Un nuevo adviento se hace presente en nuestra vida. Ojalá no sea un adviento más, aunque sí una oportunidad nueva para abrir nuestro corazón a Dios, para estar con Él. Dios siempre nos ofrece su mano para que la tomemos. En este mundo, es muy diferente ir por "libre" que ir de la mano del Padre.
Ciertamente cada adviento es diferente, el contexto muchas veces cambia, aunque también hay muchas semejanzas al primer adviento de la historia humana. Entonces y ahora, se nos invita a rememorar la experiencia del pueblo de Israel que tenía puesta en la espera del Mesías. Toda la esperanza de un pueblo respaldada por la promesa.
Nosotros vivimos un tiempo difícil, las últimas noticias nos hablan de terror, de violencia, de refugiados,... pero también de unidad, solidaridad.
El Señor siempre trae la Paz, es su mejor tarjeta de presentación. Nosotros no siempre estamos contentos con lo que tenemos, nos cuesta respetar la pluralidad, las diferencias. El Señor viene para todos, así como amanece para todos. En nosotros está acogerle o no. Para quienes le acojamos podremos tener la seguridad que no nos defraudará, sino que nos consolará plenamente.
Este adviento viene marcado por el Año de la Misericordia, que comenzará el próximo 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Que nosotros abramos la puerta de la misericordia, con todas estas alusiones, para no vivir como indiferentes con lo que pasa, sino implicados con nuestra sociedad, para comprometernos, como Dios lo hace y lo desea seguir haciendo a través de ti y de mí.
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