No resulta fácil, María (nombrar a la Patrona )
expresar todo lo que el corazón
siente en estos momentos:
JESÚS llena, con su presencia,
la vida de todos los que, con oración y emoción,
le hemos recibido por primera vez en este día.
Quisiéramos, Virgen María,
ofrecerte uno de los momentos
más brillantes y esperados de nuestra fe.
Una de las horas más inolvidables de nuestra vida.
El instante donde, por dentro, nos sentimos fuertes
porque Jesús ha decidido salir a nuestro encuentro
y convertirnos en sus AMIGOS E INVITADOS.
Te ofrecemos, María, nuestro deseo de seguir adelante.
Te ofrecemos, María, nuestra promesa de no olvidar a Jesús.
Te ofrecemos, María, la alegría que nos ha dado
el llenarnos del Cuerpo y la Sangre del Señor.
No nos dejes de tu mano, María, en este Año de la Fe:
cuando nos apartemos de Dios,
recupéranos para que volvamos a Él.
Cuando nuestras almas se enfríen,
acarícialas con tu mano para que sean más cálidas.
Cuando nos alejemos de la Mesa Santa, de la Iglesia…
recuérdanos que, sin ella, seremos más débiles y menos fuertes.
María:
Aquí, a tus pies, dejamos todo lo que somos y tenemos.
Gracias por ayudarnos a descubrir a Jesús.
Gracias por enseñarnos a amar a Dios.
Gracias por estar junto a nosotros.
Hoy, porque nuestro corazón está lleno de alegría
de paz, de amor y de Dios
te consagramos toda nuestra vida
para que en, todos los años que vivamos en la tierra,
Dios nos acompañe y seamos felices. Amén
Javier Leoz
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