Pasarán
los días,
pero
vuestro amor y vuestros gestos
hacen
que se mantengan vivos nuestros recuerdos
Se
sucederán los años,
más
delante de nuestros ojos
siempre
arderá la luz de vuestros sabios consejos
el
silencio prudente en vuestras respuestas
las
huellas que, en paso firme y sereno,
dejasteis
en nuestros caminos.
NO,
NO OS HEMOS OLVIDADO
Abandonaremos
también nosotros este mundo
y,
aunque parezca mentira, tampoco os olvidaremos
Un
Padre, con casa eterna y cimientos celestiales,
nos
hará de nuevo juntarnos en una misma familia
en
torno a una gran mesa.
Un
Padre que, lejos de pensar como el mundo piensa,
de
olvidar, como el mundo olvida,
no
olvidará ni vuestros nombres ni los nuestros
vuestra
historia de amor ni la nuestra.
Un
Padre que, con brazos de misericordia,
va
acogiendo y recogiendo uno por uno
a
tantos hijos cansados de la vida
pero
esperando en la salud que existe en el cielo.
NO,
NO OS HEMOS OLVIDADO
Descansad
de vuestras tribulaciones y pleitos
Aligerad
las cargas que soportasteis en vuestros hombros
Dejad,
en este duro suelo,
aquello
que os separaba de la felicidad de los justos
NO,
NO OS HEMOS OLVIDADO
Como
José de Arimatea, lo hizo con Cristo,
os
cogemos, una y otra vez, del madero de la cruz
para
dejaros con fe, devoción y agradecimiento
en
este lugar que espera, y así nosotros lo creemos,
el
tercer día de la Pascua definitiva.
NO,
NO OS HEMOS OLVIDADO
Amén.
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