sábado, 13 de febrero de 2016

LA PALABRA DE DIOS














La liturgia de la Palabra nos propone para cada domingo lecturas muy bellas como para solamente oírlas. Tenemos que esforzarnos mucho para que la Palabra de Dios nos llegue en primer lugar a nuestros oídos. Parece que a veces tenemos problemas de audición; bien por problemas técnicos –que habría que solucionar-, bien porque oigamos pero no hagamos el esfuerzo por escuchar y los ministros de la Palabra desde el ambón por vocalizar. Es muy importante escuchar la Palabra, porque es eso, Palabra de Dios para nosotros hoy. Necesitamos cuidar la Palabra, prepararnos antes de proclamar la Palabra. 

Por eso, te sugiero una serie de recomendaciones: acércate físicamente a la Palabra, es Dios quien te habla, aproxímate, no temas, ten confianza y respeto a la palabra, venera la Palabra, hazla tuya: que pase de tus oídos a tu corazón. Es una Palabra vieja, pero que cada día se renueva. ¿Acaso no sucede lo mismo con el amor? Y, gracias a Dios, nos seguimos amando; el amor es viejo, pero precisa ser renovado en cada una de las etapas por las que van pasando los que se aman. 

Toca la Palabra, entra en contacto con la Palabra, ojea y hojea la Palabra, huele la Palabra. Escúchala con confianza. Tiene mucho que decirte y enseñarte. El Señor desea llegar a través de su Palabra a ti. Ojalá tus palabras puedan ser como las de la Palabra y se pueda decir de ti: “es testigo de la Palabra”.

Ten en casa la Palabra en un lugar digno y respetable, no es un libro más, no es una fotocopia que se lee en una celebración especial. En ocasiones enciende una lámpara cerca y repite en voz alta algunas de sus palabras, memorizas, ora con esas palabras como se ha hecho generación tras generación. Aprende a guardar silencio tras la proclamación de la Palabra.

La Palabra se lee y se transmite en familia. La Palabra despierta en este contexto deseos por conocerla. La parroquia ofrece la lectio divina, la catequesis, la formación, etc. para escrutar en ella. 

La Palabra es Sagrada, aprovecha este tiempo cuaresmal para leer más a menudo la Palabra, el Evangelio de cada día.

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