¡Feliz
Año Nuevo 2013!
Espero
que esteis pasando unas felices Navidades en compañía del Señor, recién nacido
para nosotros y nuestro mundo, y en el de nuestras familias.
El
Señor ha deseado nacer en el seno de una familia sencilla, piadosa, acogedora,
comprensiva, etc.,... y sobre todo Sagrada. No hace mucho celebramos esta gran
fiesta. La Sagrada Familia es un modelo claro de conducta cristiana a seguir,
tanto personal como familiarmente hablando. En familia el respeto es uno de los
valores más importantes pues cada uno de los miembros que la forman se sienten
especialmente vinculados al resto. Cada uno se siente escuchado, valorado,
amado, servido, etc.,...
Esta
realidad familiar, como sabemos muy bien por la práctica, ha de estar muy unida
a la estancia parroquial y escolar. Se percibe con agrado aquellos niños,
adolescentes, jóvenes y adultos, que en su familia viven la fe cristiana como
propio de su "ser familia". Por ello, la tarea catequética ha de estar muy
vinculada a la vivencia familiar.
Como miembros de una comunidad cristiana,
ciertamente nos sentimos familia más amplia, enviados al mundo para ofrecerle la
nueva evangelización que se merece. Pero no olvidemos que esta labor catequética
la realizamos siendo miembros de una familia, "Iglesia doméstica", con la que
compartimos misión, transmisión de la fe, en convivencia con otros miembros de
la comunidad, etc.,...
Si hablaba del valor del respeto en la
familia, que importante será respetar las opiniones de los demás, aun cuando
muchas veces no sean coincidentes con las nuestras. En muchas ocasiones nos
sentiremos acompañados e, incluso, animados, pero en otras
incomprendidos.
El
Espíritu del Señor nos anima a seguir con ánimo, con un nuevo ardor,
evangelizando en nuestros contextos: familiar, escolar y parroquial. Pero no
olvidemos el gran valor que tenemos cada uno en nuestras familias, a ellos nos
debemos en primer lugar, nos les descuidemos por la misión, pues -como decía al
principio- en medio de ella hemos sido enviados. Y, sobre todo, compartamos y
transparentemos el misterio de Cristo en muchas de nuestras familias, más
ampliamente hablando, que desconocen que ha nacido el Redentor.
Gracias
a todos/as por vuestra misión y vocación.
Un
abrazo muy grande, mi oración y bendición,
Juan
Carlos Plaza Pérez
Delegado
Diocesano de Catequesis
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