Un curso nuevo que traerá consigo
novedades: familias que se acercarán por primera vez a nuestras parroquias para
informarse por las catequesis de Iniciación cristiana, catequistas que se
estrenarán en esta misión tan necesaria para la vida de nuestras comunidades,
jóvenes que “en pandilla” –también- se harán presentes en los despachos
parroquiales para mostrar su deseo de continuar su catequesis que les ayude a
integrarse definitivamente en la Iglesia, matrimonios y papás nuevos, personas
que se ofrecerán para múltiples tareas evangelizadoras de la parroquia, incluso
algún cambio de sacerdote.
Este curso, también, para mí será
novedoso, paso de las parroquias de Aguilarejo, Cigales y Corcos del Valle, a
la de Íscar. Cuando uno comienza algo nuevo surgen temores y esperanzas, al
tiempo que se sufre el desprendimiento de lo que se deja, pero también se entremezcla
con deseos de “volver a empezar”. Un nuevo ciclo comenzará en mi vida, que
afronto desde ya con mucha ilusión y ganas. Ruego vuestra oración para que la
nueva misión que el obispo me confía la pueda desarrollar con la ayuda de
tantos catequistas y agentes de pastoral como cuenta nuestra querida
archidiócesis de Valladolid.
Volver a empezar no quiere decir
comenzar de cero. Los creyentes formamos parte de un pueblo con muchos siglos
de trayectoria: unos a otros nos pasamos el testigo, el relevo, para continuar
la misión comenzada por nuestros predecesores en la fe. Lo único que cambian
son las circunstancias, el contexto; la coyuntura anima a ser creativos y
realistas. El tiempo de la Iglesia es diferente al de ayer. Sabemos que no
vivimos en tiempos de cristiandad, por ello no pretendamos hacer y hacer, con
escasez de mano de obra, pues muchas veces no llegamos y nos frustramos, sino
que lo que hagamos sea desde el Señor.
Dios está con nosotros, esta es la
afirmación más rotunda para la confianza. Él es quien nos va poniendo en el
lugar adecuado, en el lugar que precisa. Para ello se sirve de sus mediaciones.
No tengamos miedo a volver a
empezar, a las novedades, el Espíritu Santo inspira a su Iglesia un aire fresco
que le conserva joven, actual y llena de vitalidad para afrontar los retos y
desafíos que se presentan. Instalarse en lo viejo puede llevar al
aburguesamiento. Sigue siendo el tiempo de la corresponsabilidad, descubramos
nuestra responsabilidad común en la Iglesia. Os necesito.
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