lunes, 8 de julio de 2013

El Catecismo de la Iglesia Católica al servicio de la fe y de la catequesis en la Nueva Evangelización

Más arriba se indica el título de nuestra XX Aula de Verano de los catequistas de la "Región del Duero" o "Iglesia en Castilla" que tuvo lugar en Villagarcía de Campos (Valladolid) los pasados 5 y 6 de julio.

Participaron en dicho encuentro unos 60 catequistas y sacerdotes de las distintas diócesis que configuran esta Región Eclesiástica. Algunas caras ya conocidas y otras muchas también nuevas. Muchos de ellos sirves a sus parroquias y diócesis como catequistas pero otros también lo hacen desde la animación y coordinación de otros compañeros catequistas.

El tema este año ha tenido que ver totalmente con el Catecismo de la Iglesia Católica, en su 20º aniversario y también en su aplicación o puesta en marcha en nuestras catequesis. Para ello D. Juan Luis Martín Barrios, secretario de la subcomisión de Catequesis de la CEE y delegado diocesano de catequesis de la diócesis de Zamora, nos ayudó con su reflexión y experiencia.

Juan Luis tuvo cinco intervenciones, a modo de ponencia, y una más en la que recogió lo extraído en los diferentes grupos de trabajo y, finalmente, aportó su particular conclusión.

En un primer momento el ponente partió de una frase de Santa Teresa de Jesús que claramente podemos aplicar a nuestros tiempos: "En estos tiempos recios son menester amigos fuertes de Dios". Partió de la propia experiencia para dibujar el testimonio que aporta el acto de la fe. Se hizo un amplio análisis de la realidad desde el pasado más reciente hasta nuestros días para concluir como la fe es una propuesta para la cultura actual y la respuesta de la Iglesia.

Seguidamente, Juan Luis trató el tema del "Catecismo de la Iglesia Católica al servicio de la fe y de la Iglesia", comenzó aludiendo a la primera pregunta que hacía el Catecismo: "¿Cómo se hace un cristiano". Y que hoy traduciríamos por: "¿Cómo iniciar a la fe?". Hizo un precioso y sencillo recorrido de los distintos catecismos que han surgido a lo largo de la historia hasta nuestros días. Terminó enfocando el Catecismo como un capítulo en la historia de la fe y en la vida de la Iglesia.

En tercer lugar "El Catecismo de la Iglesia Católica, un don privilegiado al servicio de la Iglesia y del mundo". Con esta ponencia Juan Luis presentó a los catequistas de la región el Catecismo en sí: su propuesta, su elaboración, su autoría y autoridad, naturaleza, fuentes, finalidad, destinatarios, estructura,... Para terminar presentado distintos catecismos locales que proceden del Catecismo Universal de la Iglesia Católica, como por ejemplo: Jesús es el Señor para la Iniciación Cristiana. También se aludió a otros que han ayudado en la Iniciación Cristiana a lo largo de los últimos años, así como otros materiales y elaboración que también contienen y expresan la fe de la Iglesia: El Compendio del Catecismo, el Youcat, las fichas para la guía y lectura del Catecismo, etc.,...

Y en último lugar: "El Catecismo de la Iglesia Católica, un servicio de la Iglesia a la humanidad", en el que se abordaron temas como: el sentido de creer y los contenidos positivos de la fe, el misterio de la historia y el misterio de cada hombre, la nueva existencia del hombre en quien Cristo vive, la realización personal de la fe en la vida de oración, las distintas partes del Catecismo articuladas entre sí y Juan Luis dio unos consejos al oído para catequistas apasionados en su ministerio.

Los catequistas han coincidido en sus intervenciones en reconocer que la fe nos ayuda a vivir lo mismo pero de otra manera, cuando esta se desvirtúa todo lo demás también, los tiempos actuales son difíciles pero apasionantes, siempre estamos en estado de conversión, el boca a boca es un medio de evangelización muy eficaz, se aprecia la necesidad de formarnos y cuidar la oración (relación fe y vida), a la transmisión de la fe le falta más el ámbito de la experiencia y, finalmente, la acogida puede marcar en una parroquia a todo lo que venga después.

Y la conclusión de Juan Luis giro en torno a una triple espiritualidad: la de la paciencia, aquella que sin olvidar la doctrina tenga en cuenta la experiencia y la que invite y enseñe a orar (la oración como espacio necesario para interiorizar la experiencia creyente).

El aula también ha favorecido momentos para conocer, vivir, celebrar y orar; dimensiones más propias de la catequesis.









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