sábado, 23 de abril de 2016

INICIACIÓN A LA EUCARISTÍA


            Nuestra diócesis durante todo este año se prepara para la celebración de un Congreso Diocesano Eucarístico, que “sirve” para vivir aún con mayor sensibilidad y afecto la celebración del Sacramento de la Eucaristía.
       Y los niños de nuestras parroquias celebrarán, especialmente, durante este tiempo pascual, su primera incorporación a la Mesa de Jesús el Señor.
La catequesis recibida durante los años previos, así como la educación en la fe recibida en la familia, la parroquia y la escuela, así como lo que ellos –desde su capacidad- van asimilando, les reserva un lugar cerca de Jesús en la Eucaristía.
Realmente esto es lo más importante, pero ¿no estaremos exagerando en lo que respecta a los preparativos?
Es un enorme gozo que la familia se reúna para celebrar tan grande acontecimiento. Jesús se alegra y nos anima. Pero, ¿no confundiremos en algunos casos, muchos, celebración con ostentación y de esta manera estemos “echando por tierra” todo lo cultivado durante el tiempo de la catequesis? ¿Cuál es el sentido cristiano de esta fiesta, que desgraciadamente en muchas ocasiones culmina como una etapa en el desarrollo vital de los niños?
A veces a uno le da por soñar, porque la utopía que nos ofrece Jesús el Señor en el Evangelio es todo un sueño, un sueño alcanzable. Pero desdichadamente lo que muchas veces –como digo- vemos, es que el proceso para llegar a ser cristiano para muchos es una pesadilla y lo que se desea es llegar cuanto antes a la meta (la celebración), aunque para ello fueran necesarios los atajos.
Quizá prefiramos seguir así, no menearlo, y no proponer caminos de renovación. Aún los números nos marcan mucho en lo que respecta a la “eficacia pastoral”. Pero tenemos derecho, aunque solo sea, a soñar la Iglesia que Dios Padre, unido al Hijo, nos inspira por el Espíritu Santo.

Necesitamos comunidades parroquiales amplias, sin distinción de edades, que vivan alegres su fe y que desde ahí se sientan con el deseo de contagiar la alegría de la fe para celebrar cada domingo el Día del Señor. La Eucaristía es “fuente y culmen” de la vida cristiana, no podemos vivir sin la Eucaristía, SOMOS EL PUEBLO DE LA EUCARISTÍA.

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