miércoles, 19 de diciembre de 2012

Equipo asesor de la Subcomisión de Catequesis de la CEE

 

Juan Carlos, nuestro delegado diocesano, participó el pasado martes en el primer encuentro de asesores de la subcomisión de Catequesis de la CEE. 

Un representante de cada provincia eclesiástica se dio cita en Madrid. Se pretende con este equipo dinamizar aún más la catequesis de España, así como trabajar más en equipo.

lunes, 17 de diciembre de 2012

ESCUELA DIOCESANA DEL CATEQUISTA

EL PRÓXIMO JUEVES, A LAS 20,00H EN EL ESTUDIO TEOLÓGICO AGUSTINIANO TENDREMOS NUESTRO ENCUENTRO PRESENCIAL DEL MES DE DICIEMBRE. LOS TEMAS ESTÁN COLGADOS EN EL BLOG PARA TODO EL MES.



domingo, 9 de diciembre de 2012

Ordenación diaconal de dos catequistas de la diócesis



Hoy nuestra diócesis comparte la alegría de Sebastián Aldavero García y Jesús García Gañán, seminaristas que realiza su etapa pastoral en las parroquias de Medina de Rioseco y de Cigales, respectivamente. Esta tarde a las 17,00h serán ordenados por nuestro arzobispo D. Ricardo. 

Damos gracias al Señor por darnos la oportunidad de compartir con ellos nuestra vida de fe. 


Diácono con “D”

En el fondo nos recuerda a todos que en la comunidad cristiana estamos llamados a servir.





Comencemos con el Decálogo del diá
cono:

Dios le llama y él responde con un “aquí estoy”.
Delantal y estola son símbolos de su actitud de servicio.
Disponibilidad es su manera de estar y de vivir.
Dinamiza la vida de la comunidad desde la caridad y la Palabra.
Doctor que lleva la medicina de la escucha y el amor a los enfermos.
Don es su existencia cuando vive para los demás.
Domingo es su día favorito para practicar la comunión.
Detiene injusticias y lanza gritos a favor de los pobres.
Dedica su tiempo a niños, jóvenes y adultos para que conozcan a Jesús.


Jesús y Sebastián, pronto serán diáconos al estilo del Corazón de Cristo.

Recordemos la función de los diáconos en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra». Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármena y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos (Hch 6,1–6).






jueves, 6 de diciembre de 2012

Catecismo de la Iglesia Católica



En la presentación oficial del Catecismo de la Iglesia Católica (CCE) el 7 de diciembre de 1992, el Papa Juan Pablo II afirmó que la publicación del Catecismo era uno de los mayores acontecimientos de la historia reciente de la Iglesia, pues volver a proponer la doctrina cristiana de siempre según las exigencias de la época moderna es un don precioso, rico, verídico y profundamente arraigado en el pasado. Por segunda vez en su historia, la Iglesia se da a sí misma un instrumento como este. El Catecismo Romano de 1566 y el CCE de 1992 son los dos únicos catecismos publicados pro el Papa para uso de la Iglesia universal.

lunes, 3 de diciembre de 2012

RETIRO DIOCESANO DE ADVIENTO


EL PRÓXIMO 15 DE DICIEMBRE TENDREMOS EL RETIRO DE ADVIENTO PARA LAICOS, AL QUE ESTAMOS INVITADOS TAMBIÉN LOS CATEQUISTAS DE LA DIÓCESIS. SERÁ A PARTIR DE LAS 16,30 HASTA LAS 20,30H EN LA IGLESIA DEL SALVADOR (VALLADOLID). ESTARÁ DIRIGIDO POR D. MIGUEL ÁNGEL ARRIBAS (DIRECTOR ESPIRITUAL DEL SEMINARIO DIOCESANO DE MADRID). TIEMPO PARA ESPERAR EN ESPERANZA, PARA ORAR Y CELEBRAR.

16,30H - Comunicación: EL ADVIENTO 

Silencio y Oración

             - Comunicación: EL AÑO DE LA FE

19,30H - EUCARISTÍA

Silencio y Oración

domingo, 2 de diciembre de 2012

San Francisco Javier - parte IV

San Francisco Javier - parte III

San Francisco Javier - parte II

San Francisco Javier - parte I

Envío del Catequistas - PALENCIA 2012

Bajo el título, "La fe: pilar para la Nueva Evangelización", quise integrar reflexiones sobre el Año de la Fe en clave de Nueva Evangelización y teniendo a María por testigo.

Fue un día muy bonito, en el Seminario Menor Diocesano de Palencia, donde nos encontramos catequistas -de la diócesis -tanto del mundo rural como de la ciudad- con su obispo, D. Esteban, a la cabeza.

La tarde comenzó con la acogida a la puerta del seminario, una sencilla oración, presentación por parte de María Lourdes del encuentro, exposición de la charla, trabajo breve por grupos y celebración de la Eucaristía-Envío del Catequista.

martes, 27 de noviembre de 2012

RETIRO DIOCESANO DE ADVIENTO

EL PRÓXIMO 15 DE DICIEMBRE TENDREMOS EL RETIRO DE ADVIENTO PARA LAICOS, AL QUE ESTAMOS INVITADOS TAMBIÉN LOS CATEQUISTAS DE LA DIÓCESIS. SERÁ A PARTIR DE LAS 16,30 HASTA LAS 20,30H EN LA IGLESIA DEL SALVADOR (VALLADOLID). ESTARÁ DIRIGIDO POR D. MIGUEL ÁNGEL ARRIBAS (DIRECTOR ESPIRITUAL DEL SEMINARIO DIOCESANO DE MADRID). TIEMPO PARA ESPERAR EN ESPERANZA, PARA ORAR Y CELEBRAR.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Ignacio García Santos - D.E.P.















Hoy hemos comenzado el día con esta triste noticia: 
nuestro compañero de Segovia, Nacho, había 
fallecido a causa de un accidente. Ha sido una triste 
noticia. Algunos de nosotros le habíamos visto por 
última vez en el homenaje a D. Manuel del Campo 
en la Universidad Eclesiástica "San Dámaso" (Madrid). 
Siempre tan servicial, tan simpático y alegre.

Pidamos al Señor que le tenga en su gloria y 
nosotros recemos para que esto sea así.

Nacho, desde aquí nuestra oración sincera. D.E.P.


cee


Madrid, 22 de noviembre de 2012
Secretariado de la Subcomisión Episcopal de Catequesis
A los delegados diocesanos de catequesis

Queridos amigos y hermanos: Gracia y paz.

Os comunico para vuestro conocimiento, 
y lo encomendamos al Señor, que ha fallecido
D. Ignacio García de Santos, delegado de catequesis de Segovia. 
Atropellado por un coche, murió a las pocas horas en el hospital.

Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe

58 proposiciones del Sínodo 2012

sábado, 17 de noviembre de 2012

DIOS ESTA AQUI

NO HAY DIOS MAS GRANDE QUE TU

MUSICA INFANTIL CRISTIANA ALZAD LAS MANOS , KARAOKE

#razonesparaconfiar - PREPARANDO EL ADVIENTO



Adviento 2012:
#razonesparaconfiar
Tal vez has entrado para descargar, como otros años, TODOS los materiales. Pero este año queremos hacerlo poco a poco. Lo primero que hemos pensado, para estos días antes de Adviento, es una campaña para crear espectación ("teaser"). Para ello ya dispones de diferentes materiales que colgamos aquí, y también los recursos que encontrarás en:

ALZAR LAS MANOS Y DAR LA GLORIA A DIOS

Reunión de trabajo_Directorio de Iniciación de los Sacramentos_16-11-20...

jueves, 15 de noviembre de 2012

Encuentro de Catequistas - Adviento / Navidad 2012

Casi un centenar de catequistas de la diócesis nos hemos dado cita esta tarde en la parroquia de San Fernando (Valladolid). Entre los cuales también agradecemos la presencia de algunos sacerdotes y diácono.

La jornada comenzó a las 16,30h de forma muy puntual. D. Pedro García Sánchez, nos acogía como párroco de esta comunidad. Los catequistas han preparado todo con mimo y cuidado. Les agradecemos todos su disponibilidad y hospitalidad.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las partes de la Misa


Buenos días a todos/as,


No olvidéis nuestro encuentro de hoy para preparar el tiempo de Adviento y la Navidad. Tenemos que ir disponiéndonos.

Ya sabéis:

Jueves 15 de noviembre
16,30h - Parroquia "San Fernando" (Valladolid)

Conseguir lo máximo

lunes, 12 de noviembre de 2012

CORO DIOCESANO


PILAR CABRERA NOS ESCRIBE:

Estamos retornando la actividad con el coro diocesano joven www.cdjvalladolid.blogspot.com 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL SECRETO DEL AÑO DE LA FE (The Secret of the year of Faith) 2012-2013

INFORMACIONES VARIAS

Buenos días a todos/as,


No olvidéis que el próximo 15 de noviembre, jueves, a las 16,30h tendremos una cita en la parroquia de San Fernando (C/ Amor de Dios, 33 - Valladolid) para ir preparando el Adviento y la Navidad pensando en nuestros destinatarios: niños y familia. A las 19,00h podremos participar de la Eucaristía con el resto de la comunidad.



http://www.auvasa.es/dnparadas.asp PARA VER DISTINTAS PARADAS DE AUTOBÚS,...


Ya sabéis que en la Delegación Diocesana de Catequesis tenemos materiales que ha confeccionado la Subcomisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española para reflexionar en torno al año de la Fe. Precio de los mismos 9,00€ (nos hacen el 25% de descuento por medio de la Delegación).




También tenemos materiales para trabajar el Compendio del Catecismo. Ideal para trabajar con adultos. El precio es de 10,00€ (por el mismo motivo).




AMBAS SE PODRÁN ADQUIRIR EN LA DELEGACIÓN DE CATEQUESIS. EL 15 DE NOVIEMBRE LLEVARÉ EJEMPLARES A LA PARROQUIA SAN FERNANDO. SE AGOTAN LAS EXISTENCIAS. DE AMBOS LLEVAN VARIAS EDICIONES.


El mes de octubre ha sido muy sustancioso eclesialmente hablando: por un lado el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización para la transmisión cristiana y, por otro lado, la apertura del Año de la fe. Os presento algunos enlaces donde podéis acercaros a las palabras del Papa en los distintos momentos.




Que bonito y profundo mensaje final del Sínodo de la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe, estas palabras son lúcidas y junto a la homilía que acaba de tener el Papa Benedicto XVI, en Roma, clausurando el Sínodo, son un auténtico broche de oro.

Bartimeo perdió la vista, pero no le impide querer ver. Esta es la llamada que tenemos todos los evangelizadores, querer devolver la vista como el Señor lo hizo. Estemos atentos a tantos y tantas que viven a nuestro alrededor y que también están al borde del camino porque no ven. Mirar no es lo mismo que ver.

El mensaje final del Sínodo nos habla de sed de Dios, y el Papa nos habló de auténtica desertificación en la inauguración del Año de la Fe. Se nos pide que seamos auténticos testigos. Nuestra fe parte de una relación con el Señor, del encuentro con la belleza que es el mismo Señor. La Iglesia es esa mediación que me ha de ayudar al encuentro con el Señor. Por ello se precisan comunidades acogedoras, centradas en la celebración dominical que nos ayude a prolongarla en el tiempo y en el espacio, dando testimonio en la vida, testimonio de una santidad de vida. Para ello tenemos mediaciones muy importantes que nos han de ayudar en el camino de la fe (como sugiere todo el Evangelio de Marcos): la lectura de la Sagrada Escritura y la Tradición. Además de estar atentos a nuevas formas de estar con Él. No olvidemos que la Nueva Evangelización no es ajena a nosotros mismos, por ello todos somos llamados a la conversión. Ahora, no olvidemos que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rm 5, 20), aun siendo débiles contamos con la inspiración del Espíritu Santo. El servicio a la caridad es connatural a la fe (cf. Gal 5, 6) y el valor de la familia en la transmisión de la fe son fundamentales en nuestra identidad cristiana y en la identidad con Cristo y en la comunión con Él (cf. CT 5; DGC 80). Todos somos protagonistas: la obra de la evangelización es de todos: parroquia, los agentes de pastoral, etc.,... que importante profundizar nuestra espiritualidad y dar mucha importancia a la formación. Los jóvenes son muy importantes en la obra de la evangelización, especialmente en sus ambientes; aquí radica la llamada a no caer en el pesimismo, sino en la esperanza. "La Nueva Evangelización tiene su centro en Cristo y en la atención a la persona humana, para hacer posible el encuentro con Él". Que bellas palabras para iluminar el diálogo con las culturas, "semillas del Verbo", el diálogo de la Fe y la Razón, los MCS, el arte y la espiritualidad, la preocupación por la situación actual, especialmente por el paro, etc,... Finalmente, es en el rostro del pobre donde resplandece el rostro de Dios, de ahí que tengamos que ejercitarnos en el don y experiencia de la contemplación así como en mirar, ver, el rostro del pobre. María, será la estrella que pudiera iluminarnos en este desierto, desierto que aunque pueda ser seco, es lugar de intimidad, de encuentro.





También os recuerdo otros enlaces que os pueden ayudar en el quehacer catequético:







Y, también, os propongo las siguientes celebraciones para este año, ENTREGAS:


Infancia 1


- Entrega del Catecismo "Jesús es el Señor"

- Entrega de la Cruz

- Entrega del Evangelio


Infancia 2


- Entrega del Padre Nuestro

- Entrega del Decálogo


Infancia 3


- Entrega del Símbolo

- Celebración del Sacramento de la Penitencia


En los archivos adjuntos podéis ver el desarrollo de algunas de esas celebraciones, así como los documentos que se pueden entregar.


NOTA: NIÑOS SIN BAUTIZAR: En la cuaresma final del proceso:

• Primer domingo de cuaresma: “Elección”.

• Tercer domingo de cuaresma: Primer escrutinio.

• Cuarto domingo de cuaresma: Segundo escrutinio y Effeta.

• Quinto domingo de cuaresma: Tercer escrutinio y Unción Catecúmenos.

• Vigilia Pascual: Bautismo (y Eucaristía).

No olvidéis echar formaros, en la mayoría de los arciprestazgos hay Escuelas del Catequista,... en la Diócesis también está la Escuela Diocesana del Catequista, este año pensando en los "destinatarios": http://catequesisvalladolid.blogspot.com.es/p/fichas-curso-2011-12.html

Un abrazo, para lo que necesitéis estoy a vuestra disposición. Mucho ánimo,

Juan Carlos Plaza Pérez
Delegado Diocesano de Catequesis

domingo, 28 de octubre de 2012

Escuela de Catequistas - Medina del Campo


Que la paz de nuestro señor Jesucristo habite en vuestro hogar


Una vez que hemos comenzado hoy el nuevo curso, se ha repartido los distintos temas:


Tema 24 que desarrolla, la Parroquia de San Antolín de Medina del Campo, ( El café la Parroquia de Rubí de Bracamonte y la Oración la parroquia de Pozal de Gallinas.) Día 17 de noviembre

Tema 25 que desarrolla la Parroquia de La Seca-Serrada. ( El Cafe la Parroquia de San Antolin de Medina del Campo, y la oración la Parroquia de San Miguel de Medina del Campo) DIA 15 DE DICIEMBRE

Tema 26 que desarrolla la parroquia de Rubí de Bracamonte (Café la Parroquia de Serrada-La Seca y oración la Parroquia de San Antolín de Medina del Campo.) DÍA 19 enero de 2013

El mes de Febrero de momento quedará sin fijar motivado por las actividades de MANOS UNIDAS.

Tema 27 que desarrolla la Parroquia de San Miguel Arcangel de Medina del Campo. ( Café Pozal de Gallinas, Oración Serrada-La Seca) DÍA 16 DE MARZO DE 2013

Queremos hacer hincapié en la necesidad de encontrarnos TODOS los catequistas de Medina del Campo, Rubí de Bracamonte, Fuente el sol, La Seca, Serrada, Rodilana, Pozal de Gallinas, Villaverde de Medina, Honcalada, El Campillo, Salvador de Zapardiel, Muriel, Ramiro, San Pablo de la Moraleja, y resto de Parroquias que pertenecen al antiguo Arciprestazgo de Medina del Campo. A veces es necesario hace Apostolado entre nosotros lo catequistas y aniamrnos unos a otros a compartir la FE sobre todo en este año, EL AÑO DE LA FE.


Recordamos fechas de interés a nivel de DIÓCESIS.

15/11 ADVIENTO Y NAVIDAD CON NIÑOS Y FAMILIAS - PARROQUIA DE SAN FERNANDO (VALLADOLID) - 16,30H - 18,30H (19,00H - EUCARISTÍA CON LA COMUNIDAD DE SAN FERNANDO)
15/12 RETIRO DIOCESAN0
28/01 SAN ENRIQUE DE OSSÓ
01/02 CUARESMA Y PASCUA CON NIÑOS Y FAMILIAS
09/03 RETIRO DIOCESANO
15-17/03 EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA CATEQUISTAS – REGIÓN DEL DUERO - ÁVILA
13/04 ENCUENTRO REGIONAL DEL CATEQUISTA
22-27/04 SEMANA DE LA FE PARA TODA LA FAMILIA
01/06 II ENCUENTRO DE NIÑOS DE CATEQUESIS (VÍSPERA DEL CORPUS CHRISTI)
05-06/07 AULA REGIONAL DEL CATEQUISTA – VILLAGARCÍA DE CAMPOS
ESCUELA DIOCESANA DEL CATEQUISTA.

La primera actividad planteada es el día 15/11 2012. Si algún catequista quiere ir y no tiene medios , avisar .

Un abrazo en el Señor.

Equipo Escuela de Catequista de la Zona de Medina.

Algunas ideas entresacadas para ti catequista


        Que bonito y profundo mensaje final del Sínodo de la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe, estas palabras son lúcidas y junto a la homilía que acaba de tener el Papa Benedicto XVI, en Roma, clausurando el Sínodo, son un auténtico broche de oro.

            Bartimeo perdió la vista, pero no le impide querer ver. Esta es la llamada que tenemos todos los evangelizadores, querer devolver la vista como el Señor lo hizo. Estemos atentos a tantos y tantas que viven a nuestro alrededor y que también están al borde del camino porque no ven. Mirar no es lo mismo que ver.

           El mensaje final del Sínodo nos habla de sed de Dios, y el Papa nos habló de auténtica desertificación en la inauguración del Año de la Fe. Se nos pide que seamos auténticos testigos. Nuestra fe parte de una relación con el Señor, del encuentro con la belleza que es el mismo Señor. La Iglesia es esa mediación que me ha de ayudar al encuentro con el Señor. Por ello se precisan comunidades acogedoras, centradas en la celebración dominical que nos ayude a prolongarla en el tiempo y en el espacio, dando testimonio en la vida, testimonio de una santidad de vida. Para ello tenemos mediaciones muy importantes que nos han de ayudar en el camino de la fe (como sugiere todo el Evangelio de Marcos): la lectura de la Sagrada Escritura y la Tradición. Además de estar atentos a nuevas formas de estar con Él. No olvidemos que la Nueva Evangelización no es ajena a nosotros mismos, por ello todos somos llamados a la conversión. Ahora, no olvidemos que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rm 5, 20), aun siendo débiles contamos con la inspiración del Espíritu Santo. El servicio a la caridad es connatural a la fe (cf. Gal 5, 6) y el valor de la familia en la transmisión de la fe son fundamentales en nuestra identidad cristiana y en la identidad con Cristo y en la comunión con Él (cf. CT 5; DGC 80). Todos somos protagonistas: la obra de la evangelización es de todos: parroquia, los agentes de pastoral, etc.,... que importante profundizar nuestra espiritualidad y dar mucha importancia a la formación. Los jóvenes son muy importantes en la obra de la evangelización, especialmente en sus ambientes; aquí radica la llamada a no caer en el pesimismo, sino en la esperanza. "La Nueva Evangelización tiene su centro en Cristo y en la atención a la persona humana, para hacer posible el encuentro con Él". Que bellas palabras para iluminar el diálogo con las culturas, "semillas del Verbo", el diálogo de la Fe y la Razón, los MCS, el arte y la espiritualidad, la preocupación por la situación actual, especialmente por el paro, etc,... Finalmente, es en el rostro del pobre donde resplandece el rostro de Dios, de ahí que tengamos que ejercitarnos en el don y experiencia de la contemplación así como en mirar, ver, el rostro del pobre. María, será la estrella que pudiera iluminarnos en este desierto, desierto que aunque pueda ser seco, es lugar de intimidad, de encuentro.

sábado, 27 de octubre de 2012

SÍNODO DE LOS OBISPOS


Mensaje final del Sínodo de la Nueva Evangelización

sinodo-nueva-evangelizacion-2









Nueva evangelización para saciar la verdad del corazón del hombre
Mensaje  final al Pueblo de Dios de la XIII Asamblea General Ordinaria de los Obispos, dedicado al tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe” (26-10-2012)
Hermanos y hermanas:
“Gracia a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Rm 1, 7). Obispos de todo el mundo, invitados por el Obispo de Roma, el Papa Benedicto XVI, nos hemos reunido para reflexionar juntos sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” y, antes de volver a nuestras Iglesias particulares, queremos dirigirnos a todos vosotros, para animar y orientar el servicio al Evangelio en los diversos contextos en los que estamos llamados a dar hoy testimonio.
1. Como la samaritana en el pozo
Nos dejamos iluminar por una página del Evangelio: el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (cf. Jn 4, 5-42). No hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaría, no se encuentre junto a un pozo con un cántaro vacío, con la esperanza de saciar el deseo más profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero conviene hacer discernimiento para evitar aguas contaminadas. Es urgente orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser ruinosas.
Como Jesús, en el pozo de Sicar, también la Iglesia siente el deber de sentarse junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para hacer presente al Señor en sus vidas, de modo que puedan encontrarlo, porque sólo su Espíritu es el agua que da la vida verdadera y eterna. Sólo Jesús es capaz de leer hasta lo más profundo del corazón y desvelarnos nuestra verdad: “Me ha dicho todo lo que he hecho”, cuenta la mujer a sus vecinos.
Esta palabra de anuncio – a la que se une la pregunta que abre a la fe: “¿Será Él el Cristo?” – muestra que quien ha recibido la vida nueva del encuentro con Jesús, a su vez no puede hacer menos que convertirse en anunciador de verdad y esperanza para con los demás. La pecadora convertida se convierte en mensajera de salvación y conduce a toda la ciudad hacia Jesús. De la acogida del testimonio la gente pasará después a la experiencia directa del encuentro: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.
2. Una nueva evangelización
Conducir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo hacia Jesús, al encuentro con Él, es una urgencia que aparece en todas las regiones, tanto las de antigua como las de reciente evangelización. En todos los lugares se siente la necesidad de reavivar una fe que corre el riesgo de apagarse en contextos culturales que obstaculizan su enraizamiento personal, su presencia social, la claridad de sus contenidos y sus frutos coherentes. No se trata de comenzar todo de nuevo, sino – con el ánimo apostólico de Pablo, el cual afirma: “¡Ay de mí si non anuncio el Evangelio!” (1 Cor 9,16) – de insertarse en el largo camino de proclamación del Evangelio que, desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el presente, ha recorrido la historia y ha edificado comunidades de creyentes por toda la tierra. Por pequeñas o grandes que sean, éstas son el fruto de la entrega de tantos misioneros y de no pocos mártires, de generaciones de testigos de Jesús, de los cuales guardamos una memoria agradecida.
Los cambios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos nos llaman, sin embargo, a algo nuevo: a vivir de un modo renovado nuestra experiencia comunitaria de fe y el anuncio, mediante una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en sus expresiones” (Juan Pablo II, Discurso a la XIX Asamblea del CELAM, Port-au-Prince 9 marzo 1983, n. 3) como dijo Juan Pablo II. Una evangelización dirigida, como nos ha recordado Benedicto XVI, “principalmente a las personas que, habiendo recibido el bautismo, se han alejado de la Iglesia viven sin referencia alguna a la vida cristiana [...], para favorecer en estas personas un nuevo encuentro con el Señor, el único que llena de significado profundo y de paz nuestra existencia; para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que lleva consigo alegría y esperanza para la vida personal, familiar y social”. (Benedicto XVI, Homilía en la celebración eucarística para la solemne inauguración de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, Roma 7 octubre 2012)
3. El encuentro personal con Jesucristo en la Iglesia
Antes de entrar en la cuestión sobre la forma que debe adoptar esta nueva evangelización, sentimos la exigencia de deciros, con profunda convicción, que la fe se decide, sobre todo, en la relación que establecemos con la persona de Jesús, que sale a nuestro encuentro. La obra de la nueva evangelización consiste en proponer de nuevo al corazón y a la mente, no pocas veces distraídos y confusos, de los hombres y mujeres de nuestro tiempo y, sobre todo a nosotros mismos, la belleza y la novedad perenne del encuentro con Cristo. Os invitamos a todos a contemplar el rostro del Señor Jesucristo, a entrar en el misterio de su existencia, entregada por nosotros hasta la cruz, ratificada como don del Padre por su resurrección de entre los muertos y comunicada a nosotros mediante el Espíritu. En la persona de Jesús se revela el misterio de amor de Dios Padre por la entera familia humana. Él no ha querido dejarla a la deriva de su imposible autonomía, sino que la ha unido a sí mismo por medio de una renovada alianza de amor.
La Iglesia es el espacio ofrecido por Cristo en la historia para poderlo encontrar, porque Él le ha entregado su Palabra, el bautismo que nos hace hijos de Dios, su Cuerpo y su Sangre, la gracia del perdón del pecado, sobre todo en el sacramento de la Reconciliación, la experiencia de una comunión que es reflejo mismo del misterio de la Santísima Trinidad y la fuerza del Espíritu que nos mueve a la caridad hacia los demás.
Hemos de constituir comunidades acogedoras, en las cuales todos los marginados se encuentren como en su casa, con experiencias concretas de comunión que, con la fuerza ardiente del amor, -“Mirad como se aman” (Tertulliano, Apologetico, 39, 7) – atraigan la mirada desencantada de la humanidad contemporánea. La belleza de la fe debe resplandecer, en particular, en la sagrada liturgia, sobre todo en la Eucaristía dominical. Justo en las celebraciones litúrgicas la Iglesia muestra su rostro de obra de Dios y hace visible, en las palabras y en los gestos, el significado del Evangelio.
Es nuestra tarea hoy el hacer accesible esta experiencia de Iglesia y multiplicar, por tanto, los pozos a los cuales invitar a los hombres y mujeres sedientos y posibilitar su encuentro con Jesús, ofrecer oasis en los desiertos de la vida. De esto son responsables las comunidades cristianas y, en ellas, cada discípulo del Señor. Cada uno debe dar un testimonio insustituible para que el Evangelio pueda cruzarse con la existencia de tantas personas. Por eso, se nos exige la santidad de vida.
4. Las ocasiones del encuentro con Jesús y la escucha de la Escritura
Algunos preguntarán cómo llevar a cabo todo esto. No se trata de inventar nuevas estrategias, casi como si el Evangelio fuera un producto para poner en el mercado de las religiones sino descubrir los modos mediante los cuales, ante el encuentro con Jesús, las personas se han acercado a Él y por Él se han sentido llamadas y adaptarlos a las condiciones de nuestro tiempo.
Recordamos, por ejemplo, cómo Pedro, Andrés, Santiago y Juan han sido llamados por Jesús en el contexto de su trabajo, cómo Zaqueo ha podido pasar de la simple curiosidad al calor de la mesa compartida con el Maestro, cómo el centurión pide la intervención del Señor ante la enfermedad de una persona cercana, como el ciego de nacimiento lo ha invocado como liberador de su propia marginación, como Marta y María han visto recompensada su hospitalidad con su propia presencia. Podemos continuar aún recorriendo las páginas de los Evangelios y encontrando tantos y tantos modos en los que la vida de las personas se ha abierto, desde diversas condiciones, a la presencia de Cristo. Y lo mismo podemos hacer con todo lo que la Escritura nos dice de la experiencia misionera de los apóstoles en la Iglesia naciente.
La lectura frecuente de la Sagrada Escritura, iluminada por la Tradición de la Iglesia que nos la entrega y la interpreta auténticamente, no sólo es un paso obligado para conocer el contenido mismo del Evangelio, esto es, la persona de Jesús en el contexto de la historia de la salvación, sino que, además, nos ayuda a hallar espacios nuevos de encuentro con Él, nuevas formas de acción verdaderamente evangélicas, enraizadas en las dimensiones fundamentales de la vida humana: la familia, el trabajo, la amistad, la pobreza y las pruebas de la vida, etc.
5. Evangelizarnos a nosotros mismos y disponernos a la conversión
Queremos resaltar que la nueva evangelización se refiere, en primer lugar, a nosotros mismos. En estos días, muchos obispos nos han recordado que, para poder evangelizar el mundo, la Iglesia debe, ante todo, ponerse a la escucha de la Palabra. La invitación a evangelizar se traduce en una llamada a la conversión.
Sentimos sinceramente el deber de convertirnos a la potencia de Cristo, que es capaz de hacer todas las cosas nuevas, sobre todo nuestras pobres personas. Hemos de reconocer con humildad que la miseria, las debilidades de los discípulos de Jesús, especialmente de sus ministros, hacen mella en la credibilidad de la misión. Somos plenamente conscientes, nosotros los Obispos los primeros, de no poder estar nunca a la altura de la llamada del Señor y del Evangelio que nos ha entregado para su anuncio a las gentes. Sabemos que hemos de reconocer humildemente nuestra debilidad ante las heridas de la historia y no dejamos de reconocer nuestros pecados personales. Estamos, además, convencidos de que la fuerza del Espíritu del Señor puede renovar su Iglesia y hacerla de nuevo esplendorosa si nos dejamos transformar por Él. Lo muestra la vida de los santos, cuya memoria y el relato de sus vidas son instrumentos privilegiados de la nueva evangelización.
Si esta renovación fuese confiada a nuestras fuerzas, habría serios motivos de duda, pero en la Iglesia la conversión y la evangelización no tienen como primeros actores a nosotros, pobres hombres, sino al mismo Espíritu del Señor. Aquí está nuestra fuerza y nuestra certeza, que el mal no tendrá jamás la última palabra, ni en la Iglesia ni en la historia: “No se turbe vuestro corazón y no tengáis miedo” (Jn 14, 27), ha dicho Jesús a sus discípulos.
La tarea de la nueva evangelización descansa sobre esta serena certeza. Nosotros confiamos en la inspiración y en la fuerza del Espíritu, que nos enseñará lo que debemos decir y lo que debemos hacer, aún en las circunstancias más difíciles. Es nuestro deber, por eso, vencer el miedo con la fe, el cansancio con la esperanza, la indiferencia con el amor.
6. Reconocer en el mundo de hoy nuevas oportunidades de evangelización
Este sereno coraje sostiene también nuestra mirada sobre el mundo contemporáneo. No nos sentimos atemorizados por las condiciones del tiempo en que vivimos. Nuestro mundo está lleno de contradicciones y de desafíos, pero sigue siendo creación de Dios, y aunque herido por el mal, siempre es objeto de su amor y terreno suyo, en el que puede ser resembrada la semilla de la Palabra para que vuelva a dar fruto.
No hay lugar para el pesimismo en las mentes y en los corazones de aquellos que saben que su Señor ha vencido a la muerte y que su Espíritu actúa con fuerza en la historia. Con humildad, pero también con decisión – aquella que viene de la certeza de que la verdad siempre vence – nos acercamos a este mundo y queremos ver en él una invitación del Resucitado a ser testigos de su nombre. Nuestra Iglesia está viva y afronta los desafíos de la historia con la fortaleza de la fe y del testimonio de tantos hijos suyos.
Sabemos que en el mundo debemos afrontar una batalla contra “los Principados y las Potencias” y “los espíritus del mal” (Ef 6,12). No ocultamos los problemas que tales desafíos suponen, pero no nos atemorizan. Esto lo señalamos especialmente ante los fenómenos de globalización, que deben ser para nosotros oportunidad para extender la presencia del Evangelio.
También las migraciones -aún con el peso del sufrimiento que conllevan, y con las que queremos estar sinceramente cercanos, con la acogida propia de los hermanos- son ocasiones, como ha sucedido en el pasado, de difusión de la fe y de comunión en todas sus formas. La secularización y la crisis del primado de la política y del Estado piden a la Iglesia repensar su propia presencia en la sociedad, sin renunciar a ella. Las muchas y siempre nuevas formas de pobreza abren espacios inéditos al servicio de la caridad: la proclamación del Evangelio compromete a la Iglesia a estar al lado de los pobres y compartir con ellos sus sufrimientos, como lo hacía Jesús. También en las formas más ásperas de ateísmo y agnosticismo podemos reconocer, aún en modos contradictorios, no un vacío, sino una nostalgia, una espera que requiere una respuesta adecuada.
Frente a los interrogantes que las culturas dominantes plantean a la fe y a la Iglesia, renovamos nuestra fe en el Señor, ciertos de que también en estos contextos el Evangelio es portador de luz y capaz de sanar la debilidad del hombre. No somos nosotros quienes para conducir la obra de la evangelización, sino Dios. Como nos ha recordado el Papa: “La primera palabra, la iniciativa verdadera, la actividad verdadera viene de Dios y sólo introduciéndonos en esta iniciativa divina, sólo implorando esta iniciativa divina, podemos nosotros también llegar a ser –con él y en él- evangelizadores”. (Benedicto XVI, Meditación de la primera congregación general de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, Roma 8 octubre 2012)
7. Evangelización, familia y vida consagrada
Desde la primera evangelización la transmisión de la fe, en el transcurso de las generaciones, ha encontrado un lugar natural en la familia. En ella – con un rol muy significativo desarrollado por las mujeres, sin que con esto queramos disminuir la figura paterna y su responsabilidad – los signos de la fe, la comunicación de las primeras verdades, la educación en la oración, el testimonio de los frutos del amor, han sido infundidos en la vida de los niños y adolescentes en el contexto del cuidado que toda familia reserva al crecimiento de sus pequeños. A pesar de la diversidad de las situaciones geográficas, culturales y sociales, todos los obispos del Sínodo han confirmado este papel esencial de la familia en la transmisión de la fe. No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarles en la tarea educativa.
Proprio questo però ci spinge a dire che dobbiamo avere una particolare cura per la famiglia e per la sua missione nella società e nella Chiesa, sviluppando percorsi di accompagnamento prima e dopo il matrimonio. Vogliamo anche esprimere la nostra gratitudine ai tanti sposi e alle tante famiglie cristiane che, con la loro testimonianza, mostrano al mondo una esperienza di comunione e di servizio che è seme di una società più fraterna e pacificata.
No escondemos el hecho de que hoy la familia, que se constituye con el matrimonio de un hombre y una mujer que los hace “una sola carne” (Mt 19,6) abierta a la vida, está atravesada por todas partes por factores de crisis, rodeada de modelos de vida que la penalizan, olvidada de las políticas de la sociedad, de la cual es célula fundamental, no siempre respetada en sus ritmos ni sostenida en sus esfuerzos por las propias comunidades eclesiales. Precisamente por esto, nos vemos impulsados a afirmar que tenemos que desarrollar un especial cuidado por la familia y por su misión en la sociedad y en la Iglesia, creando itinerarios específicos de acompañamiento antes y después del matrimonio. Queremos expresar nuestra gratitud a tantos esposos y familias cristianas que con su testimonio continúan mostrando al mundo una experiencia de comunión y de servicio que es semilla de una sociedad más fraterna y pacífica.
Nuestra reflexión se ha dirigido también a las situaciones familiares y de convivencia en las que no se muestra la imagen de unidad y de amor para toda la vida que el Señor nos ha enseñado. Hay parejas que conviven sin el vínculo sacramental del matrimonio; se extienden situaciones familiares irregulares construidas sobre el fracaso de matrimonios anteriores: acontecimientos dolorosos que repercuten incluso sobre la educación en la fe de los hijos. A todos ellos les queremos decir que el amor de Dios no abandona a nadie, que la Iglesia los ama y es una casa acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia, aunque no puedan recibir la absolución sacramental ni la Eucaristía. Que las comunidades católicas estén abiertas a acompañar a cuantos viven estas situaciones y favorezcan caminos de conversión y de reconciliación.
La vida familiar es el primer lugar en el cual el Evangelio se encuentra con la vida ordinaria y muestra su capacidad de transformar las condiciones fundamentales de la existencia en el horizonte del amor. Pero no menos importante es, para el testimonio de la Iglesia, mostrar como esta vida en el tiempo se abre a una plenitud que va más allá de la historia de los hombres y que conduce a la comunión eterna con Dios. Jesús no se presenta a la mujer samaritana simplemente como aquel que da la vida sino como el que da la “vida eterna” (Jn 4, 14). El don de Dios que la fe hace presente, no es simplemente la promesa de unas mejores condiciones de vida en este mundo, sino el anuncio de que el sentido último de nuestra vida va más allá de este mundo y se encuentra en aquella comunión plena con Dios que esperamos en el final de los tiempos.
De este sentido de la vida humana más allá de lo terrenal son particulares testigos en la Iglesia y en el mundo cuantos el Señor ha llamado a la vida consagrada, una vida que, precisamente porque está dedicada totalmente a él, en el ejercicio de la pobreza, la castidad y la obediencia, es el signo de un mundo futuro que relativiza cualquier bien de este mundo. Que de la Asamblea del Sínodo de los Obispos llegue a estos hermanos y hermanas nuestros la gratitud por su fidelidad a la llamada del Señor y por la contribución que han hecho y hacen a la misión de la Iglesia, la exhortación a la esperanza en situaciones nada fáciles para ellos en estos tiempos de cambio y la invitación a reafirmarse como testigos y promotores de nueva evangelización en los varios ámbitos de la vida en que los carismas de cada instituto los sitúa.
8. La comunidad eclesial y los diversos agentes de la evangelización
La obra de la evangelización no es labor exclusiva de alguien en la Iglesia sino del conjunto de las comunidades eclesiales, donde se tiene acceso a la plenitud de los instumentos del encuentro con Jesús: la Palabra, los sacramentos, la comunión fraterna, el servicio de la caridad, la misión.
En esta perspectiva emerge sobre todo el papel de la parroquia como presencia de la Iglesia en el territorio en el que viven los hombres, “fuente de la villa”, como le gustaba llamarla a Juan XXIII, en la que todos pueden beber encontrando la frescura del Evangelio. Su función permanece imprescindible, aunque las condiciones particulares pueden requerir una articulación en pequeñas comunidades o vínculos de colaboración en contextos más amplios. Sentimos, ahora, el deber de exhortar a nuestras parroquias a unir a la tradicional cura pastoral del Pueblo de Dios las nuevas formas de misión que requiere la nueva evangelización. Éstas, deben alcanzar también a las variadas formas de piedad popular.
En la parroquia continúa siendo decisivo el ministerio del sacerdote, padre y pastor de su pueblo. A todos los presbíteros, los obispos de esta Asamblea sinodal expresan gratitud y cercanía fraterna por su no fácil tarea y les invitamos a unirse cada vez más al presbiterio diocesano, a una vida espiritual cada vez más intensa y a una formación permanente que los haga capaces de afrontar los cambios sociales.
Junto a los sacerdotes reconocemos la presencia de los diáconos así como la acción pastoral de los catequistas y de tantas figuras ministeriales y de animación en el campo del anuncio y de la catequesis, de la vida litúrgica, del servicio caritativo, así como las diversas formas de participación y de corresponsabilidad de parte de los fieles, hombres y mujeres, cuya dedicación en los diversos servicios de nuestras comunidades no será nunca suficientemente reconocida. También a todos ellos les pedimos que orienten su presencia y su servicio en la Iglesia en la óptica de la nueva evangelización, cuidando su propia formación humana y cristiana, el conocimiento de la fe y la sensibilidad a los fenómenos culturales actuales.
Mirando a los laicos, una palabra específica se dirige a las varias formas de asociación, antiguas y nuevas, junto con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades. Todas ellas son expresiones de la riqueza de los dones que el Espíritu entrega a la Iglesia. También a estas formas de vida y compromiso en la Iglesia expresamos nuestra gratitud, exhortándoles a la fidelidad al propio carisma y a la plena comunión eclesial, de modo especial en el ámbito de las Iglesias particulares.
Dar testimonio del Evangelio no es privilegio exclusivo de nadie. Reconocemos con gozo la presencia de tantos hombres y mujeres que con su vida son signos del Evangelio en medio del mundo. Lo reconocemos también en tantos de nuestros hermanos y hermanas cristianos con los cuales la unidad no es todavía perfecta, aunque han sido marcados con el bautismo del Señor y son sus anunciadores. En estos días nos ha conmovido la experiencia de escuchar las voces de tantos responsables de Iglesias y Comunidades eclesiales que nos han dado testimonio de su sed de Cristo y de su dedicación al anuncio del Evangelio, convencidos también ellos de que el mundo tiene necesidad de una nueva evangelización. Estamos agradecidos al Señor por esta unidad en la exigencia de la misión.
9. Para que los jóvenes puedan encontrarse con Cristo
Nos sentimos cercanos a los jóvenes de un modo muy especial, porque son parte relevante del presente y del futuro de la humanidad y de la Iglesia. La mirada de los obispos hacia ellos es todo menos pesimista. Preocupada, sí, pero no pesimista. Preocupada porque justo sobre ellos vienen a confluir los embates más agresivos de estos tiempos; no pesimista, sin embargo, sobre todo porque, lo resaltamos, el amor de Cristo es quien mueve lo profundo de la historia y además, porque descubrimos en nuestros jóvenes aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de generosidad, de las cuales estamos convencidos que sólo Cristo puede ser respuesta capaz de saciarlos.
Queremos ayudarles en su búsqueda e invitamos a nuestras comunidades a que, sin reservas, entren en una dinámica de escucha, de diálogo y de propuestas valientes ante la difícil condición juvenil. Para aprovechar y no apagar la potencia de su entusiasmo. Y para sostener en su favor la justa batalla contra los lugares comunes y las especulaciones interesadas de las fuerzas de este mundo, esforzadas en disipar sus energías y a agotarlas en su propio interés, suprimiendo en ellos cualquier memoria agradecida por el pasado y cualquier planteamiento serio por el futuro.
La nueva evangelización tiene un campo particularmente arduo pero al mismo tiempo apasionante en el mundo de los jóvenes, como muestran no pocas experiencias, desde las más multitudinarias como las Jornadas Mundiales de la Juventud, a aquellas más escondidas pero no menos importantes, como las numerosas y diversas experiencias de espiritualidad, servicio y misión. A los jóvenes les reconocemos un rol activo en la obra de la evangelización, sobre todo en sus ambientes.
10. El Evangelio en diálogo con la cultura y la experiencia humana y con las religiones
La nueva evangelización tiene su centro en Cristo y en la atención a la persona humana, para hacer posible el encuentro con él. Pero su horizonte es tan ancho como el mundo y no se cierra a ninguna experiencia del hombre. Eso significa que ella cultiva, con particular atención, el diálogo con las culturas, con la confianza de poder encontrar en todas ellas las “semillas del Verbo” de las que hablaban los Santos Padres. En particular, la nueva evangelización tiene necesidad de una renovada alianza entre fe y razón, con la convicción de que la fe tiene recursos suficientes para acoger los frutos de una sana razón abierta a la trascendencia y tiene, al mismo tiempo, la fuerza de sanar los límites y las contradicciones en las que la razón puede tropezar. La fe no deja de contemplar los lacerantes interrogantes que supone la presencia del mal en la vida y la historia de los hombres, encontrando la luz de su esperanza en la Pascua de Cristo.
El encuentro entre fe y razón nutre el esfuerzo de la comunidad cristiana en el mundo de la educación y la cultura. Un lugar especial en este campo lo ocupan las instituciones educativas y de investigación: escuelas y universidades. Donde se desarrolla el conocimiento sobre el hombre y se da una acción educativa, la Iglesia se ve impulsada a testimoniar su propia experiencia y a contribuir a una formación integral de la persona. En este ámbito merecen una atención especial las escuelas y universidades católicas, en las que la apertura a la trascendencia, propia de todo itinerario cultural sincero y educativo, debe completarse con caminos de encuentro con la persona de Jesucristo y de su Iglesia. Vaya la gratitud de los obispos a todos los que, en condiciones muchas veces difíciles, desempeñan esta tarea.
La evangelización exige que se preste gran atención al mundo de las comunicaciones sociales, que son un camino, especialmente en el caso de los nuevos medios, en el que se cruzan tantas vidas, tantos interrogantes y tantas expectativas. Son el lugar donde en muchas ocasiones se forman las conciencias y se muestran los hechos de la propia vida y deben ser una oportunidad nueva para llegar al corazón de los hombres.
Un particular ámbito de encuentro entre fe y razón se da hoy en el diálogo con el conocimiento científico. Éste, por otro lado, no se encuentra lejos de la fe, siendo manifestación de aquel principio espiritual que Dios ha puesto en sus criaturas y que les permite comprender las estructuras racionales que se encuentran en la base de la creación. Cuando la ciencia y la técnica no presumen de encerrar la concepción del hombre y del mundo en un árido materialismo se convierten, entonces, en un precioso aliado para el desarrollo de la humanización de la vida. También a los responsables de esta delicada tarea se dirige nuestro agradecimiento.
Queremos, además, agradecer su esfuerzo a los hombres y mujeres que se dedican a otra expresión del genio humano: el arte en sus varias formas, desde las más antiguas a las más recientes. En sus obras, en cuanto tienden a dar forma a la tensión del hombre hacia la belleza, reconocemos un modo particularmente significativo de expresión de la espiritualidad. Estamos especialmente agradecidos cuando sus bellas creaciones nos ayudan a hacer evidente la belleza del rostro de Dios y de sus criaturas. La vía de la belleza es un camino particularmente eficaz de la nueva evangelización.
Más allá del arte, toda obra del hombre es un espacio en el que, mediante el trabajo, él se hace cooperador de la creación divina. Al mundo de la economía y del trabajo queremos recordar como de la luz del Evangelio surgen algunas llamadas urgentes: liberar el trabajo de aquellas condiciones que no pocas veces lo transforman en un peso insoportable con una perspectiva incierta, amenazada por el desempleo, especialmente entre los jóvenes, poner a la persona humana en el centro del desarrollo económico y pensar este mismo desarrollo como una ocasión de crecimiento de la humanidad en justicia y unidad. El hombre, a través del trabajo con el que transforma el mundo, está llamado a salvaguardar el rostro que Dios ha querido dar a su creación, también por responsabilidad hacia las generaciones venideras.
El Evangelio ilumina también las situaciones de sufrimiento en la enfermedad. En ellas, los cristianos están llamados a mostrar la cercanía de la Iglesia para con los enfermos y discapacitados y con los que con profesionalidad y humanidad trabajan por su salud.
Un ámbito en el que la luz de Evangelio puede y debe iluminar los pasos de la humanidad es el de la vida política, a la cual se le pide un compromiso de cuidado desinteresado y transparente por el bien común, desde el respeto total a la dignidad de la persona humana desde su concepción hasta su fin natural, de la familia fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, de la libertad educativa, en la promoción de la libertad religiosa, en la eliminación de las injusticias, las desigualdades, las discriminaciones, la violencia, el racismo, el hambre y la guerra. A los políticos cristianos que viven el precepto de la caridad se les pide un testimonio claro y transparente en el ejercicio de sus responsabilidades.
El diálogo de la Iglesia tiene su natural destinatario, finalmente, en los seguidores de las religiones. Si evangelizamos es porque estamos convencidos de la verdad de Cristo, y no porque estemos contra nadie. El Evangelio de Jesús es paz y alegría y sus discípulos se alegran de reconocer cuanto de bueno y verdadero el espíritu religioso humano ha sabido descubrir en el mundo creado por Dios y ha expresado en las diferentes religiones.
El diálogo con los creyentes de las diversas religiones quiere ser una contribución a la paz, rechaza todo fundamentalismo y denuncia cualquier violencia que se produce contra los creyentes y las graves violaciones de los derechos humanos. Las Iglesias de todo el mundo son cercanas desde la oración y la fraternidad a los hermanos que sufren y piden a quienes tienen en sus manos los destinos de los pueblos que salvaguarden el derecho de todos a la libre elección, confesión y testimonio de la propia fe.
11. En el año de la fe, la memoria del Concilio Vaticano II y la referencia al Catecismo de la Iglesia Católica
En el camino abierto por la nueva evangelización podremos sentirnos a veces como en un desierto, en medio de peligros y privados de referencias. El Santo Padre Benedicto XVI, en la homilía de la Misa de apertura del Año de la fe, ha hablado de una “desertificación espiritual” que ha avanzado en estos últimos decenios, pero él mismo nos ha dado fuerza afirmando que “a partir de esta experiencia de desierto, de este vacío, podemos nuevamente descubrir la alegría del creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se descubre el valor de aquello que es esencial para vivir” (Benedicto XVI, Homilía en la celebración eucarística para la apertura del Año de la fe, Roma 11 octubre 2012). En el desierto, como la mujer la samaritana, se va en busca de agua y de un pozo del que sacarla: ¡dichoso el que en él encuentra a Cristo!
Agradecemos al Santo Padre por el don del Año de la Fe, preciosa entrada en el itinerario de la nueva evangelización. Le damos las gracias también por haber unido este Año a la memoria gozosa por los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II, cuyo magisterio fundamental para nuestro tiempo se refleja en el Catecismo de la Iglesia Católica, propuesto, a los veinte años de su publicación, como referencia segura de la fe. Son aniversarios importantes que nos permiten reafirmar nuestra plena adhesión a las enseñanzas del Concilio y nuestro convencido esfuerzo en continuar su puesta en marcha.
12. Contemplando el misterio y cercanos a los pobres
En esta óptica queremos indicar a todos los fieles dos expresiones de la vida de la fe que nos parecen de especial relevancia para incluirlas en la nueva evangelización. El primero está constituido por el don y la experiencia de la contemplación.
Sólo desde una mirada adorante al misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sólo desde la profundidad de un silencio que se pone como seno que acoge la única Palabra que salva, puede desarrollarse un testimonio creíble para el mundo. Sólo este silencio orante puede impedir que la palabra de la salvación se confunda en el mundo con los ruidos que lo invaden.Vuelve de nuevo a nuestros labios la palabra de agradecimiento, ahora dirigida a cuantos, hombres y mujeres, dedican su vida, en los monasterios y conventos, a la oración contemplativa. Necesitamos que momentos de contemplación se entrecrucen con la vida ordinaria de la gente. Lugares del espíritu y del territorio que son una llamada hacia Dios; santuarios interiores y templos de piedra que son cruce obligado por el flujo de experiencias que en ellos se suceden y en los cuales todos podemos sentirnos acogidos, incluso aquellos que no saben todavía lo que buscan.
El otro símbolo de autenticidad de la nueva evangelización tiene el rostro del pobre. Estar cercano a quien está al borde del camino de la vida no es sólo ejercicio de solidaridad, sino ante todo un hecho espiritual. Porque en el rostro del pobre resplandece el mismo rostro de Cristo: “Todo aquello que habéis hecho por uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). A los pobres les reconocemos un lugar privilegiado en nuestras comunidades, un puesto que no excluye a nadie, pero que quiere ser un reflejo de como Jesús se ha unido a ellos. La presencia de los pobres en nuestras comunidades es misteriosamente potente: cambia a las personas más que un discurso, enseña fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva, conduce a Cristo.
El gesto de la caridad, al mismo tiempo, debe ser acompañado por el compromiso con la justicia, con una llamada que se realiza a todos, ricos y pobres. Por eso es necesaria la introducción de la doctrina social de la Iglesia en los itinerarios de la nueva evangelización y cuidar la formación de los cristianos que trabajan al servicio de la convivencia humana desde la vida social y política.
13. Una palabra a las Iglesias de las diversas regiones del mundo
La mirada de los obispos reunidos en Asamblea sinodal abraza a todas las comunidades eclesiales presentes en todo el mundo. Una mirada de unidad, porque única es la llamada al encuentro con Cristo, pero sin olvidar la diversidad.
Una consideración particular, llena de afecto y gratitud, reservamos los obispos reunidos en el Sínodo a vosotros, cristianos de las Iglesias Orientales Católicas, herederos de la primera difusión del Evangelio, experiencia custodiada por vosotros con amor y fidelidad y a vosotros, cristianos presentes en el Este de Europa. Hoy el Evangelio se os repropone como nueva evangelización a través de la vida litúrgica, la catequesis, la oración familiar diaria, el ayuno, la solidaridad entre las familias, la participación de los laicos en la vida de la comunidad y al diálogo con la sociedad. En no pocos lugares vuestras Iglesias son sometidas a prueba y tribulaciones que dan testimonio de vuestra participación en la cruz de Cristo; algunos fieles están obligados a emigrar y, manteniendo viva la pertenencia a sus propias comunidades de origen, pueden contribuir a la tarea pastoral y a la obra de la evangelización en los países de acogida. El Señor continúe bendiciendo vuestra fidelidad y que sobre vuestro futuro brillen horizontes de firme confesión y práctica de la fe en condiciones de paz y de libertad religiosa.
Nos dirigimos a vosotros, hombres y mujeres, que vivís en los países de África y resaltamos nuestra gratitud por el testimonio que ofrecéis del Evangelio muchas veces en situaciones humanas muy difíciles. Os exhortamos a relanzar la evangelización recibida en tiempos aún recientes, a edificaros como Iglesia “familia de Dios”, a reforzar la identidad de la familia y a sostener la labor de los sacerdotes y catequistas, especialmente en las pequeñas comunidades cristianas. Afirmamos, por otra parte, la exigencia de desarrollar el encuentro del Evangelio con las antiguas y nuevas culturas. Dirigimos una llamada de atención al mundo de la política y a los gobiernos de los diversos países africanos para que, con la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se promuevan los derechos humanos fundamentales y el continente sea liberados de la violencia y los conflictos que lo atormentan.
Los obispos de la Asamblea sinodal os invitan a los cristianos de Norteamérica a responder con gozo a la llamada de la nueva evangelización, mientras admiramos como en vuestra joven historia vuestras comunidades cristianas han dado frutos generosos de fe, caridad y misión. También conviene reconocer que muchas de las expresiones de la cultura de vuestra sociedad están lejos del Evangelio. Se hace, pues, necesario una invitación a la conversión, de la que nace un compromiso que no os coloca fuera de vuestra cultura, sino que os llama a ofrecer a todos la luz de la fe y la fuerza de la vida. Mientras acogéis en vuestras generosas tierras a nueva población de inmigrantes y refugiados, estad dispuestos a abrir las puertas de vuestras casas a la fe. Fieles a los compromisos adquiridos en la Asamblea sinodal para América, sed solidarios con la América Latina en la permanente tarea de evangelización de vuestro continente.
El mismo sentimiento de gratitud dirige la Asamblea del Sínodo a las Iglesia de América Latina y el Caribe. Nos llama la atención en particular cómo se han desarrollado a través de los siglos en vuestro países formas de piedad popular fuertemente enraizadas en los corazones de tantos de vosotros, formas de servicio en la caridad y de diálogo con las culturas. Ahora, frente a los desafíos del presente, sobre todo la pobreza y la violencia, la Iglesia en Latinoamérica y en el Caribe es exhortada a vivir en un estado permanente de misión, anunciando el Evangelio con esperanza y alegría, formando comunidades de verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo, mostrando con vuestro testimonio como el Evangelio es fuente de una sociedad justa y fraterna. También el pluralismo religioso interroga a vuestras Iglesias y les exige un renovado anuncio del Evangelio.
También a vosotros, cristianos de Asia sentimos la necesidad de dirigiros una palabra de fortalecimiento y exhortación. Vuestra presencia, a pesar de ser una pequeña minoría en el continente en el que viven casi dos tercios de la población mundial, es una semilla profunda, confiada a la fuerza del Espíritu, que crece en el diálogo con las diversas culturas, con las antiguas religiones y con tantos pobres. Aunque a veces está situada al margen de la vida social y en diversos lugares incluso perseguida, la Iglesia de Asia, con su fe fuerte, es una presencia preciosa del Evangelio de Cristo que anuncia justicia, vida y armonía. Cristianos de Asia, sentid la cercanía fraterna de los cristianos de los demás países del mundo, los cuales no pueden olvidar que en vuestro continente, en la Tierra Santa, nació, vivió, murió y resucitó el mismo Jesús.
Una palabra de reconocimiento y de esperanza queremos dirigir los obispos a las Iglesias del continente europeo, hoy en parte marcado por una fuerte secularización, a veces agresiva, y todavía hoy herido por los largos decenios de gobiernos marcados por ideologías enemigas de Dios y del hombre. Reconocemos vuestro pasado y también vuestro presente, en el cual el Evangelio ha creado en Europa certezas y experiencias de fe concretas y decisivas para la evangelización del mundo entero, muchas veces rebosantes de santidad: riqueza del pensamiento teológico, variedad de expresiones carismáticas, formas variadas al servicio de la caridad con los pobres, profundas experiencias contemplativas, creación de una cultura humanística que ha contribuido a dar rostro a la dignidad de la persona y a la construcción del bien común. Las dificultades del presente no os pueden dejar abatidos, queridos cristianos europeos: éstas os deben desafiar a un anuncio más gozoso y vivo de Cristo y de su Evangelio de vida.
Los obispos de la Asamblea sinodal saludan, finalmente, a los pueblos de Oceanía, que viven bajo la protección de la Cruz del Sur, y les damos gracias por el testimonio del Evangelio de Jesús. Nuestra plegaria por vosotros es para que, como la mujer samaritana en el pozo, también vosotros sintáis viva la sed de una vida nueva y podáis escuchar la Palabra de Jesús que dice: “¡Si conocieras el don de Dios!” (Jn 4, 10). Comprometeos a predicar el Evangelio y a dar a conocer a Jesús en el mundo de hoy. Os exhortamos a encontrarlo en vuestra vida cotidiana, a escucharle y a descubrir, mediante la oración y la meditación, la gracia de poder decir: “Sabemos que este es verdaderamente el salvador del mundo” (Jn 4, 42).
14. La estrella de María ilumina el desierto
A punto de finalizar esta experiencia de comunión entre los obispos de todo el mundo y de colaboración con el ministerio del Sucesor de Pedro, sentimos resonar en nosotros el mandato de Jesús a sus apóstoles: “Id y haced discípulos de todos los pueblo [...]. Sabed que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20). La misión de la Iglesia no se dirige a un territorio en concreto, sino que sale al encuentro de la pliegues más oscuros del corazón de nuestros contemporáneos, para llevarlos al encuentro con Jesús, el Viviente que se hace presente en nuestras comunidades.
Esta presencia llena de gozo nuestros corazones. Agradecidos por el don recibido de él en estos días le dirigimos nuestro canto de alabanza: “Proclama mi alma la grandeza del Señor [...] Ha hecho obras grandes por mí” (Lc 1, 46.49). Las palabras de María son también las nuestras: el Señor ha hecho realmente grandes cosas a través de los siglos por su Iglesia en los diversos rincones del mundo y nosotros lo alabamos, con la certeza de que no dejará de mirar nuestra pobreza para desplegar la potencia de su brazo incluso en nuestros días y sostenernos en el camino de la nueva evangelización.
La figura de María nos orienta en el camino. Este camino, como nos ha dicho Benedicto XVI, podrá parecer una ruta en el desierto; sabemos que tenemos que recorrerlo llevando con nosotros lo esencial: el don del Espíritu Santo, la cercanía de Jesús, la verdad de su Palabra, el pan eucarístico que nos alimenta, la fraternidad de la comunión eclesial y el impulso de la caridad. Es el agua del pozo la que hace florecer el desierto y como en la noche en el desierto las estrellas se hacen más brillantes, así en el cielo de nuestro camino resplandece con vigor la luz de María, la Estrella de la nueva evangelización a quien, confiados, nos encomendamos.