Lo llevábamos esperando un
tiempo, y a medida que se acercaba la fecha nuestra ilusión y deseos de
encontrarnos y convivir aumentaba. Así la tarde del viernes, día 12 de
julio, nos reunimos un grupo de
catequistas a la puerta del obispado con dirección a Lebanza.
Lo
primero que hicimos fue colocar nuestras cosas en la habitación. A continuación
compartimos la cena y después de una pequeña sobremesa y algunas canciones,
fuimos a la capilla donde juntos tuvimos una oración.
Y
en medio de la naturaleza, donde Dios derramó su hermosura, descansamos,
disfrutando de la paz y del silencio de la noche. Las estrellas en este lugar
tienen un brillo especial y a cada paso salía de nuestros labios: “Señor, Dios
nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra” (Salmo 8)
El
sábado amaneció un día espléndido. ¡Qué maravilla al abrir los ojos y
encontrarnos con un sol radiante!
Después
de desayunar tan ricamente nos reunimos
para rezar Laúdes. ¿Qué tendrá la naturaleza que te hace sentir a Dios más
cerca?
El
domingo también amaneció espléndido. Es este un lugar donde se palpa a Dios y
sus obras dejan ver su presencia.
Después
del desayuno rezamos Laúdes en la capilla y la preparación de la Eucaristía por grupos,
junto con algún paseo por el monte, llenó la mañana.
Durante
estos día se ha creado un ambiente de
alegría, amor y unidad entre todo el grupo.
Nos
ha dado pena por las personan que estando decididas no han podido ir y sobre
todo por la indiferencia de otros muchos
que no han tenido interés. Os esperamos para el próximo verano.
Antes
de despedirnos no faltó una gran partida de bolos.
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