sábado, 5 de marzo de 2016

JUBILEO DEL CATEQUISTA Y DEL CONFIRMANDO

Ayer, primer viernes de mes, dentro de la jornada de 24 horas de oración, en la festividad del Beato Manuel González, numerosos catequistas de nuestra diócesis como chavales en el proceso de Iniciación cristiana en la edad adolescente, nos reunimos para celebrar el Jubileo en el marco del Año de la Misericordia.
 
La Basílica Santuario de la Gran Promesa de Valladolid estaba abarrotado de gente, los chavales y sus catequistas hasta sentandos por el suelo, para celebrar que Jesús es el Señor y que queremos ser testigos de su misericordia.

La delegación de catequesis agradece la participación de los catequistas y los confirmandos, pues gracias a esa movilización pudimos tener una experiencia diocesana de la catolicidad de la Iglesia.
 
Al inicio de la celebración nos acercamos a la Puerta Santa para tener un breve acto de fe en el que nos pudimos concienciar, con las palabras del Evangelio, "Yo soy la puerta: quien entre por mi se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos" (Jn 10, 9). Al atraversar dicha Puerta, se iba entregando una tarjeta con una obra de misericordia. 

La celebración estuvo muy bien motivada por los catequistas y el coro. Fue una Eucaristía muy emocionante, en la que todos nosotros salimos muy motivados para ejercitar, desde las palabras del Evangelio para ese día, "el Amor a Dios y al prójimo", a través de la propuesta de las obras de la misericordia. 

Todos nosotros estamos llamados a ser testigos de la misericordia. Miremos a Jesucristo, pues el "es el rostro de la misericordia del Padre" (MV 1). Siendo misericordiosos como nuestro Padre, seremos pequeñas luces en este mundo necesitado de misericordia y saciado de desprecio. El perdón nos acerca a Dios y al prójimo.  

Aprovechemos el tiempo de la cuaresma para purificar nuestro corazón, pues somos perlas preciosas, así nos ha creado Dios, pero la misma realidad nos llena fealdad, de distancia, de rencor, de... Recapacitemos y volvamos a la Casa del Padre, Él está siempre dispuesto a perdonarnos, a acogernos, su Casa ha sido siempre la nuestra, por qué dar más vueltas llenos de furia pro el exterior. 

Sentir la misericordia de Dios es algo que conmueve a la persona y le llleva a la compasión. Seamos compañeros de la Pasión del Señor para que conociéndole le podamos, cada día, más amar y servir.






No hay comentarios:

Publicar un comentario