miércoles, 27 de enero de 2016

CAMBIAR... AL PASO DE DIOS



Los agentes de evangelización tenemos un nuevo reto en la transmisión de la fe a las generaciones nuevas: mostrar al mundo, con nuestros gestos y palabras, que la Iglesia es acogedora, que engendra hijos, que ama, es misericordiosa, busca la unidad, etc. Hoy, si hiciéramos una encuesta a la gente por la calle sobre “¿qué es para ti la Iglesia?”, muy probablemente nos la describirían como si fuera un ente institucional, que poco o nada tiene que ver con la realidad de la Iglesia. 

Según las encuestas más recientes, se vive con cierto desapego todo lo que huele a institucional, y por ende, no hay estima por la Iglesia. Se respira en la política, incluso se fomenta desde ahí, los medios de comunicación también cargan contra ella, etc. Lo preocupante es que cada vez son más las familias que se dejan llevar por estas tendencias. Para los que nos sentimos hijos de la Iglesia todo ello lo vivimos con resignación, pero no es suficiente; cambiemos al paso de Dios. ¿Cómo?

Quizá tengamos que visualizar más y mejor a la Iglesia como comunidad que nos hace Pueblo, que nos hace familia, fraternidad, que nos reúne especialmente cada Domingo. Si los lazos entre nosotros fueran todavía más humanos, como expresión idéntica de la relación que mantenemos en la familia, si viviéramos con mayor cordialidad nuestras relaciones, nadie es más, todos somos menos, haciendo cosas juntos, corresponsables, no solo sujetos pacientes; puede que cambiáramos al paso de Dios. A veces nos da como “corte” manifestar, expresar lo que llevamos dentro, nuestra experiencia religiosa personal, dar testimonio de nuestra fe. 

Si cambiásemos al paso de Dios, las familias que acogemos en nuestras parroquias visualizarían mejor la propuesta que la Iglesia hace hoy. Y algunas no vivirían como un enfrentamiento lo que la Iglesia ofrece y ellas están dispuestas a dar. Ojalá sean las mismas familias cristianas las que se lo cuenten unas a otras, que fueran ellas mismas las que se ayuden a identificar el paso de Dios por la Iglesia, el paso de Dios por su familia y el paso de Dios por cada uno de ellos.

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