
Pero, lamentablemente parece que
llevamos el paso cambiado con la propuesta que nos hace Jesús el Señor y que nos hace su Iglesia. Pues parece importarnos
más la simple fiesta que el contenido teológico de la misma y la implicación de
compromiso eclesial que conlleva.
Tradicionalmente en muchos de nuestros pueblos el día más apropiado, porque
no había más que uno, era el Domingo de
la Ascensión, solemnidad que celebramos precisamente este Domingo. Y es que
el día que más se adecúa a cualquier celebración cristiana de la fe es el
Domingo, porque somos el Pueblo del Domingo, el Pueblo de la Eucaristía, y es en la Misa Familiar, celebración propia
en la que tenemos que integrar los distintos pasos que vamos dando en el
proceso de hacernos cristianos o en el proceso de madurar nuestra fe.
Jesús
el Señor, como no podría ser de otra manera, nos invita a la unidad, a
integrar en la Misa Dominical, especialmente durante el tiempo pascual o en la
Pascua Semanal, que es el Domingo, estos acontecimientos tan importantes para
un niño, para su familia, pero también para toda la comunidad cristiana.
Domingo es la palabra que más he
repetido, sí, hermanos, durante la semana estoy deseando que llegue el Domingo
para reunirme con Jesús y con mi comunidad para celebrar el Domingo.
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