El Niño Jesús es la puerta que abre la Navidad, el dibujo es una casita con una cartulina doblada con la puerta recortada; al entrar en catequesis cada semana encendemos una vela en la mesa del grupo y abrimos la puerta de la cartulina, detrás está el evangelio de cada semana de adviento que leemos y meditamos, por la parte de atrás hay un cuento que nos ayuda a entender la Palabra y la vela : el perdón, la esperanza, la alegría y la luz. Cada cartulina también tiene un color distinto: morado, verde, rosa y amarillo.
Los cuentos, que están escritos por la parte de atrás, se leen y se comentan; por ejemplo, en el primero hablamos de que Jesús vino, viene y vendrá y que nos dirá que lo que hacemos con los demás lo hacemos con Él. En el segundo que Dios siempre nos acompaña. En el tercero que la verdadera alegría es Cristo y el último que Él, Jesús, es la luz y que siempre queseamos luz para los demás entregamos nuestra vida y somos más felices.
CUENTOS PARA EL ADVIENTO
1er CUENTO: El perdón.
2º CUENTO: La
esperanza.
3er CUENTO: La alegría.
4º CUENTO: La luz.
"Había una vez una mujer. Cierto día, se le apareció un ángel, y le
dijo que, en recompensa por su dedicación Y bondad con las cosas de Dios, El mismo en
persona iba a ir a cenar esa noche en su casa.
La mujer se llenó de emoción y corrió a su casa a preparar todo para el gran
evento. Inmediatamente se puso manos a la obra, a planchar su mejor vestido
para recibir al invitado de lujo. En eso estaba cuando sonó el timbre. Al
acudir a la puerta, halló a una mujer muy pobremente vestida que le pedía algo
de ropa que no usase. "Perdone señora, pero estoy haciendo un trabajo para
alguien muy importante. Vuelva otro día".
Más tarde, comenzó a preparar la comida. Tenía que ser una cena de lujo. En
eso estaba cuando otra vez volvió a sonar el timbre. Esta vez era un niño con
cara de hambre que le pedía algo para comer. "Hoy no puedo darte nada,
porque estoy cocinando para el mismo Dios que viene a visitarme. Ven otro
día".
Así pasó rápidamente el día, hasta que por fin llegó la hora de la cena. La
mujer, nerviosa, vio como pasaban los minutos y las horas, y el invitado no
llegaba..
A la mañana siguiente, se le apareció el mismo ángel y le dijo: "Me
manda a preguntarte mi Señor que por qué no rezaste anoche, que extrañó tu
oración diaria". pero si El me dejó plantada, exclamó molesta la mujer. A
lo que el ángel le respondió: "Dios no falló a la cita. Es más, vino dos
veces, pero tú le dijiste que estabas muy ocupada para atenderlo, y que
volviera otro día".
ENCENDEMOS LA VELA DE PEDIRTE PERDÓN
PUES NOS QUEREMOS PREPARAR PARA TU LLEGADA
LA ESPERANZA.
Una noche tuve un sueño… Soñé que estaba caminando por la playa con el
Señor, y a través del cielo pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que
pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena : una era la
mía, y la otra, del Señor.
Cuando la última escena pasó ante nosotros, miré hacia atrás, hacia las
pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban
sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los
momentos más difíciles y angustiosos de mi vivir. Eso realmente me perturbó, y
pregunté entonces al Señor : "Señor, Tú ,me dijiste, cuando resolví
seguirte, que andarías siempre conmigo todo el camino, pero durante los peores
momentos de mi vida, había en la arena de los caminos de mi vida, solo un par
de pisadas. No comprendo por qué Tú me dejaste en las horas en que yo más te
necesitaba".
El Señor me respondió : "Mi querido hijo, yo te amo y jamás te
abandonaría en los momentos de sufrimiento. Cuando viste en la arena sólo un
par de pisadas, fue justamente allí donde Yo te cargué en mis brazos".
ENCENDEMOS LA VELA DE LA ESPERANZA PUES TÚ ESTÁS CON NOSOTROS,
VINISTE, VIENES Y VENDRÁS.
3º CUENTO: LA ALEGRÍA
"Usted perdone", le dijo un pez a otro. "Es usted más viejo
que yo, y con más experiencia que yo, y probablemente podrá usted ayudarme.
Dígame: ¿dónde puedeo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por
todas partes sin resultado".
"El océano", respondió el viejo pez, "es donde estás ahora
mismo".
"¿Esto?", replicó el joven pez totalmente desilusionado.
"Pero si esto no es más que agua…. Lo que yo busco es el Océano!", y
se marchó a buscar en otra parte.
¡Deja de buscar, pequeño pez! No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar
tranquilo, abrir los ojos y mirar. ¡No puedes dejar de verlo!
DEJA DE BUSCAR, LA ALEGRÍA ESTÁ AQUÍ, ES EL SEÑOR Y NADIE TE LO PODRÁ
QUITAR. ÉL ES LA ALEGRÍA DE TU CORAZÓN.
ENCENDEMOS LA VELA DE LA ALEGRÍA PUES
TÚ ERES LA VERDADERA ALEGRÍA DE NUESTRO CORAZÓN.
Erase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto
día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que
sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su "cabo"
y que servía para ser "encendida". Ser "encendida" ¿qué
significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo
supiese, porque era algo muy doloroso.
Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le
habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida.
Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día,
"la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con su presencia
contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber
recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una
alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que
la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de
un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró
una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al
servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues
en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar ahí",
tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar
morir la luz para no sentirse tan molesta.
También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire
que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la
luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas
corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a
darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían
tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las
demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se
preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió
también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas,
de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en
el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse,
encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres,
velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido
totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy
fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo
en mí!
ENCDENDEMOS LA LUZ, LA VELA DE QUE
CRISTO NACE YA PRONTO.
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