sábado, 26 de febrero de 2022

CUARESMA EN CLAVE CATECUMENAL


La catequesis de la Iniciación cristiana, tal y como la concebimos hoy, se inspira en el catecumenado antiguo. Periodo en el que se desarrollaban distintas fases por las que el creyente pasaba en su proceso personal de conversión.

            El inicio de este itinerario parte de la increencia hasta llegar al sentido de pertenencia a la Iglesia: hijos del Hijo.

            La primera etapa sería el Primer Anuncio donde se desarrollaría ampliamente el kerigma. Es un momento clave para suscitar la atracción por el Evangelio y la simpatía por Cristo. La oración se hace presente desde el principio, pues ella posee la fuerza del Espíritu. Aquí se da pie a que la persona se conozca, reflexione, por ejemplo, sobre la cuestión de sentido y la cuestión religiosa. El tipo de personas que podemos encontrar aquí son: alejados, increyentes, ateos, indiferentes, escépticos, personas débiles, etc. No por ello tienen que ser pecadores; hay gente muy buena y honrada, probablemente su única debilidad es que viven al margen de Dios.

            Está claro que el proceso avanza con una clara acción misionera donde es muy importante el encuentro, la escucha, el testimonio, etc. Toda una acogida del candidato y en el que se comienza el discernimiento con algunos “exorcismos menores”.

            La segunda etapa sería la Pre-Catequesis o Precatecumenado, que se ha dado en comparar con lo que en la vida religiosa sería el “noviciado”, pues es un tiempo claro de discernimiento vocacional, donde se explaya el kerigma y donde el Anuncio va detrás de la experiencia. Aquí el Espíritu Santo está ya manifestándose y lo que se pretende es secundar la acción del Espíritu. Se respira toda una catequesis misionera.

            Una vez llegados a este punto es cuando se puede realizar el rito de entrada en el catecumenado, es decir, el paso de la “no fe” a la “fe”. Estamos hablando de la entrada en la Iniciación cristiana en el que se cuenta ya con una primera conversión, una fe inicial y, por tanto, existen primeros sentimientos de penitencia.

            La siguiente etapa sería la Catequesis, que vendría a durar tres años, en el que se conocería la Historia de la Salvación de modo integral, así como el conocimiento de Cristo a la luz del Año Litúrgico como contemplación del Misterio de Cristo que va aconteciendo; y también se desarrollaría el Símbolo como aceptación de lo vivido anteriormente,  prevaleciendo el testimonio y dando sentido a la esperanza. Esta fase propone un itinerario espiritual: el seguimiento de Cristo. Aquí la experiencia necesitaría que la Palabra lo ilumine. Las celebraciones más apropiadas serán las de la Palabra de Dios, la Eucaristía Dominical, exorcismos menores y bendiciones y las entregas del Símbolo y el Padre Nuestro. Para concluir con la participación en el Misterio de Cristo.

            A partir de aquí habría otro momento de discernimiento a través de los escrutinios y la profesión del Credo de nuestra fe. Para así dar paso a un tiempo de iluminación, purificación, propiamente coincidiendo con el tiempo cuaresmal. Al final, en la Vigilia Pascual el catecúmeno celebraría los sacramentos de la Iniciación cristiana. El sacramento del perdón podría ser visto como un segundo bautismo. 

            Al final, la mistagogía como camino de santidad. Etapa que está pidiendo la inserción en la vida de comunidad y el compromiso con la misma; poniendo de manifiesto la conexión que existe entre la vida cristiana y las exigencias del Evangelio que brotan de los mismos sacramentos de la Iniciación cristiana. Todo ello a la luz de la participación frecuente en los sacramentos, junto a la lectura y meditación del Evangelio.

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