domingo, 3 de noviembre de 2019

FIGURA CATEQUISTA DEL MES: SANTA JUAN DE LESTONAC

Santa Juana de Lestonnac  (1656-1640)
gran catequista y excelente educadora

Fundadora de las  Religiosas de Ntra. Señora (Compañía de María)en 1605


   El amor a la verdad y el entusiasmo por la doctrina cristiana auténtica fueron las fuerzas que alentaron toda la existencia de esta incomparable mujer, luchado­ra, generosa, clarividente, educadora por naturaleza. Salió victoriosa, con la ayuda casi milagrosa de Dios, cuando el error la rodeó en sus años infantiles. Y eso la convirtió en ardiente defensora de la Iglesia y promotora incansable de la educa­ción de las niñas, en un siglo en el que apenas se valoraba la cultura en la mujer y la formación de su inteligencia.

   Fue pionera de muchas actitudes y estilos de servicio a la mujer en su tiempos propenso a la discriminación. Sobre todo, se sintió interesa­da en la educación como medio de dignificar a la persona de la mujer, ajena hasta entonces a la cultura. Con esta intención, se entregó a un trabajo eficaz e inteligente, sobre todo abriendo sus casas para formar dignas esposas y madres cristianas, que un día transmitieran a sus hijos valores y actitudes elevados. Supo valorar el significado de la educación y la consideró como una prepa­ración integral de la persona para superar la ignorancia y, con ella, los riesgos del error y de la superstición. 


   No en vano sabía por propia experiencia lo que había costado en sus años infantiles la victoria sobre la herejía de su propia madre, sólo vencida por la heroica decisión de un padre cristiano de preservarla a toda costa del mal. Aprovechó su nivel social, pues su pertenencia a la nobleza y su matrimonio modélico la abrían las puertas más elegantes, para llevar adelante su ideal educa­dor, en el cual se escondía todo el amor divino que bullía en su corazón. 

   Su fina intuición, su serena valoración de la vida, su admirable sentido de las cosas y, sobre todo, su amor a Dios fueron sus fuentes de energía y las palancas de su actividad.

   Y, cuando la Providencia de Dios la colocó en una viudez digna, al mismo tiempo que se entregó con amor de madre a la educación de sus hijos, supo abrir sus afanes educadores a otros muchos corazones femeninos y hacer compatible su trabajo familiar con un apostolado educador de rasgos singulares:

              - En el centro de su estilo educador situó el cultivo de la piedad serena y profunda. Logró así abrir caminos fecundos, que resulta­rían modélicos en los siglos posterio­res.

              - Consideró la elevación intelectual de la mujer como el mejor medio para reforzar su dignidad social y su grandeza moral. Por eso dio sentido a la cultura, en la perspectiva del Evangelio. Supo abrir las puertas de los conven­tos a las tareas culturales y, con ellas, a la piedad formadora.

              - Fue la transforma­do­ra de religiosas, pues hizo de mujeres encerra­das en los claustros por tradiciones contemplativas, verdaderas impulsoras de la verdad cristiana. Las hizo ser educado­ras eficaces y cono sólo dóciles almas dedicadas a la perfección espiritual personal.

              - La sutileza literaria de su tío, el célebre humanista Miguel de Montaig­ne, prendió en su mente privilegiada. Pero lo que en la ilustre figura del autor de "Los Ensayos" resultó erudición, ironía y escepticismo, en Juana de Lestonnac se transformó en sinceridad, alegría y fe comunicativa.

              -  Sus ideales renovadores abarcaron todo el ámbito de la sociedad. Sólo un espíritu fino y cultivado como el suyo podía darse cuenta de lo que significaba el saber terreno para sostener la verdad religiosa en su tiempo. Por eso intentó oponer a la acción de los herejes, de las sectas y de las polémicas estériles, que a ella tanto la habían hecho sufrir en la infancia y juventud, la acción benéfica de la ciencia, de la cultura, del arte.

   La "Compañía de María" que organizó en su entorno, cuyo nombre eligió a imitación de la "Compañía de Jesús", fue su gran empresa eclesial. Para ella trabajó sin descanso. En ella se empeñó, con noble ilusión y meritorios sacrificios, en conseguir estilos nuevos de educación. Y, desde ella, ayudó a multitud de familias a formar a sus hijas en el camino del bien.

   Juana de Lestonnac, a la que muy tardíamente concedió la Iglesia el honor de los altares, fue verdaderamente un don divino a su tiempo y a su mundo atormentados por las disensiones religiosas. Sigue presente en la Iglesia por medio de sus seguidoras y haciendo vivo y fecundo su mensaje generoso de fidelidad a la Iglesia y de servicio a la mujer cristiana.

Su vida y su apostolado

  1556. Nace en Burdeos de familia distin­gui­da. Su padre, Ricardo de Lestonnac, magis­tra­do y consejero de la ciudad, es ferviente católico. Su madre, Juana Ey­quieu de Montaigne, hermana del célebre Miguel de Montaigne, vive adheri­da al calvi­nismo. Tienen siete hijos. El padre decide para ella una educación católica.

  1568. Cuenta sólo doce años y su padre la sustrae a la influencia de la madre, a fin de preservar sus sentimien­tos católi­cos. Pero su infancia pasa en medio de las lu­chas hogareñas. Su her­mano Fran­cisco la ayuda mucho con sus conse­jos y sus instruc­ciones religio­sas. Juana se mantiene católica.

  1573. 12 de Sept. Contrae matri­mo­nio con Gastón de Montferrant, Barón de Landi­rás, por decisión de su padre, aunque ella tiene aspiraciones a la vida religiosa y admi­ra la reforma de Santa Tere­sa de Jesús. De su matrimonio na­cen siete hijos: tres mueren en temprana edad, dos hijas entran en religión, otra hija con­trae matri­monio, al igual que el hijo más pequeño.

  1595. 12 de Agosto. Fallece su padre, que tanto la ha ayudado religiosamente. Su dedicación familiar es total, entregán­dose, ante todo, al cuidado de sus hijos y aten­diendo con solicitud a sus herma­nas más pequeñas.

  1597. Hacia el mes de Julio fallece su espo­so. Queda al cuidado de su hijo Fran­cis­co, al que dedica sus desvelos y su vida entera. Encauzado su hijo, des­pués de sus estudios en Roma, Juana de Leston­nac renueva su antiguo proyecto de hacerse religiosa.

  1605. Participa en las ayudas genero­sas a los afectados por la peste que asola la re­gión. Junta para ello un grupo de jóve­nes heroicas. El 22 de Diciembre contrae matri­monio su hija más pequeña, Juanita. Ella se retira al Castillo de la Mothe, también pose­sión fami­liar, y deja a su hijo la sede de la Baronía de Landi­rás. En la soledad de la Mothe, conci­be su nue­vo Instituto como Orden Religiosa, la cual se dedi­cará a la educa­ción católi­ca de las don­cellas. La ayuda del jesui­ta P. Juan de Bor­des es decisiva.

  1606. 7 de Marzo. El Arzobispo de Bur­deos, Carde­nal De Sour­dis, aprueba el pro­yecto. Redacta el plan de la Compañía de María o Instituto de Religiosas de Ntra. Señora. Se propone como primer ob­jetivo abrir centros de educación que se opongan a los calvinistas de la región. 1607. 7 de Abril. Paulo V aprueba la nueva familia religiosa con el Breve "Sal­vatoris et Domini".

   1609. En el otoño de este año se abre la primera escuela de la Institución. Las alum­nas son gratuitas y el éxito es enor­me. El 21 de Nov. de 1610 consa­gra a todas las alumnas a la Stma. Virgen Niña. Recibe la aprobación real de Enri­que IV. El 8 de Di­ciembre de 1610 hace, con sus compa­ñeras, la profesión religio­sa perpetua. Sus activida­des se multipli­can. Hasta 30 Monasterios abrirá a lo largo de su vida y en casi todos intervie­ne con su prudencia y consejos.

  1619. En otoño fallece su hijo Francis­co. Deja a su madre por tutora de dos niños y dos niñas. El 8 de Oct. de 1620 sus dos hijas, Marta y Magdalena, religio­sas en el Convento de la Anunciación, deci­den pasar a la orden de Ntra. Señora. Profesan el 18 de Diciembre de 1623. También sus nietas toman el Hábito el 8 de Sept. de 1627.

    1636. Pasa los últimos años de su vida mejorando las Constituciones. Las envía a todas las casas de la Orden.

  1640. 2 de Febrero. Después de varios días de agonía, motivada por un ataque de apo­plejía, entrega su alma a Dios, al terminar sus hijas la renovación de sus votos, según costumbre estable­cida por ella en la Orden. Tenía 84 años. Fue Beatificada por León XIII el 20 de Mayo de 1900. Y fue Canonizada el 15 de Mayo de 1949 por Pío XII.

  Escritos:   Constituciones y Reglas de  la Orden de Ntra. Señora.
  - Instrucciones y reglamentos diversos. Abregé o Forma del Instituto. Cartas diversas.

Algunos de sus pensamientos catequísticos

    1. "Las obras de Dios necesi­tan mucho tiem­po para efec­tuarse y todo debe ha­cerse con peso y medida."      (Carta 22 Mar­zo 1615)

     2. "De la misma manera como Dios se mues­tra solícito para conservar la salud espiritual de los hombres con remedios apropiados y oportunos, tampoco descui­da la salvación y salud espiritual de las mujeres, teniendo siempre cuidado de enviar proporcionalmente nuevos refuer­zos a su Iglesia por el bien y salvación del sexo débil. Se puede así reco­nocer la bondad y provi­dencia de Dios, que con una mano permite la llaga y con otra envía en segui­da la medicina y el remedio".    (Abregé. 4)

   3. "La mies es mucha y los operarios son pocos, como decía el Salvador del mundo. Yo he rogado, ya que es Dueño de la mies, que las envíe como obreras a trabajar. Espero que consigan mis hijas coger fruto abundante."          (Carta de 1630

    4. "Todavía hoy existen escuelas de iniquidad, en las que , bajo el pretexto de una educación en el conocimiento de las letras y de la vida social, se enseña la mentira y en donde las niñas inocentes se contagian y se corrompen luego fami­lias enteras... Unamos nuestras fuerzas para socorrer a la Iglesia en la medida en que seamos capaces. Atraigamos a tan­tas criaturas del Redentor que se pierden y llenémonos de las luces de la divina Sabiduría por la oración y los ejercicios de piedad, para enseñar verdades de la fe y las máximas de la salvación."   (Proyecto religio­so, 1605)

  5. "Se observa que muchas niñas cató­licas tienen que acudir a las escue­las de maestros herejes para aprender a leer, escribir, coser y demás ejercicios que las jóvenes deben saber según su calidad.  Corren así gran riesgo de saciarse del veneno de la herejía y de la corrupción de costumbres que lleva consigo, tanto por la mala doctrina como por los malos ejemplos de los que se han manchado con ella. Y, aunque esto cesara, las jóve­nes, nacidas para la virtud, no tienen la posibilidad de aprender, principalmente desde su infancia, lo que deben saber como cristianas y practicar durante el resto de su vida para llegar a la gloria... Tan gran miseria debe ser llorada con lágrimas de sangre."  (A­bre­gé. 5)

 6. "¡Cuántas personas se pierden por no instruirlas desde su infancia en los debe­res esenciales de la religión cristia­na! ¡Y cuántas jóvenes viven en la igno­rancia, de la que se resienten toda su vida y van a beber en el error, del que con dificultad se desprenderán, en fuen­tes envenenadas y tal vez se lo comuni­quen a otras! Conocéis los desórdenes que ha causado en las personas de nues­tro sexo la igno­rancia. Ha producido la herejía; y ésta, a su vez, para extenderse más fácilmente, la ha fomentado."                        (Proyecto religioso. 1605)

 7. "A las niñas  enseñarán las oraciones cristia­nas y católicas, haciéndoselas aprender de memoria también el Sumario de la Doctrina Cristiana, la manera de examinar bien la conciencia, de confesarse y co­mulgar y el modo de conseguir y practicar las virtudes, de asistir a la Santa Misa con provecho espiritual y todas las cosas necesarias a las jóvenes para conseguir la salvación eterna... 
   Las formarán en la piedad con el Señor y en la obediencia y honra a los padres y superiores. En resu­men, les enseñarán a huir del vicio y a practicar la virtud, tanto por su buen ejemplo como por con­versa­ciones y avisos espirituales tenidos en lugar con­veniente al que las jóvenes puedan tener acceso."                                (Abre­gé. 7)

   8. "Lo que aprenderán será las oracio­nes de la mañana y de la tarde, el Suma­rio del Catecismo o Doctrina Cristiana del Cardenal Belarmino..., oraciones más devotas a Nuestro Señor y a Nuestra Se­ñora y algunas otras para antes de la Comunión o de la Confesión... Se debe tener mucho cuidado de no olvidar lo aprendido: por eso, el sábado puede repetirse todo lo aprendido en la sema­na."  (Fórmula de los informes III. 16)
9   "Dedicaos a la virtud con el mayor empeño. Ya conocéis suficientemente a Dios para saber que nunca será demasia­do cuanto se haga para servirle.    Seguid siempre adelantando sin cesar y sin decaimiento... Que no os detenga cualquier dificultad que se pre­sente en vuestro camino y que nada os haga caer en el desaliento o en la tibieza.   En medio de las penas y trabajos es como más debemos mostrar a Dios que somos fieles a lo que espera de noso­tros."        (Carta, 25 Junio 1635)

10 8. "Sea valiente ante las dificultades que se presentan en la vida. Ponga su con­fianza en Dios y en el favor de Ntra. Señora. Manténgase firme bajo su protec­ción. No profiera queja alguna, pues perdería todo el mérito si no sufriere algo por amor de Dios, que pasó tantos traba­jos, hasta sucumbir bajo su peso y morir por darnos vida."                   (Carta a M. Peyferre. 1621)

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