martes, 18 de julio de 2017

¿Puedes ser catequista si no tienes experiencia de fe ni testimonio que contar? Responde Monseñor Luis F. Ladaria, SJ.


Son muchos los movimientos eclesiales que enseñan a sus evangelizadores a anunciar el evangelio desde su testimonio personal. Estos evangelizadores aprenden a explicar cómo ellos, personalemnte, conocieron a Cristo, cómo apostaron por Él o se enamoraron de Él, como Dios les guió, o salvó o transformó y sigue haciéndolo en el día a día...

Esto, que puede oírse con frecuencino es, sin embargo, algo que los niños o adolescentes escuchen mucho de sus catequistas parroquiales, que por lo general se centran en exponer un temario teórico de un libro (y, a veces, hacer rezar).

Sin testimonio, no hay catequesis
Sin embargo, el nuevo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el jesuita español Luis Francisco Ladaria, ha asegurado en un simposio internacional sobre catequesis que “si no hay testimonio no hay catequesis ni conocimiento”, puesto que “es un elemento esencial de la fe y de su transmisión” .

“Es el testimonio lo que nos hace creyentes, a través de los tiempos y de los siglos”, sostuvo Ladaria durante el
Simposio Internacional Catequético realizado en Buenos Aires, Argentina, entre el 11 y el 14 de julio de 2017.

La fe lleva al amor, y el amor nos transforma
Analizando la primera encíclica del Papa Francisco ´Lumen Fidei´, la cual, dijo, “de algún modo completa las otras encíclicas del Papa Benedicto XVI”, explicó que la luz de la fe lleva al amor y que “los creyentes son transformados por el amor” y de esa manera el testimonio de cada uno se convierte en algo “imprescindible de la transmisión de la fe”.

miércoles, 12 de julio de 2017

"VENID... Y OS ALIVIARÉ"

El domingo pasado pudimos escuchar en el Evangelio, palabras de Jesús, que nos decían: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré". Así el Señor nos exhortaba a estar con Él, porque ahí es dónde encontraremos nuestro descanso.
 
Nos encontramos en la estación de verano y para muchos de nosotros el ritmo es muy diferente a esos nueve meses que llamamos curso.
 
Las catequesis, generalmente se interrumpen hasta septiembre, que es cuando los niños comienzan el colegio. las parroquias bajan el pistón de sus actividades, y, el Señor nos invita a encontrar la paz, la tranquilidad, ese oasis de sombra y agua fresca que necesitamos.
 
Descansar no quiere decir: "no hacer nada". Los niños saben muy bien por sus padres, que durante las vacaciones, también hay que dar tiempo a la lectura, a hacer algún ejercicio que otro de mates, etc. Lo que está claro es que hemos de aprender a trabajar, pero también a descansar. El descanso es necesario para recuperar fuerzas y mejorar nuestra convivencia. A veces se nota la falta de descanso.
 
Aprovechemos para decelerar y contemplar la vida con todos nuestro sentidos:
 
- Ver los colores de la naturaleza
- Oír el silencio elocuente.
- Gustar el sabor de la amistad.
- Palpar, acercándonos a las realidades que nos rodean.
- Oler, como dice el Papa Francisco, a oveja.
 
Feliz verano para todos, feliz descanso.

sábado, 1 de julio de 2017

AULA REGIONAL DE VERANO

"La familia y la transmisión de la fe" ha sido el tema de esta Aula Regional de Verano, que ha tenido dos momentos, el primero en la Casa de Espiritualidad de Segovia, donde hemos podido escuchar las magníficas ponencias de D. Antonio Ávila; y la segunda parte ha tenido lugar en Cuéllar, donde hemos visitado la exposición de las Edades del Hombre: Reconciliare.
Unos cincuenta catequistas de Iglesia en Castilla o la Región del Duero hemos participado durante esta jornada y media.
 
Han sido unos días muy ricos para aprender, para intercambiar impresiones, para orar, celebrar la fe, visitar -con guía- la ciudad de Segovia durante la noche y poder apreciar esta bella exposición catequética de Reconciliare.
 

Todos nosotros nos vamos con muy buen sabor de boca. Sabemos que la mies es mucha, los obreros son pocos, pero tenemos la fuerza de Jesús el Señor para continuar su obra por todo el mundo.
 
El próximo año el equipo de la Región del Duero seguiremos organizando actividades para nuestros catequistas, además de continuar con la reflexión que nos caracteriza desde hace muchos años.

¡GRACIAS CATEQUISTAS!


            En plena estación de verano los catequistas descansan de la labor catequizadora que realizan a lo largo del curso pastoral. El tiempo estival cunde para mucho y estoy seguro que nuestros agentes de pastoral sabrán reponerse para afrontar fuerzas y emprender en unos meses su misión encomiable en la Iglesia.
            La comunidad cristiana necesita a los catequistas, esos hombres y mujeres que –muchas veces- participan en “mil y una realidad” de la dinámica diaria de nuestras parroquias. ¿Por qué? pues porque escuchan el Evangelio de cada día, lo asimilan, lo intentan “reflectir” en su propia vida y esto les hace dóciles y muy disponibles. Esta actitud les acredita para estar en la primera línea de la evangelización, para ser nuestros evangelizadores más inmediatos, ministros al servicio de la Palabra de Dios.
            Un catequista no se desprende de la bata cuando parece termina su trabajo, como en otros tipos de profesiones. No realizamos una función sino una misión y por ello estamos revestidos de la librea de Cristo con la que desarrollamos la tarea encomendada por el Señor en todo tiempo y lugar; ya sea con los niños de su grupo, o, también con su propia familia. El pueblo de Dios mira a los catequistas como referentes, con autoridad moral dentro de la Iglesia.

La Iglesia necesita catequistas con mucho celo y ardor misionero, enamorados del Señor y con el deseo único de hacer lo que Él nos diga (cf. Jn 2, 5). Nuestras comunidades cristianas habrán de ser semillero de vocaciones, donde brote la llamada de Dios al ministerio de la catequesis. Nuestro mundo precisa hombres y mujeres, catequistas, que armados de fe puedan combatir al enemigo que no descansa: pereza, soberbia, tristeza, animadversión, indiferencia, etc. Catequistas, al menos de corazón joven, y con deseos de formación; no amedrentados y preparados para la batalla hoy. Ejercitados en la relación personal con Dios, oración; el trato con Él permitirá que cada vez seamos más Él y menos nosotros (cf. Jn 3, 30), pues el Señor desea que –también por mediación nuestra- todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cf. 1Tim 2, 4).