Acabamos de
comenzar el Año Jubilar de Santa Teresa
de Jesús, coincidiendo con el quinto centenario de su nacimiento. Por esta
razón el Papa Francisco nos bendice con un tiempo en el que podremos
profundizar en la vida y obras de esta doctora de la Iglesia.
Incluso en
una breve semblanza de la vida de Teresa de Ávila son muchos los aspectos en
los que un catequista podría reparar: mujer de Dios, enamorada de la persona de
Jesús, constante en la oración y al mismo tiempo despierta a lo que ocurre en
el mundo; con valores como la constancia, la templanza, la humildad, la
caridad, el servicio, etc.
Toda su vida
partía de una fuerte y profunda experiencia de Dios. Este era su manantial de
vida que ella sabía conducir por dónde ella consideraba estar más inspirada. Él
lo era todo para ella y por eso podía no solo sentir, sino vivir aquello del
salmo 63: “Tu gracia vale más que la vida”; por eso también ella era todo para
Él. Santa Teresa vivía totalmente configurada por el Señor.
Son innumerables los testimonios de
esta pasión por Cristo. En sus obras nos describe su apego por el Señor. Ríos
de tinta narran su amor apasionado y su vida entregada, en medio de un tiempo
nada fácil, en ocasiones muy duro, unas veces por la enfermedad, por la desolación
espiritual, por la sociedad, etc. En un tiempo nuevo, ella propuso un estilo de
vida. Eran “tiempos recios” en los que decía ella “es menester amigos fuertes
de Dios para sustentar a los flacos”. Época, aunque muchas veces llena de
trabas y dificultades, en el que nos muestra el olor de Jesucristo con el que
perfumaba a su alrededor, especialmente con sus hermanas de comunidad, pero también
con muchos que le conocían, incluso le pedían consejo y le estimaban.
Demos
gracias a Dios por esta Santa, démosle gracias porque hace posible que algunos,
puedan vencer las tentaciones seductoras que la vida nos ofrece. Ojalá todos
nosotros aspiremos a la santidad, y de esta manera, estemos más cerca de Él y
del prójimo. Vivamos este año, como el paso del Señor por nosotros que nos
susurra: te amo, y en esas palabras
descubramos la fuerza de su Espíritu que nos envía a evangelizar pues desea
renovar la faz de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario