia de que la Pascua formaba parte del centro de su vida. Como
Iglesia incipiente vivieron ilusionados por el Misterio de la pasión, muerte y
Resurrección del Señor. Ellos creían, y creemos, que Jesús el Señor vino a
reconstruir al ser humano, a devolverle su dignidad perdida por el pecado
(des-Amor), a restituir la historia que lo envuelve y el Universo entero.
Desde entonces (siglo II),
el pueblo de Dios escoge un Domingo específico para celebrar la Pascua del
Señor. Durante la Noche Santa –víspera de este Domingo- celebramos la Vigilia
Pascual, la mayor de las fiestas para los cristianos, se instituirá –por la
intervención del Espíritu Santo- los sacramentos de la Iniciación cristiana.
San Pablo, apóstol de los
gentiles, nos muestra que el Bautismo es la perfecta conformación con la muerte
y la resurrección de Cristo (cf. Rm 6, 3-5). Con el tiempo, surgirá y se
desarrollará un itinerario espiritual pensado especialmente para los
catecúmenos que recibirían durante la Vigilia Pascual los sacramentos de la
Iniciación cristiana. Catecumenado que todavía hoy inspira la catequesis de la
Iniciación cristiana.
Más tarde el Jueves Santo
se convertiría en el día apropiado para la reconciliación de los penitentes. La
comunidad cristiana admitiría la Cuaresma como el tiempo apropiado para su
conversión a través de la ascesis y la oración.
Por tanto, teológicamente
hablando, la Cuaresma se explica a partir del Misterio pascual, celebrado en el
triduo sacro, unido a la celebración de los sacramentos de la Iniciación
cristiana y al sacramento de la Misericordia. Durante este itinerario mana la
invitación a todo el pueblo de Dios para que se deje purificar y santificar por
su Señor y Salvador.
Termino haciendo una breve
referencia a las consignas propias de la Cuaresma que son la consecuencia y el
fruto de la conversión cuaresmal, como nos dicen los Santos Padres de la
Iglesia: limosna, oración y ayuno. La génesis evangélica de estas conductas son
el eco de las palabras de Jesús en el llamado Sermón del Monte: “Cuando hagáis
limosna… cuando oráis… cuando ayunáis” (Mt 6, 2.5.16). Precisamente este
evangelio es el que se proclama el Miércoles de Ceniza y con el que se inicia
la Cuaresma.
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