sábado, 5 de marzo de 2016

EL CATEQUISTA, CENTINELA DE LA MEMORIA DE DIOS



Este título corresponde al lema de las últimas Jornadas nacionales de Delegados diocesanos de catequesis, que a su vez glosa un texto del Papa Francisco que dirigió a los catequistas con ocasión de la Jornada de los catequistas que llegaron en peregrinación a la Tumba de Pedro para el Año de la Fe.
            El catequista es un hombre de la memoria de Dios si tiene una relación constante y vital con Él y con el prójimo; si es hombre de fe, que se fía verdaderamente de Dios y pone en Él su seguridad; si es hombre de caridad, de amor, que ve a todos como hermanos; si es hombre de «hypomoné», de paciencia y de perseverancia, que sabe hacer frente a las dificultades, las pruebas y los fracasos, con serenidad y esperanza en el Señor; si es hombre amable, capaz de comprensión y misericordia”.
            En estas breves palabras del Papa Francisco se resume la identidad del catequista de nuestro tiempo:
1. El catequista es un hombre o mujer que se siente llamado por Dios y responde con disponibilidad para realizar la misión que el Señor le pide. El catequista no realiza una tarea, no trabaja como catequista, sino que es catequista que contribuye con la misión evangelizadora de la Iglesia.
2. Su vocación surge en una palabra que Dios le dirige, que él o ella escucha con docilidad, y se pone en camino –como María- para reconocer y acompañar la obra de Dios en cada uno de los que se les ha encomendado.
La catequesis no se reduce al anuncio de la verdad que hay que creer: guía hacia el encuentro con Jesús el Señor. Cristo se revela al corazón de cada hombre situado en una experiencia y una historia particular, y es allí donde la catequesis lo debe alcanzar con su anuncio y testimonio.

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