domingo, 21 de octubre de 2012

Nueva intervención de D. Ricardo en el Sínodo de los Obispos

Relación de los Círculos Menores Hispanicus A


S. E. R. Mons. Ricardo BLÁZQUEZ PÉREZ
Arzobispo de Valladolid
(España)

Viernes, 19 de octubre de 2012
Varios participantes han situado la presente Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana” en la continuación del camino abierto por el Concilio Vaticano II. Lo que a la Iglesia se pide ahora es que infunda la savia viviente y divina del Evangelio en las venas de la humanidad.
Evangelizar significa anunciar buenas noticias, comunicar alegres nuevas de parte de Dios.

Por eso, también podemos en los acontecimientos de la historia percibir los signos de Dios y sus llamadas, La Evangelización comporta también cercanía y dialogo con los hombres para escucharlos y conversar con ellos sobre sus búsquedas e indigencias.
El Señor cuenta con nosotros en la evangelización para transmitir la fe y la salvación, Jesucristo resucitado ha constituido con su Espíritu a la Iglesia sacramento universal de salvación. La mediación instrumental en la evangelización exige a la Iglesia como tal y a sus hijos conversión permanente a Dios.
Por ello, los santos y mártires han sido evangelizadores preciosos en todas las coyunturas de la historia (ej. monjes, órdenes mendicantes, congregaciones religiosas, nuevos movimientos). La santidad, la fe vibrante, el encuentro vivo con Jesucristo, la oración, el ardor apostólico, el celo pastoral, la pedagogía en la transmisión de la fe, la caridad solícita, el amor a los pobres y a los heridos por la vida son actitudes recordadas muchas veces en el grupo.
La Nueva Evangelización tiene que ver con los tiempos nuevos, con los cambios acelerados, profundos y universales (globalización). ¿Por qué desde hace ya algunos decenios, Juan Pablo II habló de la necesidad y urgencia de acometer una Nueva Evangelización? Puede ser porque las efemérides entonces celebradas remitían a acontecimientos decisivos de la historia; pero, además, señalan cambios que a todos nos afectan, tanto a la Iglesia como a la humanidad a la que el Señor nos ha enviado.
¿Vivimos un cambio de época? ¿Una época con muchos cambios? Ciertamente, padecemos crisis, que son al mismo tiempo desafíos y oportunidades, que dificultan de modo particular la vida cristiana y la transmisión de la fe, dañan la imagen de la Iglesia y obstaculizan la inserción confiada de muchos en la comunidad cristiana.
Nos inquieta el que de la Iglesia estén saliendo personas unas veces de forma clamorosa y otras de modo silencioso. Lo que hasta hace muchos años era suficiente en la acción pastoral ahora no basta. Padecemos desajustes, insatisfacciones e inquietudes.
La Iglesia necesita de nuevo obedecer al mandato misionero del Señor: “Id al mundo entero, a todas las latitudes, a todos sectores de la humanidad, en sus “desiertos espirituales”, en sus riquezas y pobrezas, a anunciar el Evangelio, que se concentra en la persona de Jesucristo, que murió por nosotros, que vive para siempre y nos acompaña en todos los caminos de mundo.
La Nueva Evangelización tiene como destinatarios a los bautizados y a los que se han distanciado de Dios y de la Iglesia. Toda la Iglesia (obispos, presbíteros, religiosos/as, laicos; diócesis, parroquias, congregaciones religiosas, movimientos) debe ser evangelizada, haciendo examen de conciencia y reconociendo sus fallos y pecados; y al mismo tiempo debe participar en la evangelización. La Iglesia entera debe experimentar un nuevo impulso misionero.

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