¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!
Que sea consciente de las cegueras que salen a mi encuentro.
Que esté dispuesto, siempre que haga falta,
a reconocer que el mejor oftalmólogo para mis ojos eres Tú;
que la escucha del Evangelio es la mejor receta,
la Eucaristía el colirium más saludable y certero;
la oración la mejor intervención quirúrgica para saber
hacia dónde y cómo mirar;
una iglesia la mejor consulta para la miopía.
¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!
Es el mundo quien al borde del camino
necesita una palabra de aliento.
Es la humanidad arrogante y hedonista pero vacía.
Es el ser humano que quiere
y no puede dirigirse en la dirección adecuada.
Es la tierra que en un afán de verlo
y entenderlo todo se niega a la visión de Dios.
Es el grito de aquellos que queremos estrenar
“gafas nuevas” para andar por caminos nuevos sin miedo a caernos.
PEDIR LO IMPOSIBLE
Que no seamos como aquel hermano nuestro que, no reconociendo la disminución en su vista, al pasar por delante de una consulta médica y confundiendo un árbol con un peatón le dijo: “yo no necesito ningún oftalmólogo… gracias a Dios veo muy bien”.
La FE, entre otras cosas, son los OJOS para situarse ante las personas,
ante los acontecimientos de la vida,
ante nosotros mismos, ante las dificultades
o los éxitos con una dimensión más profunda y verdadera: JESÚS .
Que, como Bartimeo, pidamos a Dios incluso lo imposible:
la vista en medio de tanta oscuridad.
Pero, sobre todo, y que al igual que Bartimeo,
cuando abramos los ojos,
lo primero que veamos sea el rostro de Jesús.
a reconocer que el mejor oftalmólogo para mis ojos eres Tú;
que la escucha del Evangelio es la mejor receta,
la Eucaristía el colirium más saludable y certero;
la oración la mejor intervención quirúrgica para saber
hacia dónde y cómo mirar;
una iglesia la mejor consulta para la miopía.
¡SEÑOR…QUE PUEDA VER!
Es el mundo quien al borde del camino
necesita una palabra de aliento.
Es la humanidad arrogante y hedonista pero vacía.
Es el ser humano que quiere
y no puede dirigirse en la dirección adecuada.
Es la tierra que en un afán de verlo
y entenderlo todo se niega a la visión de Dios.
Es el grito de aquellos que queremos estrenar
“gafas nuevas” para andar por caminos nuevos sin miedo a caernos.
PEDIR LO IMPOSIBLE
Que no seamos como aquel hermano nuestro que, no reconociendo la disminución en su vista, al pasar por delante de una consulta médica y confundiendo un árbol con un peatón le dijo: “yo no necesito ningún oftalmólogo… gracias a Dios veo muy bien”.
La FE, entre otras cosas, son los OJOS para situarse ante las personas,
ante los acontecimientos de la vida,
ante nosotros mismos, ante las dificultades
o los éxitos con una dimensión más profunda y verdadera: JESÚS .
Que, como Bartimeo, pidamos a Dios incluso lo imposible:
la vista en medio de tanta oscuridad.
Pero, sobre todo, y que al igual que Bartimeo,
cuando abramos los ojos,
lo primero que veamos sea el rostro de Jesús.
¡Feliz Día del Señor! ¡Que veamos!
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