Este año la Semana
de la Familia nos ha ofrecido la oportunidad de poder adentrarnos en el mundo
de las capacidades diferentes.
La
Iglesia es la Familia de Dios presente entre nosotros. Es una maravillosa
escuela de comunión y de participación. Es una comunidad viva y servicial que tiene
un lugar y una misión para todos sus miembros, seamos como seamos, tengamos los
talentos que tengamos. Fiel al mandato de su Señor, ella, Buena Samaritana, se
propone acoger y servir a todos y en especial a los más vulnerables, a los más
débiles y necesitados.
Por
ello la Iglesia mira con especial cariño a las personas con algún tipo de
discapacidad y se siente llamada y enviada a proyectar hacia ellas las
actitudes y la cercanía de Jesús el Señor, pues Él vive para la salvación de
todos.
En
nuestras parroquias, en nuestros grupos de catequesis, en ocasiones nos
encontramos con destinatarios con algunas dificultades para entendernos. No
solo podemos encontrarnos con niños con algún problema sensorial sino también
de tipo cognitivo e, incluso, de déficit de atención.
Los
catequistas cuentan con mucha experiencia y, sobre todo, con la pedagogía de
Dios para poder presentar el depósito de la fe.
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