miércoles, 23 de mayo de 2018

AL ATARDECER DE LA VIDA

Tengo la experiencia de que la tarea de evangelización en personas de edad avanzada es todo un gusto. Los más mayores acogen con mucha fe y docilidad la Palabra de Dios. Se percibe en ellos la excelente formación que tuvieron a través de la educación que recibieron en su familia, junto al estudio de la Historia Sagrada, así como todo lo que vivieron en la parroquia. Su Iniciación cristiana fue toda una iniciación sociológica de la fe, pues tanto la parroquia, como la familia y la escuela compartían valores.
            Conviene destacar que el hecho de que estos hombres y mujeres retengan tanta sabiduría, se debe al ejercicio de la memoria y a la práctica de lo aprendido. La memoria nos ha ayudado a retener la sabiduría que nos transmite, por ejemplo, la Sagrada Escritura, así como tantas tradiciones que los pueblos conservan y que la mayoría convergen en la religión cristiana.
            Hoy, en el atardecer de su vida, nos testimonian: cuando transmiten la fe a sus nietos, porque ven que a veces los padres han declinado en esta responsabilidad, cuando se les visita en sus hogares porque ellos ya no pueden acercarse a los templos y reciben con magnífica devoción al Señor en la Eucaristía y otros sacramentos, por no decir las palabras de aliento y esperanza con que acogen al Señor cada vez que se presenta el ministro de la Sagrada Eucaristía en su hogar, residencia u hospital. Acogen el Misterio con fe, con alegría, con agradecimiento, etc. 
Los mayores son depositarios de innumerables valores para nuestra sociedad. Muchos siguen siendo catequistas y realizan tareas de servicio y responsabilidad en la comunidad cristiana. Además, son constantes en la oración y frecuentan los sacramentos, por ello son imprescindibles en la misión evangelizadora de la Iglesia, pues en ella todos somos necesarios.
            Ahora nosotros decimos que estamos en un cambio de época, y el campo de la evangelización es terreno de misión. Aprendamos de nuestros mayores, escuchémoslos, aprendamos de ellos e intentemos imitar todo lo bueno que ellos guardan en su corazón. La satisfacción del Padre reside en ver a todos sus hijos unidos y percibiendo con cuanto amor se quieren porque Él está en medio bendiciéndonos y consolándonos.

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