jueves, 4 de octubre de 2018

OCTUBRE


         Este mes de octubre viene caracterizado por varios asuntos que acontecen tanto en nuestra Iglesia Local como en nuestra Iglesia Universal, que siempre afectan al acto catequético:
1. Mes misionero, en el que este año la Campaña del Domund da el pistoletazo con la exposición “Domund al descubierto”, que tiene como interés particular acercar el mundo de las misiones a la gente de la calle. La misión es la realización de nuestra obediencia disponible a Dios que nos ama y nosotros deseamos “amarle sobre todas las cosas”.
2. Mes del Rosario, en el que el Santo Padre nos invita a toda la cristiandad a rezar el Rosario y a concluir este ejercicio de oración vocal con dos oraciones añadidas: “Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios…”; y una petición de intercesión a San Miguel, con palabras del Papa León XIII: “San Miguel arcángel, defiéndenos en la lucha…”, en la que Francisco nos exhorta a orar por la Iglesia ante las distintas acechanzas. La oración nos permite estar en comunión con Cristo, objetivo claro de la catequesis.
3. XV Asamblea General y Ordinaria del Sínodo de los obispos en Roma, cuyo lema es: “La fe, los jóvenes y el discernimiento vocacional”. Somos conscientes desde la catequesis de la importancia que tiene el discernimiento vocacional en lo que se refiere al acompañamiento de los procesos de conversión que conducen a la adhesión al Señor Jesús. Discernir y acompañamiento son palabras que están en nuestro argottodos los días, pero me parece que hay que pasar de la teoría a la práctica. Discernir conlleva mucho hacer oración, es decir, hablar con Dios y que sea Él el que ilumine su manifestación para cada ser humano (“Heme aquí Señor para hacer tu voluntad” o “¿Qué quieres Señor de mí?”). Por esta razón necesitamos: tiempo, las prisas siempre son malas compañeras, destreza, herramientas, práctica, dejarnos hacer, maestros, guías, etc. En definitiva, personas con gran experiencia de Dios (hombres o mujeres de Dios) que ayuden en la acción de Dios, especialmente, en los jóvenes. Es triste ver a jóvenes que se dejan llevar por la inercia de las modas y no se preguntas por valores fundamentales o incluso se muevan por valores más a allá de lo que nos indican las pequeñas pantallas. Es, igualmente, triste ver a jóvenes cristianos con falta de compromiso apostólico: catequistas, participando en consejos pastorales, acción caritativa, etc. En los jóvenes tenemos puesta nuestra esperanza, ¡ánimo!

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