San Enrique de Ossó fue un buen catequista, un catequista
santo, en su misión de aconsejar y acompañar a las personas, estuvo cercano,
facilitando el encuentro con Jesús y provocando la conversión. La fuerza, la
palabra oportuna, el buen consejo, el discernimiento,… todo, le venía de lo
Alto. El Señor lo era todo para él. Lo había aprendido muy bien de Santa
Teresa: “Solo Dios basta”. Y era la máxima cota que se proponía en la vida
estar con Jesús, pero en todo, en todos. A Dios le llevaba los niños y a los
niños llevaba a Dios. Ese era el círculo vicioso del que bebía este sacerdote
del siglo XIX.
Algunas
notas pedagógicas muy claras que hay en su vida, que las expuso en su tiempo,
pero son muy válidas para nosotros hoy.
1ª “Solo
Dios basta”. En el fondo se nos está hablando de las raíces de nuestra
fe: ser creyentes. Esto quiere decir: estar apegados al Señor, tener intimidad
con Él, facilitar el encuentro,… y por otro lado: conocer la Verdad que para
nosotros es Él: “camino, verdad y vida”. Se nos dijo el siglo pasado: “El
cristiano del futuro es místico o no será” (K. Rahner). Místico no es el que
levita por encima del suelo. Al contrario tiene muy pegados los pies a la
tierra, reconoce la situación que le rodea,… Nuestras catequesis deberán estar
muy impregnadas de la fe del catequista que transmite la fe de la Iglesia que
tiene puesta en “Jesús, el Señor”.
2ª San
Enrique da mucha importancia a la enseñanza del Catecismo. Y dice
él que “aprovecha más un buen catequista que un gran predicador”. Nosotros,
como catequistas, no mostramos nuestras ideas, ni tan siquiera ideas utópicas,
ni teorías fantásticas,… sino que transmitimos la historia de la salvación, tal
y como se nos ha contado y que contiene hasta los hechos de nuestros días. En
el Catecismo encontramos la pauta que hemos seguir para iniciar en la vida
cristiana.
3ª Jesucristo
es el modelo perfecto para
cualquier cristiano y especialmente para
el catequista. Él no vino al mundo para hacer grandes
discursos, oratorias, sino para catequizar. Tuvo especialmente tacto con los
destinatarios: a los discípulos les hablaba en privado (Mc 4, 33), a las gentes
sencillas les hablaba con un lenguaje apropiado, en parábolas (Mt 13, 34), a
los fariseos les decía que estaba por encima siempre el hombre (Mc 2, 27), a
otros les ayudaba a reintegrarse en la sociedad en la que vivían como
marginados (cf. Lc 17, 11-19), curaba y perdonaba los pecados (cf. Mt 9, 1-18),
incluso ponía como ejemplo a los niños para entrar en el Reino de los Cielos
(cf. Mt 18, 3), etc.,… catequizaba con el ejemplo.
4ª
San Enrique de Ossó hacía especial hincapié, también, en la vida de piedad. La vida de piedad me
está hablando de conocer a Jesús, que es una persona, a la que tengo deseos de
amar, servir y seguir. Ahí estará la orientación tuya, como catequista, para
percibir que actividad es más conveniente y cual otra no.
5ª
Iniciar a los niños en la Misa Dominical.
Cada domingo la Iglesia se reúne para celebrar la Eucaristía como lo estamos
haciendo en este momento. No hay nada ni nadie que lo pueda convalidar. Esa
comunidad, de la que tú y yo formamos parte, y junto a otras constituimos el
cuerpo místico de Cristo que comulgamos. Esa comunidad es la Iglesia que nos
acoge como Madre.
6ª
La Escuela de Catequistas se dirige preferentemente a formar buenos y
celosos catequistas. Nuestro tiempo precisa catequistas bien preparados en el ser,
en el saber y en el saber hacer.
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