“Estoy a la puerta y
llamo. Esperando a que me abras. Ábreme que quiero entrar”. Estas palabras que
están inspiradas en un texto del libro del Apocalipsis nos sitúan al comienzo
del Adviento.
Jesús el Señor
está a la puerta de nuestra vida y llama, puede hacerlo de muy distintas
formas, solo su Luz nos permitirá reconocerle y podremos acogerle tal y como
nos dijo el Evangelio del pasado domingo; en la indigencia que sufre el hombre
de este mundo.
Pero resulta que para acoger la Luz no se improvisa, necesitamos
prepararnos, es decir, que allanemos el camino, que nos predispongamos a su “toc
toc” a la puerta, que deseemos recibir a Jesús en nuestros hogares, en nuestras
familias.
Te sugiero que te fijes en la Virgen María, la mujer de la
espera esperanzada, ella que es engendradora de la Luz, con su alegría nos
llena de esperanza, pues Dios también se encarna en este mundo lleno de
miserias corporales y espirituales.
Queridos amigos, una vez más los domingos del adviento nos
ofrecen cuatro episodios de una sola y verdadera catequesis, donde no solo los
niños, sino toda la familia podremos prepararnos para acoger a Aquel que mendiga,
aunque sea un pequeño hueco de nuestro corazón.
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