Ya pasó el II Encuentro de niños de catequesis en el Seminario de Valladolid. Estoy muy contento de dicho encuentro y muy agradecido a tantos catequistas, familias y sacerdotes que han promovido este encuentro para que fuera un día de convivencia, de amistad y cercanía a Jesús. Muy agradecido al Seminario de nuestra diócesis por su acogida, su disponibilidad y su actitud de puertas abiertas.
Nos hemos juntado cerca de 200 niños representando a más de 20 parroquias de nuestra diócesis, tanto del mundo rural como de la ciudad. Acompañados de muchos catequistas y de algunos sacerdotes. No son tiempos para tener en cuenta los números, pero junto a estos hay que añadir la calidad de todos ellos, la mejor tierra para que la semilla del Evangelio cayera y diera fruto.
La bienvenida, la oración y contemplación, el trabajo de las parábolas, los descansos y almuerzos, las catequesis, tiempo libre, la Eucaristía, etc.,... han estado llenos de la alegría de la fe, del compartir y alimentar esa fe que hemos recibido como un don que se lleva por dentro pero que se nota por fuera.
"Yo soy el pan de vida" (Jn 6, 35) ha sido nuestro lema. En la víspera de la Solemnidad del Corpus Christi nos hemos acercado un poquito más al Señor, para sentir su ternura el pulso de su Corazón, un Corazón que palpita en el Sagrario y está esperando nuestro amor.
Junto a la docilidad de los más pequeños de nuestra diócesis y el acompañamiento del buen hacer de los catequistas, se agradeció la presencia de los padres, de la familia. Así hemos podido vivir como verdadera familia diocesana que nos muestra muestra ese amor que procede del Dios Trinidad.
Ojalá la experiencia que ayer vivimos nos mueva a estar más cerca del Amor a Dios y al amor al prójimo como se nos invita siempre pero especialmente en la jornada del Corpus Christi.
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