sábado, 5 de noviembre de 2016

IGLESIA DIOCESANA – IGLESIA PARTICULAR O LOCAL

 
Cuando hablamos sobre la Iglesia diocesana, lo primero que nos viene al pensamiento es «una tierra», recordándonos que la Diócesis está ubicada en lugar concreto con todo lo que esto conlleva. Hablamos de una porción de humanidad concreta, con una lengua, una historia, una cultura y una forma explícita y específica de ver la realidad.
No existe una Iglesia de Jesucristo en abstracto sino concreta, encarnada en un territorio particular donde viven hombres y mujeres redimidos por Jesús el Señor. No es posible una realidad auténticamente eclesial que no se sitúe prioritariamente y ante todo a nivel local.
La Iglesia de Jesucristo es al mismo tiempo universal y local y así se expresa en cada Diócesis. El Concilio Vaticano II nos ha enseñado a tener una atención permanente a los dos polos de una misma Iglesia. La Iglesia universal de Jesús, extendida por todo el mundo, toma cuerpo en las distintas Iglesias locales o Diócesis que, presididas por los Obispos, sucesores de los Apóstoles, son la manifestación principal y plena de la Iglesia de Cristo en cada región.
Si tenemos en cuenta las palabras de San Pablo a los Corintios (cf. 1Cor 1, 2), podemos advertir que la Iglesia que peregrina en Valladolid es una comunidad asentada en un territorio con límites precisos, y esta delimitación territorial ayuda a que la Diócesis desarrolle su misión específica. El establecimiento en un territorio es vehículo de encarnación en un ambiente humano concreto y determinado. Gracias a la territorialidad, nuestra Diócesis se ha conformado con rostro propio, con su carácter y modo propio de anunciar y vivir el Evangelio. El «lugar», la tierra, es muy significativo para vivir como Iglesia encarnada. Así pues, al Obispo que está a cargo de una Diócesis, el Derecho Canónico le llama el «ordinario del lugar».

La Iglesia existe de modo concreto, en el aquí y ahora, donde el cristiano puede y debe vivir la relación con Dios en el contexto comunitario de los hermanos. Solo en un lugar determinado se escucha la Palabra de Dios y se celebra la Eucaristía, como solo entre personas de carne y hueso se hace real el amor.

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