Si hay algo que caracteriza la personalidad de Jorge Mario Bergoglio es su carácter alegre; propio de su manera de ser, de su identidad. Para él, el humor es tónica habitual en el trato con los demás, además de ser un buen síntoma de su profunda alegría.
Con motivo de su elección como Sumo Pontífice leí su autobiografía, anteriormente sabía un poco de él, pero solo de oídas, pero ciertamente es público y notorio es su gran alegría. Alegría que contagian y que transmite en sus hechos y palabras, alegría que evangeliza incluso a aquellos poco despiertos a la fe o al sentir de la Iglesia.
Sus palabras, sus textos, sus homilías, sus expresiones, sus alocuciones, sus documentos magisteriales, etc. son los propios de un hombre que está contagiado de la alegría que produce el encuentro con Jesucristo resucitado.
Pues bien, de nuevo el Papa Francisco pone sobre la mesa el tema de la alegría y lo hace a través de la recién publicada Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate(Alegraos y regocijaos), título que le sugiere para hablar sobre la llamada a la santidad en el mundo actual. En noviembre de 2013, fue su primera ExhortaciónEvangellii Gaudium(La alegría del Evangelio) en la que nos hablaba del anuncio del Evangelio en el mundo actual. Un documento del todo programático, como él mismo menciona al principio del texto. En marzo de 2016, fue otra Exhortación, Postsinodal, Amoris Laetitia(La alegría en el amor), sobre “El amor en la familia”.
Claramente el Santo Padre nos está diciendo que el anuncio del Evangelio en el mundo actual es alegría y ha de llevar a la alegría. Que el amor en la familia ha de verse como alegría en todas y cada una de sus dimensiones. Que la llamada a la santidad en el mundo actual ha de estar envuelta a lo largo de toda su trayectoria y ha de verse envuelta en la alegría, por lo contrario, como diría Santa Teresa de Jesús: “un santo triste es un triste santo”. Realmente la alegría ha de invadirlo todo y por ello damos la razón a San Pablo cuando afirma y exhorta: “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” (Flp 4, 4).
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